José Luis Nunes Martins
Hoy hay comodidad, pero no descanso. Todos tenemos hambre de
plenitud, pero nos conformamos con futilidades. Quiero lo que es profundo, pero
me voy contentando con apariencias. Busco la luz, ando maravillado tras los reflejos...
Aquello que soy depende mucho más de lo que renuncio que de
lo que conquisto. Perfeccionarme es una purificación. La iluminación solo llega
después de habernos vaciado de todo lo que es solo una sombra. O de lo que llena,
pero no sacia.
Todos andamos, cada uno a su manera, en busca de dios. Lo
más bello es que cuando alguien abre una puerta a un mal cualquiera está, aún
así, buscando a Dios.
Es preciso que nos callemos y paremos. Que quebremos la lógica
de los días llenos de compromisos y obligaciones, donde todo es importante,
pero solo por un momento. Todo pasa, todo desaparece con la misma rapidez con
que llegó.
El espíritu ya no sabe parar, ni el cuerpo.
Sabemos que hay algo de errado en esta forma de vivir.
Queremos cambiar, pero no cambiamos. Queremos descansar, pero no paramos. Como
si no tuviésemos voluntad de cambiar el rumbo y nos dejásemos deslizar por la
suave pendiente de la decadencia.
Así como las brasas entre la ceniza. No podemos dejar que
nuestras dimensiones más profundas sean sofocadas. Es preciso que paremos y
hagamos lo que importa.
Nuestros días, meses y años pasan, nacen y mueren, como
estaciones en que el tren pasa sin parar. Como si tuviésemos una vida posible,
pero que no llegamos a realizar. Con prisa por llegar a un lugar cualquiera que
no existe, o intenta huir, con miedo de aquel silencio que nos empuja hacia delante
de nosotros mismos, donde, frente a frente, no podemos mentir.
Es tan bueno que deje de preocuparme de las cosas sin
importancia, y dedicarme más a lo que tengo bajo mi responsabilidad. Solo tengo
esta vida, este tiempo en el que paso. Donde cada día es un regalo tan único
que jamás se repite.
Si al menos yo fuese capaz de querer saber de mi como quiero
saber de los otros, si yo tuviese el coraje de transformarme con la misma
convicción con la que critico y doy consejos a los otros… si al menos yo fuese
capaz de percibir que solo puedo cambiarme a mí mismo, t que es cambiándome
como puedo cambiar el mundo.
La verdad precisa silencio para hacerse oír. El silencio que
le sigue es aún verdad, y es también la respuesta más importante que se le puede
dar.
La vida en silencio se agradece.
Que yo aproveche la vida que me es dada. Viviéndola.
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