José
Luís Nunes Martins
La
Navidad que celebramos estos días nos remite al momento en que Dios se hizo
hombre, habiendo venido a vivir nuestra vida y morir de nuestra muerte, y
muerte de cruz. ¿Pero, solo eso? No. Este hombre que es Dios nos trajo un
mensaje sencillo:
Que
el amor es una condición indispensable para la felicidad, que nadie está completo
sin amor, que solo es rico quien d todo, que amar es darse. Pero, vino a
decirnos que esta vida forma parte de otra, mayor, que comenzó mucho antes que
nosotros y que existe más allá del final de esta. Que somos eternos y amados,
así tengamos la humildad de reconocernos como tal, y encontremos en los otros
aquello que en cada uno de ellos es sublime y los amemos. Más todavía a los que
suelen ser olvidados por la mayor parte de nosotros.
Ahora
bien, nadie debe esperar a la Navidad para cuidar y reconciliarse con la
familia.
¿Por
qué será que aún hay personas que se dejan llevar por el calendario hasta el
punto de solo hacer lo que este les manda? El que no es capaz de escoger lo que
cree que es mejor en cualquier momento, aunque sea con errores, y muchos, no
tiene el discernimiento mínimo para dirigir su vida hacia la felicidad. Tal vez
ni siquiera sea digno de ella.
Vivir
es soñar y realizar su historia, no es ser una especie de marioneta que solo
hace lo que otros quieren.
A
veces es tiempo de abrir las puertas y … salir de la comodidad y acercarnos a
quien está distante … esperando a alguien como nosotros.
Eres
tan necesario en tu casa como en muchos lugares muy lejos de ella.
Siempre
que alguien va al encuentro de otro, para darle la mano, cumpliendo la
esperanza del amor, nace más luz entre nosotros, y …se hace Navidad. Y jamás
dejará de serlo mientras en cualquier rincón escondido del mundo, el egoísmo de
muchos fuera vencido por el gesto de amor de uno solo.
El
amor es eterno y está aquí. Siempre.
Necesita
de ti y de mí para llegar a los otros.
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