José luís Nunes Martins
El silencio es
una forma sencilla y muy eficaz de dar espacio y tiempo al otro. De darle la
importancia que otros le niegan cargándole con discursos sin fin ni mucho
sentido.
Es increíble
cuánto se puede aprender sobre alguien solo estando a su lado en silencio y con
atención. ¡Para mucha gente, el silencio es incómodo, por lo que intentan
llenarlo, hablando de sí! ¡Se revelan, porque no se soportan! Casi como si
tuvieran vergüenza de ser como son… sienten su voz interior como una amenaza.
¡Cuando
escuchamos, podemos oír lo que nos dicen, pero también, y tal vez aún más importante,
lo que no nos dicen!
A veces, hablar
es una forma de vanidad que se alimenta a sí misma. Algunos solo hablan porque
son incapaces de callar…
Lo mismo las
conversaciones que comienzan sobre algo útil, en poco tiempo llegan a asuntos
innecesarios y, siempre que continúan por ahí, acaban en despropósitos, con
afirmaciones casi siempre imprudentes.
Aprender a hacer
silencio es esencial, porque nos coloca en nuestro lugar. Los sufrimientos nos
enseñan el arte del silencio. La felicidad también.
Pensar la vida, y
cada una de sus dimensiones concreta en nosotros, detiene. Exige calma y
concentración, atención al exterior, y paz interior.
Pero, incluso
aunque tengas algo importante que decir, aun así, eso no te da derecho a
declarar sin que tengas que esperar al momento oportuno para hacerlo.
Necesitas
escuchar más. También porque lo más probable es que haya mucha gente que
necesita que tú los escuches.
Y cuando alguien
comparte contigo su corazón, acéptalo. Escucha con toda atención. No estés solo
a la espera de tu oportunidad de hablar y pensar en lo que vas a decir.
Cuando escuches,
escucha.
¡Escuchar ya es
una respuesta!
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