José luís Nunes Martins
Es un error
enorme creer que la libertad es la capacidad de tener siempre por donde
escoger. No es.
Después de haber
escogido un camino es preciso ser fiel a él. Apartando las tentaciones para
cambiar de rumbo, que parecen así que comienzan a surgir adversidades más
fuertes.
Ser libre es
decir “sí” a una opción y “no” a todas las otras. Resistiendo al tiempo, a las
apariencias y a los apetitos. Continuando, incluso cuando el mal nos seduce a
volver atrás y quedarnos allí…sin elegir nada. ¡Es curioso como el mal nos
quiere desviar siempre del bien, al punto de que las contrariedades inesperadas
pudieran ser una especie de señal de que estamos en el camino acertado!
Tal vez todo
comience con el descubrimiento de nuestros valores. Es necesario tiempo y
serenidad para que lleguemos a las profundidades de nuestro corazón y para allá
encontrar esas balanzas y brújulas, que saben pesar las hipótesis y señalan
para el bien.
Después, así que
surge una posibilidad de elección, tenemos que escoger de acuerdo con lo que somos
y con lo que queremos ser.
En el momento
exacto en que decidimos, no se acaba la libertad, antes bien comienza su etapa
más bella e importante: ser fieles a nosotros mismos. Sin temores ni temblores,
porque de nada le vale a alguien la mayor riqueza del mundo, si se pierde a sí
mismo, si se quiere desviar buscando de ser otro…
¿Y si hubiéramos
escogido mal? ¿Si cometemos un error? Entonces no volvamos atrás. Asumimos el
fracaso, y todas las consecuencias, y seguimos adelante, sin disculpas ni
explicaciones. Con renovada responsabilidad para que elijamos bien, para que
elijamos mejor.
Ser libre no es
querer todo, intentando hasta elegir dos o tras cosas al mismo tiempo.
Volviendo atrás así que sentimos perder algo bueno de otro camino.
Estamos
condenados, felizmente, a escoger un camino. Uno solo.
Ser libre es
saber querer, pero es, en especial, saber ser leal a lo que elegimos antes.
Ser libre es
comprometerse consigo mismo.
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