José Luís Nunes Martins
El amor, bajo la forma de añoranza, prolonga en el tiempo aquello
que ama, si fuera auténtico, entonces se vuelve eterno.
El tiempo nunca queda suspendido, avanzando siempre en
dirección a lo que ha de ser. Si el recuerdo fuera descontrolado, acaba por
impedir que se viva el presente, como si fuese una negación a la forma simple del
tiempo ser. Así mismo, la añoranza excesiva implica una ceguera con relación a
la esperanza.
¿Qué debe hacer un adolescente que teme llegar a tener
añoranza de su juventud?
El tiempo es un don divino. Nadie tiene el derecho de estar
vivo hoy. Son pocos los que agradecen el hecho de tener la oportunidad de
envejecer… ningún día debe ser desperdiciado como si no sirviese para nada. Una
hora solo es aburrida si no la aprovechamos para…
No puedo dividirme entre el pasado y el hoy.
Vivir es estar, completos, aquí y ahora. Esta hora es un
instante de nuestro camino, entre lo que ya hicimos y lo que hemos de soñar,
construir y recorrer.
Si amas el pasado, él no pasa. Es más importante saber la
medida cierta de ese amor, porque amar también es dejar pasar. Respetar al otro
y su tiempo, no sujetándolo ni arrastrándolo, por mejor que creamos ser nuestra
intención.
Solo no es feliz quien nunca experimentó la felicidad, o
quien no lo quiere ser, porque teme que serlo no sea más fuerte que el tener.
En el amor, nada se pierde de lo que se ha dado.
Queramos o no, aquello que otrora tuvimos y vivimos, forma
ahora parte de lo que somos. Y así será. Siempre.
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