José luís
Nunes Martins
Arriesga. No
dejes que cosas pequeñas y sin gran valor te impidan luchar por aquello que no
sólo es mayor sino más valioso.
Arriesga la
soledad en busca del verdadero amor. ¿Merece un cobarde ser amado? Lánzate,
aunque no veas suelo.
Arriesga,
porque tu existencia sirve para traer más vida a la vida. No viniste para
recibir, sino para dar.
Tu confianza
falla siempre que temes perder tu dignidad. Muchos caminos que prometen ser
interesantes traen consigo la hipótesis de que nos volvemos ridículos. ¿Cuántas
conversaciones podrían llevarnos lejos y quedan solo en lo obvio sólo porque
tememos lo que puedan pensar los otros de nosotros si fuéramos libres?
¿Cuántas veces
desististe de luchar por una oportunidad sólo porque querías evitar que tu
orgullo quedara herido en caso de fracaso?
El miedo, presente
en tantas vidas, nos demuestra siempre que debemos defender nuestra dignidad.
Siembra en nosotros la idea de que nos somos ridículos, y que sería terrible
serlo. Sin embargo, somos ridículos. Todos. No porque seamos raros, sino porque
vivimos de una forma auténtica, por más que algunos se esfuercen por ser
iguales unos a los otros.
Esta verdad es
tomada por los que confían en sí como un excelente motivo para arriesgar,
porque, al final, tienen poco que perder.
¡El miedo a
ser un fraude no se combate con una forme convicción en la excelencia de las
actitudes, sino más bien por la capacidad de comprender que no hay nadie que no
sea ridículo!
No seas más
uno de esos cobardes que no sueñan con renunciar a las insignificancias que
creen valiosas.
Arriesga. ¡Sólo vas a ser capaz de mejorar el mundo
a tu alrededor si crees que eres capaz de hacerlo y si te arriesgas a hacerlo!
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