José Luís Nunes Martins
Cuando estamos pasando por uno de los momentos malos de nuestra existencia, tendemos más a reparar en la felicidad de los otros, o mejor, en la apariencia feliz de muchos. Quedamos tan tocados por esa ilusión que nos creemos solos en la desgracia, porque, de acuerdo con lo que constatamos… son todos felices, menos nosotros.
Casi todas las personas, nosotros incluidos, asumen que, de acuerdo con las normas sociales, lo mejor es realmente fingir que estar bien, para que nadie cargue con sus dolores. Resultado, todos amamos sufriendo el triple. Primero, por lo menos bueno que pasamos; después, por tener que escondernos de los otrosí, por último, sufrimos porque nos creemos los únicos condenados por el destino a los valles de tinieblas.
El dolor humano no es infrecuente ni raro, es normal. No es un accidente, Sini una condición de la propia vida. Todos sufrimos, algunos más, otros más veces, otros aún más y más veces. A pesar de las mentiras de las apariencias con las que intentamos engañar al prójimo.
Siempre que alguien revela su fragilidad, sus errores, dolores y fracturas, luego se acerca alguien que ve en esa persona un igual. ¡Claro, la mayor parte huye como si el sufrimiento fuese contagioso! Los que quedan , ayudan y, así, se ayudan a sí mismos. La verdad nos ilumina y nos libera de muchos miedos que nos acorralan.
La vida de las personas que están delante de nosotros tal vez sea peor de lo que imaginamos, tal vez lo mismo…normal… como la nuestra…
Si todos los que se sienten solos se juntasen, verían que allí se reuniría una de las mayores multitudes del mundo.
Una lágrima verdadera es un grito que pide ayuda y un abrazo que se quiere dar.
¿Para qué sirven los amigos? Para apoyarse unos a los otros siempre que uno sufre y si se siente solo.
Procura ver y mirar más allá de las apariencias. Procura ser amigo, amando, entregando, con verdad, tu mejor tú y tu peor tú. No sean solo uno más igual a la multitud.
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