Un dolor profundo es un camino que tiene un principio y un final. Nunca nos deja de la misma forma que nos encontró. Cambia lo que somos tan profundamente que las palabras no bastan. Nos engrandece, a pesar de todo.
El dolor que duele es el único que nos cura.
¿Quién conseguirá expresar a otra persona cuanto le duelen y aún dolerán sus peores momentos, sintiendo que dice todo?
Podemos y debemos tratar de compartir lo que llevamos en el corazón, pero con la certeza de que habrá una especie de corazón del corazón.Ahí residen secretos que son misterios hasta para nosotros mismos.
La vida está hecha de adversidades, la paz que ansiamos no es de este mundo.
También es verdad que, muchas veces, sufrimos por cosas que no vale la pena ni una lágrima.
Quien no quiere sufrir no puede vivir, mucho menos amar.
El dolor despierta fuerzas que no teníamos.
Si, en silencio, conseguimos hacer una peregrinación a la fuente de
la vida que hay enj nosotros... es muy posible que, al llegar allí, encontremos una puerta que da para el cielo.
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