Y hoy, un texto de Chiara Lubich, con mi agradecimiento:
"Sintamos también
nuestra dignidad en solicitar la ayuda del hermano y demos gracias de todo
corazón a quien nos ayuda; pero reservemos el agradecimiento más profundo a
Dios, que ha creado un corazón humano caritativo, a Cristo, que, al anunciar
con su sangre la Buena Nueva y sobre todo su mandato, ha impulsado a un sinúmero
de corazones a moverse en ayuda mutua. Mediante este mandato, Jesús ha
distinguido a los cristianos de todos los siglos de los demás hombres que aún
no han entrado en su Iglesia.
Si los cristianos no
manifestamos esta característica, terminaremos por confundirnos con el mundo y
perderemos así el honor de ser considerados “hijos de Dios”. En tal caso –como necios-
no usamos el arma quizá más fuerte para dar testimonio de Dios en nuestro
ambiente, congelado por el ateísmo “paganizante”, indiferente y supersticioso. Que
el mundo pueda contemplar atónito un espectáculo de concordia fraterna y diga
con nosotros, como de los que gloriosamente nos precedieron. “¡Mirad cómo se
aman!”
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