JOSÉ MIGUEL PINTO DOS
SANTOS
05/11/2015 - 05:34
En el dar está la ganancia. Porque “es dando como se
recibe”.
La economía del dar está de
moda. Seda todo, desde comida a quien
tiene hambre, o arte a quien precisa de
cultura. Se da de todas formas, directamente al necesitado, o a través de
intermediarios con Fundaciones de carácter social, cultural y educativo. Se da
voluntariamente a través de donativos para IPSSs, o a la fuerza a través de
impuestos y contribuciones al sistema redistributivo estatal.
Hay quien “da” para poder
pagar menos impuestos y quedar con lo que “da”, el que es hábil, pero no tiene
mérito. Hay quien da de lo que le sobra,
lo que es bueno, y hay quien da de lo que le falta, lo que es excelente. Y
aunque la economía del mercenario, del precio y del lucro, sea natural y, se
rige por criterios de justicia, humana y benéfica para individuos y
sociedades, en la economía de la
solidaridad y del mecenazgo está el espíritu y la alegría.
De hecho, en el dar está la
ganancia. Porque “es dando como se recibe” como decía San Francisco de Asís
(1181/2-1226). La contradicción lógica de esta afirmación oscurece la realidad
ontológica que él desprende. Es natural que quien se olvida que la lógica de las primeras causas es diferente de la
lógica de las causas segundas, se sienta confuso con este principio, y aún
queriendo en su corazón que sea verdad, lo acabe por negar intelectualmente y
en la vida del día a día.
La aplicación de eta máxima
en su mayor pureza es ilustrada por San Martín de Tours (316-397) al dar su
capa, en un día frío de otoño, a un indigente semidesnudo que se muere de frío
y que había encontrado en un camino. Martín le podía haber dado una moneda de
oro, que daría para comprar no solo una capa sino muchas otras cosas buenas, y
además le habría ahorrado lo incómodo a él, a Martín, de pasar frío. Pero ese
habría sido un regalo inútil en el descampado en que estaban, si el mendigo
mientras tanto hubiera muerto de frío. Martín no solo dio lo que tenía, sino de
entre lo que tenía dio lo que el otro necesitaba, sacrificando su comodidad. De
modo semejante procedía la Madre Teresa de Calcuta (1910-1997) que solo tenía
aquello que ella podía dar y fuese deseado por aquellos a quien ella podía dar.
¿Cuál debe ser la medida de
nuestro dar? Santo Tomás de Aquino (1225-1274) propone: “No solo debemos dar a
los otros nuestros ojos, viendo por ellos; nuestros oídos, escuchando sus
angustias; nuestras bocas, predicándoles y aconsejándoles; nuestros pies, de
modo que puedan andar a su servicio; nuestros corazones, para que puedan
meditar en su ayuda; sino que también les debemos dar todo lo que tengamos de
bienes espirituales y temporales”. Qué cantidad de problemas no resolveríamos en Portugal (1) si siguiésemos
este modo de dar…
Professor de Finanças, AESE
(1) Este modo de dar vale
para cualquier ser humano, así que la
enseñanza de este precioso texto puede aprovechar a cualquier persona, de
cualquier lugar del mundo…
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