¡Cuánto necesitamos unas palabras bien dichas, inspiradas en el Bien y la Verdad!, como estímulo para la tarea diaria: monótona unas veces, imprevisible otras, y ardua y hasta penosa en ocasiones. Las siguientes palabras dichas hace tantos siglos por San Zenón responden perfectamente a esta necesidad en nuestros días, sin tiempo para la reflexión, por la fe que las inspira, la coherencia que transmiten, y el agradecimiento que expresan:
(San Zenón de Verona. Obispo. 308)
“¡Oh caridad, qué buena y rica eres! ¡Qué poderosa! Nada posee el que no te posee. Tú sola has sabido hacer de Dios un hombre. Tú le has hecho humillarse y alejarse por un tiempo de su inmensa majestad. Tú lo has retenido prisionero nueve mese en el seno de la Virgen. Tú has sanado a Eva en María, Tú has renovado a Adán en Cristo. Tú has preparado la cruz para salvación de un mundo ya perdido.
Oh amor, tu eres quien, para vestir al desnudo, consientes tu propia desnudez. Por ti, el hambre es un manjar suculento si el hambriento ha comido tu pan. Tu fortuna se la has concedido entera a la misericordia. Tú no sabes hacerte rogar. Socorres al instante a los oprimidos, cualquiera que sea su apuro.
Tú eres, oh caridad, la que unes los misterios celestes a las cosas humanas y los misterios humanos a las cosas celestes. Tú eres la guardiana de todo lo divino.
Tú gobiernas y ordenas en el Padre. Tú eres quien te obedeces a ti misma en el Hijo. Tú eres la que gozas en el Espíritu Santo. Porque eres una en las tres personas, no puedes ser dividida. Brotando de la fuente que es el Padre, te derramas entera en el Hijo sin salir del Padre. Con todo derecho se dice Dios es Amor, porque sólo tu guías el poder de la Trinidad.”
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