martes, 7 de agosto de 2012

Malos tiempos



Reconozco que empiezo a sentir cierta inquietud, o miedo, sin eufemismos ni evasivas. Comprendo, por otra parte, que son casos aislados, de personas incapacitadas para el autoanálisis, y por supuesto para la autocrítica; tampoco admiten con agrado la ayuda que precisan para analizar las causas de su mala situación.

Pero lo cierto es que se nota cómo el ambiente se va enrareciendo, las quejas suben de tono, y muchos se creen justificados para agredir, verbalmente por el momento, a las instituciones y a las personas que, disfrutando de ingresos, no ayudan a las personas que viven en la calle o carecen de ingresos suficientes. Se oyen amenazas como “esto va a ser peor que Grecia”, o lees asombrado en la prensa del día que Sánchez Gordillo asalta un supermercado para llevar comida a los necesitados.

Hoy he vuelto a dejar la oficina con la cabeza cargada y el corazón un tanto entristecido, porque se grita demasiado, se acusa a diestra y siniestra, a la iglesia de manera desconsiderada porque se está en un servicio que ella presta desinteresadamente; a todas las instituciones porque ni dan bastante ni como ellos quisieran. Mal momento, ahora muchos quieren solucionar todos los problemas de todos, y así se consideran justificados, o mejores que los demás.

Sí, malos tiempos se avecinan, la cizaña que hace tiempo viene creciendo en nuestra sociedad, con el consentimiento o por la indolencia de muchos, amenaza con apoderarse del sembrado; cuando nos hemos decidido a arrancarla vemos que, como nos dice la parábola, se causa enorme daño al sembrado, muchos son los que no distinguen ya entre la cizaña y las espigas. Estamos en ese tiempo de espera e incertidumbre, procurando que el sembrado se fortalezca, y esperando al final una abundante cosecha que nos libre a todos de la ruina y la desolación que nosotros mismos habríamos causado.

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