domingo, 12 de agosto de 2012

Una abuela inagotable





Una abuela inagotable, tanto en sus fuerzas como en cuidar de su familia. ¿Cómo puede una abuela que viene  de muy lejos a trabajar a España, y lo más que encuentra es un trabajo para cuidar a un señor mayor un tanto “malaje”, año tras año ya van seis,  en cuya casa vive interna pero sin derecho a comida, mandar la mayor parte de sus ganancias a sus siete hijos y sus numerosos nietos allá en la R. D.?

Yo supongo que esto tendrá que ver con algo milagroso, tiene que tener muy dentro de su corazón a cada uno de sus hijos y nietos para resistir estas condiciones de vida, alejada físicamente de los suyos, día y noche cuidando de un señor extraño, poco amigable, por muy poco salario.

Aunque, también el milagro está en que ella vive con cien euros al mes, para pagar las medicinas, porque es diabética e hipertensa, en lo que gasta más de treinta euros al mes, algo le dará también al nieto que la acompaña a cáritas. Los dos presentan un aspecto absolutamente normal, y su trato es sumamente agradable. El resto de todo lo que gana, la mayor parte, la envía a su numerosa familia en la R.D, cada mes, y aún pide que no le falte el trabajo.

De cualquier modo el milagro puede que esté en esa forma de entender la vida las personas mayores, capaces de sacrificarse, de renunciar a todo - palabras que hoy causa risa o desprecio -  por sus hijos, y lo hacen sin quejarse, sin pensar en sí mismos,  convencidos de que eso es lo que tienen que hacer. ¡Bendito sea Dios!, le digo al despedirlos, yo se lo digo para agradecer a  Dios haber conocido a una persona extraordinaria, pero ella contesta con las mismas palabras, aceptando la voluntad de Dios con buen talante.

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