José Luís Nunes Martins
jornal i,
14 dezembro 2013
http://www.ionline.pt/iopiniao/desinteresse-amor
El amor es un acto íntimo, origina y singular. Una fuerza que se define cada vez que se hace protagonista de una vida concreta.
Amar no supone reciprocidad. Será nuestro natural egoísmo el que tiende a hacernos creer (y querer) que la felicidad pasa por recoger lo máximo sin tener que entregar lo mínimo.
El amor no es universal ni frecuente. Pocos son capaces de comprender que el valor de una existencia es servir a otra. Ser instrumento. Entregar la propia vida a favor de la realización de la felicidad de otra, sin contar pérdidas o recompensas por sus gestos.
Uno de los principales equívocos al respecto del amor resulta de la semejanza que se da entre mi egoísmo y el amor de otro (por mi)… de hecho, estas dos tensiones tienden a un mismo fin, hay incluso aquello que parece ser una especie de sintonía perfecta, una comprensión plena… pero, en realidad, se trata de un amor y un egoísmo. Una felicidad y una infelicidad, en orden inverso a las apariencias.
Cada vez hay más gente deseosa de ser feliz, creen incluso que es un derecho suyo –resultante de un deber de otros… descubren que se es feliz en recibir… y, así, buscan en todas las fuentes- y todas las fuentes le parecen poco… se fatigan de tanto deseo, sin darse cuenta que, al final, ser feliz comienza en dar… en el talento divino de ser don en la vida de otra persona.
Nadie se ama a sí mismo. Es preciso que nos abandonemos para que nos podamos encontrar. Es para el intervalo entre lo que soy y lo mejor que puedo ser, que debo ser. Potenciando todos y cada uno de mis talentos. Siendo… siempre en el mejor sentido, en aquel que va de mí para el otro.
Cuando se establecen asociaciones con contabilidad organizada, en las cuales se registra cada gesto, donde todo no pasa de una especie de máquina de equilibrios y juegos de cesiones… ahí, no hay amor, la exigencia no es parte del amor – es la esencia del egoísmo.
El amor es natural, no al ser humano, sino al ser divino. Es por el amor, sin embargo, por lo que el hombre se hace imagen y semejanza de Dios.
Son muchos los que no
consiguen imaginar que alguien ame a quien le quiere mal. Pero la maldad no se
combate con maldad… y es a quien escoge el mal quien más precisa del amor para
salvarse.jornal i,
14 dezembro 2013
http://www.ionline.pt/iopiniao/desinteresse-amor
El amor es un acto íntimo, origina y singular. Una fuerza que se define cada vez que se hace protagonista de una vida concreta.
Amar no supone reciprocidad. Será nuestro natural egoísmo el que tiende a hacernos creer (y querer) que la felicidad pasa por recoger lo máximo sin tener que entregar lo mínimo.
El amor no es universal ni frecuente. Pocos son capaces de comprender que el valor de una existencia es servir a otra. Ser instrumento. Entregar la propia vida a favor de la realización de la felicidad de otra, sin contar pérdidas o recompensas por sus gestos.
Uno de los principales equívocos al respecto del amor resulta de la semejanza que se da entre mi egoísmo y el amor de otro (por mi)… de hecho, estas dos tensiones tienden a un mismo fin, hay incluso aquello que parece ser una especie de sintonía perfecta, una comprensión plena… pero, en realidad, se trata de un amor y un egoísmo. Una felicidad y una infelicidad, en orden inverso a las apariencias.
Cada vez hay más gente deseosa de ser feliz, creen incluso que es un derecho suyo –resultante de un deber de otros… descubren que se es feliz en recibir… y, así, buscan en todas las fuentes- y todas las fuentes le parecen poco… se fatigan de tanto deseo, sin darse cuenta que, al final, ser feliz comienza en dar… en el talento divino de ser don en la vida de otra persona.
Nadie se ama a sí mismo. Es preciso que nos abandonemos para que nos podamos encontrar. Es para el intervalo entre lo que soy y lo mejor que puedo ser, que debo ser. Potenciando todos y cada uno de mis talentos. Siendo… siempre en el mejor sentido, en aquel que va de mí para el otro.
Cuando se establecen asociaciones con contabilidad organizada, en las cuales se registra cada gesto, donde todo no pasa de una especie de máquina de equilibrios y juegos de cesiones… ahí, no hay amor, la exigencia no es parte del amor – es la esencia del egoísmo.
El amor es natural, no al ser humano, sino al ser divino. Es por el amor, sin embargo, por lo que el hombre se hace imagen y semejanza de Dios.
El amor no existe entre los seres humanos, en el sentido de atraerlos mutuamente, brota en el interior de quien lo escoge, y acoge, de forma libre y consciente como el sentido de su vida, llevando a esa persona al encuentro de otra, a lo mejor de sí, a lo mejor de a otra. Pero el propósito es el otro, la felicidad de otro… nunca la propia.
Por el amor nos aproximamos a la perfección, el camino comienza donde la imaginación ocupa los espacios vacíos que la realidad no ha llenado… poco a poco se aprende que sólo el amor nos torna dignos del mismo, y que es preciso que seamos capaces de liberarnos a nosotros mismos, de las amarras de nuestros narcisismos, de las garras de nuestras cobardías, para llegar a ser quienes podemos (y debemos) ser.
El amor une –el hombre a Dios. Derriba los muros de las incomprensiones y sobrevuela las montañas de la soledad. Es una voluntad creadora, pura bondad, generosidad de quien se atreve a soñar los sueños de otro… en un camino siempre solitario, por donde se sufre y se es feliz a cada paso. Sin condiciones, exigencias o promesas.
Cuando el amor es verdadero perdura, aún sin ningún estímulo para continuar…
¡El amor no exige nada, mas, lo espera todo!
He traducido el título a mi manera, por temor a que si traducía “el desinterés, o el desprendimiento, o la generosidad, del amor”, no se ajustaba bien al sentido de la crónica, con el permiso del autor, espero.
ResponderEliminarDe cualquier modo, yo estoy convencido que es el tema principal, el más necesario hoy día, y justo elige José Luis el contraste con la economía, que es todo interés, o sea egoísmo.
Hoy se miden las personas, en muchos casos, por su interés, si es interesante, es útil, me distrae, y a mí eso me interesa.
Sí, no vendría mal hoy un poco de romanticismo, del bueno, aunque yo creo que hoy se deja el romanticismo para los juegos, los robots… Bueno, quizá algún día algún creador de estos juegos tan fantásticos, en los que los seres inventados tienen capacidad d recuperarse, y de transformarse, llegan a convertirse en auténticos caballeros humanos del Santo Grial o de la fantasía, o con lo que nos quiera sorprender. Así cambiaremos el negativo de tu frase: “El amor no es universal ni frecuente”, por el afirmativo.
Muito obrigado, por un texto tan hermoso, es un espejo perfecto: refleja la realidad en un fondo más atractivo y sugerente para los que se miran el él.