lunes, 2 de diciembre de 2013

Una catástrofe maravillosa

Hoy contamos con la colaboración extraordinaria de Ícaro (seudónimo, claro está). Él quiere expresar su agradecimiento a las siguientes personas, Marsó Aldelrif, Rafael Barrios Puente, Pepi Gálvez Torreblanca y Jesús Gálvez Torreblanca.

Una catástrofe maravillosa

Borr día borras talde… camina con el andar inseguro pero enérgico. No es alto pero tampoco bajo, tiene la cabeza muy redonda, con una cicatriz en la parte posterior que se ve si te fijas un poco, consecuencia de un accidente de moto que no fue culpa suya, fue arrollado por un coche cuyo conductor iba borracho.
Trabajaba en una fábrica de conservas; es el único hijo varón, más pequeño que su hermana. Echa de menos poder hablar de vez en cuando tanto con su madre como con su hermana, él dice que tiene la culpa, porque le habían dado muchas oportunidades. Pero desde que tuvo el accidente dejó de trabajar y empezó a beber. Me dicen los que llevan más tiempo en este lugar, que lo recogieron en un parque de una ciudad al sureste, famosa por su pimentón  y las conservas de verduras.
Tenía una novia que estuvo con él los veinte días que pasó en coma. Ella se casó al tiempo con su mejor amigo, los tres se conocían desde el colegio, tienen un hijo al que le pusieron su nombre. Me cuenta que cuando ve al chico se emociona, de vez en cuando los padres le dejan que lo lleve al parque.
Él no es consciente de las secuelas que le dejó el accidente. Cuando tropieza o pierde el equilibrio le echa la culpa al mal estado de las calles o que alguien la ha desequilibrado. Hace dos años que no bebe, cuando alguien no entiende lo que dice, se cruza de brazos muy serio, y comienza la explicación siempre con la misma frase “amu a ve. Cuando se sube al coche siempre me recuerda que me ponga el cinturón a la vez que se lo está poniendo él. De vez en cuando le gasto alguna broma, yendo a una velocidad normal, lo cual hace que él se vuelque hacia el lado contrario, lo que provoca su enfado diciéndome que no tengo ni idea de conducir. Otra de las frases suyas al subir al coche es “avanti tutti”.
Le encanta la música, está empeñado en pertenecer al coro de la iglesia a la que va todos los domingos, muy repeinado y con sus mejores ropas. ¡Ah!, se me olvidaba, cuando en medio de una conversación estornuda o tose, o se le cae un poco de baba, siempre vuelve la cabeza a un lado, poniéndose en la mano un pañuelo, limpiándose rápidamente, y volviendo la cara  con quien está hablando, y diciendo otra de sus frases que a mí me produce mucha ternura: pedón”.
Lo de “borr día y borras tardes” es la forma de pronunciar sus deseos a cada persona que se cruza al andar.
Como ya habréis deducido, lo que él desea son buenos días y buenas tardes, según el momento del día. Vive de la buena voluntad de quien lo conoce, no tiene nada, pero tampoco necesita nada, todo lo que tiene lo da a los demás, un caramelo de menta, un dulce que le han dado en la confitería del al lado, un jersey, un pantalón, un dentífrico.

Yo lo miro y lo admiro, aprendo cómo se puede ser feliz con nada; me dice muy seguro que Dios está con él… Y yo lo creo.

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