Por José
Luís Nunes Martins
jornal i,
21 dezembro 2013
jornal i,
21 dezembro 2013
Ponemos poca confianza
en nosotros mismos. Estamos muy convencidos de que las buenas soluciones sólo
pueden llegarnos desde fuera, como si fuésemos incapaces de crearlas… ¿¡Cuantas
veces la fe y la esperanza aparecen como una disculpa confortable en la
que nos instalamos y dejamos de trabajar!?
Deseamos que todo cambie (para mejor), de una vez por todas, con sólo una llave
mágica y… mientras tanto, a dormir.
El desafío de la
existencia humana es otro. Para alguien que sabe esperar, es preciso luchar y
sufrir. Esperar no es permanecer a la espera, sino encontrar la forma de que
las cosas sucedan. Lo mejor del mundo
está en el fondo de nosotros mismos, pero es preciso que lo hagamos nacer y
crecer…
Las soluciones están,
en la mayoría de los casos, en el seno de los problemas, casi siempre en el
punto exacto donde ellas nacerán. Los problemas no son callejones sin salida,
sino muros a escalar: no son algo acabado, sino un proceso … no son qués, son comos.
Dios puede nacer en
nosotros, no viene de fuera, como un forastero. Es conocido. Es íntimo nuestro.
Son nuestras manos las que lo encarnan… él quiere llegar al mundo a través de
nuestras vidas.
Hay muchos que lo
quieren en lo alto, lejos (al final) de sus días… no aceptan esta forma de entender.
Esperan en otro Dios menos vulgar y más majestuoso… un Dios que trate de todo absolutamente
solo y que no dependa de nuestra voluntad, ni, mucho menos, de nuestro
esfuerzo.
Nos compete ser la
tierra fértil donde las simientes, que también somos, puedan crecer y fructificar. Abramos nuestra
vida a este Dios que quiere nacer… en nosotros y, a través de nosotros, a
nuestro prójimo…
La felicidad es fruto
de nuestro vientre, del amor que construimos, de la alegría que hacemos nacer…
Me aprovecho de la crónica para hacer una felicitación de Navidad: “Lo mejor del mundo está en el fondo de nosotros mismos, pero es preciso que lo hagamos nacer y crecer…
ResponderEliminarDios puede nacer en nosotros, no viene de fuera, como un forastero. Es conocido. Es íntimo nuestro. Son nuestras manos las que lo encarnan… él quiere llegar al mundo a través de nuestras vidas.”
Pues que sepamos hacer realidad este prodigio, este nacimiento misterioso, y muchas gracias por tus palabras, que nos ayudan a comprender mejor la Navidad.