sábado, 30 de noviembre de 2013

Teoría de la relatividad esencial



Por José Luís Nunes Martins
publicado em 30 Nov 2013 - 05:00

 La mortalidad de los que amamos debía llevarnos a amarlos de verdad. Cada día es un presente magnífico, igualmente para quien no lo reconoce.

La vida exige al hombre un compromiso con la verdad. Es fundamental para la felicidad que se hagan juicios correctos sobre cada uno de los fragmentos de nuestro vivir cotidiano. El punto de vista es esencial a la calidad del resultado final.

Nadie está a salvo de perder a los que ama, los bienes que posee o sus propias capacidades.

Debemos reflexionar de forma seria sobre lo que de malo puede ocurrir en nuestra vida, contemplar todos los infortunios posibles. Las muertes y las pérdidas a todos los niveles.

Reflexionar sobre todo mal posible es una decisión tan drástica como eficaz, porque nos revela de forma evidente lo que hay de bueno en nuestra vida y nos impele a sacar el mayor y debido  provecho de todo esto!

Nuestra habitual insatisfacción nos lleva a un estado de necesidad constante que, por más alta y meritoria que sea la conquista alcanzada, todo acaba, y después, nos  parece poco… y es así ya que, por la lógica del deseo insaciable, nos dejamos demoler por los vacíos que creamos en nosotros. Concentramos nuestra razón, emoción y alma en lo que deseamos y no en lo que tenemos… en lo que somos.

Son muchos los que creen tener asegurado lo que tienen, sin conciencia de  la verdad  de que nada es cierto, de que todo cuanto tenemos hoy es una especie de préstamo de la vida… que tiene que ser devuelto en cualquier momento, sin ningún aviso previo. La familia, la salud, los amigos, la casa, los bienes, los empleos, nuestras capacidades (andar, ver, etc.)…

¡Cuántos padres descubren demasiado tarde el valor de un simple minuto jugando con su hijo!
           
La solución es crear y alimentar un deseo por las cosas buenas que se poseen y, así, construir los fundamentos de una alegría profunda y duradera.

La mortalidad de los que amamos nos debía llevar a amarlos de verdad. Cada día es un presente magnífico, igualmente para quien, tan molesto consigo y con el mundo, no lo reconoce.
Es corriente considerar miserable el contentase con lo que le es dado a uno vivir… pero, será desgraciado quien se ciega por tanto deseo y se hace infeliz por decisión propia.

Pensar en la muerte y las posibles pérdidas no es pesimismo ni tristeza. Todo lo contrario, esta interpretación de la realidad crea las condiciones para que podamos apreciar lo poco (mucho) de que disponemos y así encontrar razones para ser felices. Nunca tiene que vivir la tristeza profunda de las grandes y merecidas culpas y arrepentimientos de los que sólo se dan cuenta del valor de algo después de perderlo.

La tragedia es una cuestión de tiempo. No es un si… sino un cuando. ¡La responsabilidad pasa por no fingir que es imposible!

Cada vez hay más gente apática. Como si sufriesen de una especie de sonambulismo crónico…. Se creen en un nivel superior de madurez pero no llegan siquiera a ser niños. Se someten a una insatisfacción permanente y pasan el tiempo atentos a lo que no tienen… creen que nunca les va a suceder nada malo en la vida, y más aún, llaman  morbosos y deprimentes a los que los alertan sobre la posibilidad y el deber de ser felices. Admiran el valor de lo que sueñan, desprecian lo que tienen en sus manos…

Hay cosas pequeñas que, al final, son dádivas enormes, bellezas sublimes escondidas en las cosas más vulgares… y tantos (¡tantos!) milagros y paraísos dentro de las personas  que muchos creen que son corrientes…

El valor de la vida es absoluto en cualquier espacio o tiempo. La referencia no debe ser lo que se deja, sino el bien que se puede perder. La inminencia de la muerte debía despertarnos a la bondad de la vida y llevarnos a celebrar cada fragmento de lo que tenemos y… somos.

Apreciar lo simple no es un fracaso sino una gracia. En este mundo, nada es común, nada se repite, todo es extraordinario.

Estamos muy cerca del secreto de Dios.


1 comentario:

  1. “Apreciar lo simple no es un fracaso sino una gracia. En este mundo, nada es común, nada se repite, todo es extraordinario.
    Estamos muy cerca del secreto de Dios.”
    Con estas dos frases me quedo hoy, solamente decir que cuesta mucho desprenderse de las propias fantasías, de la autosuficiencia, y sumergirse en la sencillez de cada día, ocupando el lugar adecuado y diciendo las palabras precisas, procurando que el entorno se mantenga limpio y aseado de estorbos e incomodidades… Estoy no quiere decir que no esté convencido de que cada día existen pequeños milagros, que lo estoy, sólo quiero llamar la atención de que cuesta mucho, mucho, ser sencillo, para poder ver estos milagros, y mucha gracia, claro, como bien dices, pues es un don que muchas veces no sabemos apreciar, ainda mais, lo despreciamos y nos reímos, o lo confundimos con la simplicidad.

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