sábado, 23 de noviembre de 2013

Temor y temblor



Por José Luís Nunes Martins
publicado em 23 Nov 2013 - 05:00


En cuanto seres humanos, nuestra esencia depende en gran medida de las relaciones que fuéramos capaces de construir, mantener e inmortalizar. Precisamos de otro, y de nuestro amor por él, para realizarnos a nosotros mismos. Conocer a alguien pasa por comprender sus relaciones, los puentes por donde él se hace quien es.

Nuestro punto de partida es una soledad esencial. Ese aislamiento es el terreno de la conscienia, donde nos juzgamos sin grandes apariencias, mejor o peor, por lo que fuimos, somos y pudiéramos ser…

La muerte asusta por varios órdenes de razones pero, tal vez, la soledad profunda con la que se debe subir a la cima de esa montaña esté en la base de nuestro mayor temor y temblor. Morir es un proceso, y un momento íntimo y personal, no se puede expresar ni compartir… único, colosal y desconocido, donde estaremos solos…

El sufrimiento se enraíza en la soledad de cada hombre. Pero ¿no será a caso apariencia? Cualquier hombre puede estar completamente solo, pero ninguno es en soledad. Hay quien ama,  hay quien solamente huye de la soledad de sí mismo… La soledad es siempre otra cuando estamos a la espera de lo que no depende de nosotros.

Cuanto más se ama, más posibilidad hay de que el  abandono se manifieste como un infierno, se siente más el vértigo de la nada y  la angustia del final del amor. Pero… el amor no tiene fin, sólo estaciones.

Sufrimos soledades pasajeras  que, en cuanto hombres, tenemos que atravesar siempre…  sufrir es parte del camino pero no su destino.

Quien ama nunca duerme completamente solo.


1 comentario:

  1. “Soledades pasajeras”. Me gusta esta calificación, y me parece acertadísima, porque de una manera o de otra nunca estamos completamente solos, podemos haber elegido mala compañía, podemos estar drogados, pero no queremos estar solos.
    Otra vez me viene a la memoria una frase que escuché de pequeño a una sabia mujer mayor, viuda y de pueblo: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”… en casa uno nunca está solo, y si está con Dios, mucho mejor, porque además está con todos a través del mejor Mediador; quiero decir en casa igual que si dijera en armonía con uno mismo, para lo cual tiene que tener una buena relación con el Absoluto.

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