Por José
Luís Nunes Martins
publicado em 9 Nov 2013 - 05:00
publicado em 9 Nov 2013 - 05:00
Podemos conocer el
corazón de alguien por sus afectos… pero tal vez se consiga llegar mejor a través
de un análisis de aquello a lo que renunció, o que decidió no querer…
En la vida humana nada
está determinado de antemano, más bien al contrario, la libertad nos ofrece un universo infinito de
posibilidades.
No existe el destino,
pero escoger es siempre preferir una opción, desechando todas las demás. Cada
hombre escribe su propio destino. Uno solo. De principio a fin.
La existencia humana es
un viaje hecho de elecciones. La vida implica la necesidad de decidir a cada
momento, siempre, cada uno de nuestros pasos. Podemos ir en cualquier dirección,
podemos hasta decidir no movernos, seguir un rumbo y después otro, hasta ir
hacia atrás… pasos más largos o más prudentes… podemos escoger todo, menos
dejar de escoger.
Siempre es posible
volver a empezar. Siempre. Pero nunca en el punto exacto donde ya escogimos y estuvimos.
Seremos siempre nuevos a cada instante y nadie se demora una hora más o menos,
ni puede vivirla más de una vez…
El tiempo nos hace
volar y la trayectoria revela nuestra identidad… en la separación que introduce
entre aquello que preferimos y aquello a lo que renunciamos.
Podemos conocer el
corazón de alguien por sus afectos… pero tal vez se consiga mejor a través de
un análisis de aquello a lo que renunció, o decidió no querer… al final, lo que
es, y lo que tiene valor, ¿será aquello que desechó para realizar lo que escogió?
Todo se complica mucho
más porque las elecciones no siempre se hacen entre el bien y el mal… buena
parte de las veces la vida nos exige que escojamos uno de entre dos bienes o
uno de entre dos males… el error y el arrepentimiento son probables y casi
garantizados… la felicidad parece imposible… al hombre nunca le corresponde el
lugar de Dios, pero, ¡aún así, sin saber distinguir las esencias de las
apariencias es posible escoger (el) bien!
La responsabilidad es
la capacidad de sumir las razones y emociones que son o fueron causa de un acto nuestro. Podemos revelar
nuestra grandeza tanto cuando erramos como
cuando lo asumimos de forma reflexiva.
Hay quien nunca cede a
la tentación suprema de considerar todo absurdo y la felicidad imposible, hay
quien nunca desiste de aceptar que todo tiene sentido aunque lo que a él le
pueda suceder ahora… hay quien hace su camino de aquí al cielo en la certeza íntima
de que este mundo no es el suyo.
Son muchos los que
quieren conocer las modas para nunca apartarse del camino de la multitud, suben
al tren sólo por ver a los otro hacerlo… pero hay también quien escoge hacer un
camino por donde nunca nadie fue… ninguna de las dos opciones es cierta,
ninguna es errada… sólo quien desiste de sí es el que nunca se encontrará.
Quien se aproxima a un
destino, se aparta de su origen… cambia el valor de lo que elige por el de lo
que renuncia. Pero, ¿lo que mueve a alguien que se encuentra en el camino entre
A y B, será el deseo de B, o el miedo a A? Si el amor es un excelente motor de
nuestras acciones, el miedo también lo es… lo cual provoca una tremenda confusión:
Hay quien finge amar por miedo a la soledad y quien vive en verdadera soledad
por miedo al amor… hay quien teme todo… y quien ama sin miedo a nada.
En el amor, hay quien
encuentra el sentido último a la existencia.
Por amor hay quien
entrega la propia vida.
Fantástica la crónica de hoy, es una descripción tan acertada de la vida. Pero me quedo hoy con esta frase o idea: “…Todo se complica mucho más porque las elecciones no siempre se hacen entre el bien y el mal… buena parte de las veces la vida nos exige que escojamos uno de entre dos bienes o uno de entre dos males… el error y el arrepentimiento son probables y casi garantizados… la felicidad parece imposible… al hombre nunca le corresponde el lugar de Dios, pero, ¡aún así, sin saber distinguir las esencias de las apariencias, es posible escoger (el) bien!”
ResponderEliminar¿Qué decir entonces hoy? Pues, de nuevo ¡muito obrigado!, ainda mais, José Luis