sábado, 14 de junio de 2014

Sentir y consentir




                                                        Ilustração de Carlos Ribeiro

No podemos controlar lo que sentimos, pero nos cumple, siempre, escoger entre consentirlo o dejarlo. No controlamos todo lo que pensamos, pero nos cumple la responsabilidad de escoger. No siempre optamos por decir o callar lo que es mejor, pero, a pesar de todo, es esencial trazar la línea que separa lo que queremos de lo que no queremos ser…

Ya lo que hacemos (y lo que no hacemos) depende, casi en la totalidad, de nuestra voluntad. Debemos pues ordenar lo que sentimos con vista a definirnos quien somos y quien queremos ser, a fin de actuar de acuerdo, sin grandes disculpas, mentiras o promesas vanas.

Cada uno de nosotros es la línea que va de lo que siente a lo que hace y que pasa por lo que piensa y dice… somos lo que escogemos sentir, pensar, decir y hacer. Somos querer.

La verticalidad de un hombre depende de la forma como asume lo que siente, de la profundidad con que piensa, de la verdad de lo que dice y del valor absoluto de sus acciones. Y, claro, de la armonía que consigue entre estas sus cuatro dimensiones.

Hay mucha gente desafinada… se pierden aunque algunos crean que así conseguirán sobrepasar (soslayar) la verdad. Un día se dan cuenta y comprenden que fueron al final esclavos del mundo, cuando podían haber sido señores de su destino.

La autoridad es el poder del autor, competiendo pues a cada hombre dominarse en los diferentes niveles, ordenándose en vista de su mayor bien.

No soy lo que siento, ni lo que digo, soy lo que quiero… y, en última instancia, lo que escojo hacer, por encima de todo.

Es propio del hombre elevase por encima de su condición animal, ponderando y juzgando sus acciones. Quien se rinde de forma pasiva a lo que siente, renuncia a ser hombre.

Es la esencia de la libertad: una voluntad esclarecida.

La espontaneidad de los instintos es algo primario, los apetitos son deseos pero no son voluntades, a pesar del engaño a que induce el lenguaje. Los apetitos son tendencias naturales básicas que corresponden a desequilibrios y necesidades primarias que, a pesar de todo, la voluntad humana puede superar. Los instintos son buenos, mientras son ordenados.

¿Cómo puedo llegar a ser quien yo quiero ser? A través del dominio de lo que consiento, pienso, digo y… hago.

No es bueno ser un solitario lleno de amor. Debe conseguir que esa voluntad se haga real, se practique, llegue al mundo concreto y lo enriquezca. Claro, importa analizar y evaluar muy bien lo que nos rodea, no vaya a abrazarse a alguien equivocado… es verdad que tenemos amor y brazos para dar, pero también tenemos ojos e inteligencia para escoger a quien debe llegar.

Si hay momento malos en la vida en que parece no haber nada que nos anime, será de esos, más que de cualquiera otros, de los que es  importante salir… buscar lo mejor con todas las fuerzas, contra todas las evidencias. Más determinante que las circunstancias será siempre la voluntad íntima de ser feliz. Las tristezas no pueden evitarse… son tiempos de extrema verdad y dolor, pero son momentos… a los que deben suceder otros momentos. En una línea en que el querer impera… a pesar de todo.

Todo tiene su tiempo, todo puede funcionar en armonía. Así haya buena voluntad.

Cuando andamos, un pié queda fijo para que el otro avance hacia delante. Importa aceptar que seguir de frente no es negar lo que queda atrás, sino que forma parte de algo mayor que el momento, mayor que el tiempo…


Desengáñese quien en esta vida piense que la lucha acaba después de una batalla. Siempre habrá más batallas, más heridas, tal vez aún más profundas, pero también más conquistas, más alegrías y siempre, siempre más vida… para continuar la lucha. Así hay que querer, para caminar rumbo a lo mejor de nosotros.

1 comentario:

  1. Hoy me ha resultado más agradable la traducción, porque me he metido en la música de la crónica; hoy tiene una música especial, como en el “Bolero de Ravel”, se van sucediendo y repitiendo de tal manera los conceptos y las ideas, que van construyendo, bajo la (batuta) mano firme del director, un yo formidable, portentoso. Ahora sólo falta que los demás oigan esa música maravillosa a través de nuestras palabras y nuestros hechos de cada día. ¡¡¡Muito, muito, muito obrigado!!!

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