José Luís Nunes Martins
jornal i
5 de julho de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/misterio-crescer
jornal i
5 de julho de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/misterio-crescer
Ilustração de Carlos Ribeiro
Cada hombre es un misterio que se va descubriendo a lo largo de toda su existencia. Todos estamos llamados a crecer, del primero al último día. Soltar las antiguas seguridades y partir en busca de nuevas y más fuertes esperanzas…. pero que nunca son las definitivas. Ser hombre es crecer siempre.
Todos somos niños y
jamás se pierde el deber de serlo. Nos cumple no dejar de querer saber y
preguntar, de mirar y ver, de soñar y hacer, de responder, de ayudar, de
intentar siempre, ¡aún cuando creemos no sea posible!
Un niño llena cualquier
casa y cualquier corazón. Los niños son amor hecho carne y hueso. Vida
rebosante, inmensa voluntad de vivir. Encuentran universos enteros en una hoja
caída, sonrisas en los rostros humanos más tristes. A los ojos de un niño lo
infinito está… en cada cosa.
Más que admirarlos por
lo que son, merecen el respeto por aquello que están construyendo en sí, por lo
que serán. Por el mundo que será el suyo, pero tal vez ya no el nuestro.
Con el tiempo se
aprende que no es bueno incomodar a los adultos con preguntas, menos aún con
buenas respuestas, como si el mundo de los mayores fuese un imperio de piedras
impenetrable; como si no fuese mejor compartir; como si fuese posible ser feliz
solo…
Debemos ser auténticos,
a fin de enseñar a los herederos del mundo la grandeza de un hombre que asume
las propias imperfecciones. En vez de críticos e implacables evaluadores, los
niños necesitan modelos, de carne y hueso, con talentos y faltas. La esencia de
la educación y el ejemplo. Es nuestra vida la que enseña. No son las palabras y
los sueños.
Mentir a un niño es
enseñarlo a mentir. Perdonar es enseñarlo a amar. Pero es bueno que sepamos
que, en muchas materias, deberíamos ser nosotros los que siguiéramos su ejemplo…
la mayor parte de ellas puede enseñarnos a ser felices. Sin grandes
dificultades. Al final, en el mundo, lo más importante es que podamos contar
unos con otros… y, quien sabe, entrar en el cielo juntos (¡nadie dice que no se puede esperar a la puerta!)
La vida está hecha de
elecciones. No todo está a nuestro alcance. Un sí es, en sí mismo, muchos nos.
Cada decisión concreta implica la renuncia de todas las posibilidades que había.
Pero decidir no es negar, es decir sí a
un camino y comenzar a recorrerlo. Dejando el lugar donde se estaba y siguiendo
adelante. Teniendo siempre presente lo que se va a ganar y no lo que se perdió.
Es bueno pensar como los niños, lejos de prejuicios, del pasado y del futuro. Vivir
el presente que la vida es.
Amar es escuchar. Es
estar atento al otro, ser honesto y paciente, permitirle que sea quien quiere
ser, y que crezca, que crezca siempre, todos los días… pues nadie debe ser hoy
lo que fue ayer.
Los niños no nos pertenecen.
Ser humano es ser libre. Siempre. Lo mismo cuando todos los sueños parecen
imposibles. Lo mismo cuando todos parecen querer decidir por nosotros. Lo mismo
cuando nos creemos condenados.
Sólo conocemos a quien
nos conoce. ¿Cuántas veces la mejor forma de conocer a alguien es contarle un
secreto nuestro y observar lo que esa persona hace con él?
Importa dar a los otros
el amor de escucharlos. El niño ama a quien es capaz de compartir con él. De
darle lo que es, poniendo cuidado en no exigir nada a cambio. Nuestros mejores
amigos son siempre los niños.
Parece que cuanto más
tiempo pasa por nuestra vida, menos sabemos mirar el mundo…
¡Por más que cueste, sierre
es tiempo de volver a ser niño!
Un tema hoy oportunísimo, porque cuantos más derechos les hemos ido concediendo a los niños, más abandonados los tenemos en nuestras propias casas, de mil maneras… El remedio está claro: “Debemos ser auténticos, a fin de enseñar a los herederos del mundo la grandeza de un hombre que asume las propias imperfecciones…”
ResponderEliminarPersonalmente me ha emocionado esta frase: “Al final, en el mundo, lo más importante es que podamos contar unos con otros… y, quien sabe, entrar en el cielo juntos (¡nadie dice que no se puede esperar a la puerta!)”
De nuevo gracias, José Luís, no tengas duda de que tus palabras escritas están a la altura de cualquiera, de cualquier edad o tiempo. Un abrazo.