sábado, 21 de febrero de 2015

Tiempo de balance y de equilibrio


21 de fevereiro de 2015

                                                    Ilustração de Carlos Ribeiro


Para andar más y mejor, casi siempre es necesario parar. De tiempo en tiempo es importante cuidar de saber cómo están las bases de lo que somos, en qué punto de fuerza está nuestro equilibrio.

Será importante que consigamos analizar y evaluar lo que escogemos, qué respuestas damos al mundo, qué sueños orientan nuestros pasos.

Hay quien cree que la paz se alcanza vaciando la mente, otros prefieren un examen serio a cada pilar de su identidad y de su evolución en el tiempo.

¿Cuántas veces me equivoco y no percibo que mi buena intención no tiene los resultados esperados, porque no estoy atento a los medios que utilizo para la consecución?¿Cuántas veces me creo señor de la razón y lo único que tengo es una interioridad profunda?¿ Cuántas veces me entristezco por cosas que, en verdad, no tienen la menor importancia? ¿La opinión de los otros es por eso decisiva? ¿Por qué razón?

Nunca necesitamos tanto de la luz como cuando estamos lejos de nuestro camino. Nuestra inteligencia tiene la capacidad extraordinaria de dividirse y de mirar para nosotros mismos en los papeles de protagonista y de espectador. En cada momento yo soy el autor y actor de mi vida, pero también el único testimonio. El que asiste a todas las escenas de la propia vida…

La pregunta es sencilla: ¿Qué gobierna mi vida?¿Mi razón u otro factor cualquiera?¿cuál?

Podemos aprender al observar a otras personas, de forma simple y eficaz, de sus errores y sus aciertos, parece, no obstante, que con nosotros mismos, pocas veces sacamos conclusiones serias y valiosas respecto de nuestra vida, de los fracasos y de los triunfos. La disculpa más común es que nuestra vida es demasiado complicada, que los factores se entrelazan, al punto de ser imposible comprender todas sus relaciones y consecuencias… pero si lo conseguimos con facilidad con la vida de los otros, por qué no lo hacemos con la nuestra?¿O será que las conclusiones que sacamos de la vida de los otros son una mero deseo de sentir el poder de juzgar?

Existe un equilibrio fundamental que requiere un cuidado continuo en la evaluación de las fuerzas que se van a necesitar, debemos distinguir tan bien cuanto sea posible tres tipos de cosas: las que sólo dependen de nosotros; aquellas cuyo origen nos sobrepasa completamente; y las demás, aquellas que, dependiendo de nosotros, no controlamos  sino de forma parcial.

Después de la distinción, importa evaluar cuál es la relación que hemos tenido con cada conjunto. Sucede muchas veces que perdemos tiempo y energías en intentar dirigir lo que no depende en absoluto de nosotros. Así como a veces dejamos de decidir sobre lo que sólo depende de nosotros, entregando el resultado a la casualidad y quejándonos de nuestro triste destino…

La existencia humana será tan profunda como rica. La mía y la del otro. No hay vidas simples y lineales. Importa que seamos capaces de juzgar que nuestra vida es más de lo que pueda ser cualquiera otra. Somos todos valiosos y profundos.

Ser libre pasa por decidir y hacer, más que por las palabras. El silencio es esencial a quien quiere estar atento al mundo, a fin de encontrar el mejor espacio y tiempo para cumplir sus sueños.

Tal vez en la paz de la humildad, consigamos sentir menos desórdenes, no perdiendo tiempo en desear que los escenarios sean otros… disfrutando, sí,  de nuestro mundo tal como es… permitiéndonos incluso, en el límite, la alegría sublime de descubrirnos en el camino de ser quien somos, a pesar de todo. Tal vez no tan avanzados como nos gustaría, pero por eso puede ser señal de que tenemos futuro.

No somos lo que fuimos ni seremos lo que somos.


Cada uno de nosotros vive un compromiso entre lo temporal y el infinito, en un largo equilibrio entre el naciente y el océano.

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