domingo, 24 de mayo de 2015

Julieta y la Biblia




No, esta Julieta no es la homónima heroína del drama de Shakespeare, sino un personaje mucho más corriente. Pequeña -no levantaba del suelo más que metro y medio- y con dos diminutos ojos oscuros siempre chispeantes, esta Julieta era vieja costurera que iba a nuestra casa a trabajar. Para nosotros, los niños, ella era nuestra principal contadora de historias.

Sentada en su silla pequeña, en el cuarto de costura, junto a la cocina, sabía un montón de leyendas fantásticas, que nos repetía incansablemente, mientras sus manos zurcían unas medias gastadas, cosían un dobladillo, reforzaba las rodilleras de unos pantalones, o remendaba las  coderas de alguna camisa más gastada. De sus cuentos emergían monstruos y hadas, árboles que hablan y princesas encantadas, toros furiosos y castillos encantados, que tenían siempre la virtud de entretener y divertir.

Se llamaba Julieta Patraquim de los Ríos, pero era una Julieta sin Romeo, porque sus historias no eran dramas de faca e alguidar, sino enredos maravillosos, que nos ponían la imaginación a bailar. Su extraño apellido, Petraquim, tal vez por rimar con Arlequim, estaba perfectamente ajustado a su arte de distraer, mientras sus laboriosas manos iban trabajando las piezas de ropa que descansaban en su regazo, a veces entre los vestidos de alguna muñeca que, a escondidas de nuestra madre, mis hermanas le pedían que cosiese. En cuanto a su último apellido, de los Ríos, no podía ser más adecuado a su condición de cronista cotidiano del reino fuera de la casa: ¡lo mismo de los reyes, de los príncipes y princesas, de los caballeros y las damas, de los pajes y las brujas, de los duendes y de los más insólitos personajes que imaginarse pueda!

No se lo que fue de Julieta, fallecida de hecho hace mucho tiempo, ni de su dedal, ni de la tijera que traía colgada al cinto. Le perdí el rastro, pero no el de sus historias, que volví a encontrar… en la Sagrada Escritura. Sí, la Biblia es el libro más fantástico y realista del mundo. Y, por ser palabra de Dios, es necesariamente, verdadero.

En las historia de Julieta había animales que hablaban y, en el Génesis, es una serpiente la que habla con Adán y Eva. Había princesas enterradas, cuyo cabellos eran las ramas de los árboles, y en la Biblia, el fruto prohibido fue envenenado por la desobediencia del primer matrimonio. Había toros azules, pero infinitamente inferiores  a la zoología surrealista del Apocalipsis –“los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, cubiertas de ojos por fuera y por dentro (Ap 4, 8) – que sobrepasa, en su creatividad ilimitada, la prodigiosa imaginación de Bosch, o de Dalí.

Fue así como aprendí que la Biblia es un libro infantil, del primero al último texto. Si, en el Génesis, la primera mujer es hecha de una costilla masculina, en el Apocalipsis, miríadas y miríadas de ángeles se enfrentan en luchas cósmicas, que dejan la Guerra de las Galaxias reducida a la insignificancia de un folletín de cordel. El arcángel Miguel pelea y gana una lucha infernal al “gran dragón de fuego, con siete cabezas y diez cuernos” que, “con su cola, barrió la tercera parte de las estrellas del cielo, y las lanzó a la tierra” (Ap 12, 3-4). Comparado con ellas, el superhombre, de capa al viento y tanga llamativo, es de un ridículo atroz, para no hablar del Zorro y su antifaz carnavalesco, o de otras criaturas inferiores.

Si la Biblia fuese solo para los eruditos, sería un tratado de fórmulas matemáticas, inaccesibles para el común de los mortales. Como es para todos, recurre a una lengua universal, cual es la de los cuentos de hadas. Pero no se piense, con todo, que el Antiguo y el Nuevo Testamentos no pasan de fábulas para ingenuos. Al contrario, son una explicación realista del mundo y del hombre, donde constan todas las virtudes y vicios, como en las tradicionales historias infantiles, también plagados de bellas y buenas princesas y brujas feas y malas. También en la poesía de un salmo, o en la lengua figurada de una parábola, hay, aunque no del mismo modo como en los compendios científicos y filosóficos, verdadero saber.

Cristo dice, en un momento de jubilosa exaltación, que Dios se reveló a los simples y no a los sabios (Lc 10, 21). Por eso, al viejo Nicodemo le fue dicho que tenía que nacer de nuevo, o sea, hacerse niño, porque el reino de los cielos es de los pequeños. Gracias a la Biblia, pequeños y grandes aprenden a conocer la realidad, no como una doctrina aburrida, sino como la maravillosa y verdadera historia de amor y de aventura de Dios con la humanidad.


¡Muy agradecido, Julieta, por haberme enseñado a soñar porque, como decía el poeta, es por el sueño como vamos …  a Dios!

sábado, 23 de mayo de 2015

El amor no sucede. Se decide.

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23 de maio de 2015 


                                                    Ilustração de Carlos Ribeiro

Hay quien cree que el amor es ajeno a la voluntad humana, algo superior que elige, envuelve y conduce… y que casi nada se puede hacer ante tamaña fuerza. Eso es una mera pasión en su sentido menos noble. Y en ese caso, sí, el amor acontece… al contrario, amar es estar por encima de las pasiones y de los apetitos.  Aún cuando el amor nace de una espontaneidad, resulta de un claro discernimiento.

El amor proviene de una decisión. De un compromiso. Se construye de forma consciente. A través del heroísmo de alguien libre que decide ser lo que pocos se atreven. Escoge como fin de sí mismo ser medio para la felicidad de aquel a quien ama. Sí, se decide a amar y, sí,  decide a quien amar.

El amor auténtico es raro y extraordinario, aunque su nombre sirva para casi todo… la mayor parte de las veces designa egoísmos entremezclados, cada vez más comunes. Son pocos los que se aventuran, los que arriesgan todo, los que se disponen a amar aún cuando saben que pocos se dan cuenta de lo que hacen, de su  por qué y del  para qué

El amor no supone reciprocidad. Amar es darse por completo y aceptar todo… no se contabilizan ganancias y pérdidas, porque su mayor ganancia es eso mismo: perderse. Entregar el cuerpo y el  espíritu, el pasado y el futuro, la razón y el corazón… no es ser la mitad de cualquier cosa, es darse entero a cambio de nada.

Quien ama nunca se funde ni confunde con el amado. Los egoísmos buscan modificar al otro para hacerlo a su imagen y semejanza. El amor acepta y promueve el ser del otro, en tanto que la verdad libre es autónoma, con su significado, curso y valor propios.

El amor envuelve alegrías puras y tristezas profundas, sonrisas sinceras y dolores profundos. Amar no es ser feliz. Pero será mucho más importante amar que ser feliz, porque sólo es feliz quien ama, sea en este momento o en la eternidad.

Nunca se está tan cerca de la soledad absoluta como cuando se es capaz de amar. El riesgo de todo ser absurdo… es grande. Enorme. En cambio el amor es una perfección, no una perdición. Es una virtud porque resulta de una elección responsable, un compromiso íntimo de alguien con otra persona a quien se da lo mejor de sí… cara a cara con la posibilidad de lo peor de los fracasos: una vida en vano.

Es más fuerte que la muerte. Cuando se ama a alguien, su pérdida sólo profundiza y eleva, engrandece y ensancha el corazón de quien, a pesar de todos los sufrimientos, miedos y angustias, aquí decide no ser da aquí. La verdad es que si todos los caminos nos llevan al mañana, sólo el del amor nos conduce a la eternidad.

Amar es renunciar a mucho, a casi todo, sentir, pensar y decir no… a todas las otras posibilidades, a la superficialidad y a los placeres, al propio egoísmo que intenta imponerse, tantas veces, como si fuese una cuestión de supervivencia.

Amar es crear. De nada hacer todo. Su esencia escapa por completo a la comprensión humana. Su lógica es otra… El amor es divino. Quien ama se hace a si mismo imagen de Dios.

Se necesita mucho coraje y una nobleza suprema para sentir, pensar y decir cada día y cada noche: ¡sí, quiero! ¡Sí, amo!

domingo, 17 de mayo de 2015

Bye bye Cristo-Rei!



La laicidad no es una invención del iluminismo, sino cristiana, pero el laicismo es una herencia del terror revolucionario francés, que tuvo seguimiento en los regímenes totalitarios del siglo XX.

Ahora es en serio: el Cristo Rey es inadmisible. No el propio, entiéndase, que tiene ciertamente lugar en el reino de los Cielos, aunque no en esta república nada dada a realezas, sino su gigantesca estatua, en la orilla del río Tajo. ¿Por qué? Porque su dimensión y su forma en cruz son un atentado a la laicidad nacional.

Es lo que resulta de la decisión del tribunal administrativo de Rennes, que ordenó la retirada de un monumento, de ocho metros de altura, a San Juan Pablo II, en Ploërmel, en departamento de Morbihan, en la Bretaña francesa, por entender que el mismo infringe las normas vigentes sobre la laicidad del Estado.

La estatua del santo Papa polaco, que ciertamente fue menos perseguido por los comunistas de su tierra natal que lo es ahora en la patria de la revolución francesa,  está encuadrada en un monumental arco de piedra, a su vez sobre una enorme cruz que, por su colocación y sus dimensiones, tiene, según el veredicto judicial “características ofensivas” según el principio constitucional de la laicidad. Patrick Le Diffon, autarca de Ploërmel, para evitar cualquier connotación anticlerical o persecutoria de los cristianos, afirmó que el monumento fuera erigido al hombre de Estado y no al pontífice. Estrafalaria disculpa que no cuela, incluso porque Karol Woltyla está representado con los ornamentos litúrgicos, o sea, como Papa y no como estadista.

¿Si una cruz, un arco y un santo revestido son un insulto a la laicidad, no lo son también la fachada de Notre Dame y las torres señeras de todas las iglesias francesas, también ellas de grandes proporciones y, en general, rematadas por un crucifijo? ¿Y la estrella de David de las sinagogas judías, o la media luna de las mezquitas musulmanas, no son también agresivas para los incrédulos? ¿Y las pinturas y esculturas de temática religiosa del Louvre y otros museos, por
ejemplo, no serán también un ataque a quien no cree? ¿No sería entonces prudente que, además de la retirada de la estatua de San Juan Pablo II, se destruyesen también todas esas señales de cultura religiosa de la hija primogénita de la Iglesia?

Esta furia iconoclasta no es nueva, ni exclusiva del laicismo francés. Es vieja como el fanatismo, religioso o ateo, de todos los tiempos y eras. También los talibanes y los guerrilleros del llamado Estado Islámico piensan y actúan del mismo modo: por este motivo ya han destruido innumerables monumentos históricos y tesoros religiosos de incalculable valor. Por el contrario, la Iglesia católica, aunque también haya tenido, más por excepción que por regla, actitudes de esta naturaleza, colocó en el  centro de la emblemática plaza de San Pedro, en Roma, un obelisco egipcio, como pedestal de la cruz de Cristo. También muchos papas, auténticos mecenas de la cultura, coleccionaron obras de arte pagano, que aún hoy se pueden contemplar en los museos vaticanos.

El laicismo es para la laicidad como el fundamentalismo para las religiones: en ambos los casos no son más que perversiones autoritarias y tiránicas, bajo apariencia, respectivamente, del respeto por la libertad, e, incluso, de Dios.

La laicidad no es una invención de la revolución francesa, ni del iluminismo, sino cristiana, porque es en el Evangelio donde se declara, perentoriamente, la separación entre poder temporal y el espiritual: “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. (Mt. 22, 21). El mismo Cristo, al contrario de otos líderes religiosos, rechazó siempre la tentación del poder y rehusó dar, más de una vez, cualquier connotación política a su realeza exclusivamente sobrenatural. El laicismo sí, es una herencia del terror revolucionario francés, que tuvo continuidad en los regímenes totalitarios nazi y comunista, ambos también furiosamente contrarios a la libertad religiosa.

Como dijera recientemente el Papa  Francisco, “En la óptica cristiana, razón y fe, religión y sociedad son llamadas a iluminarse recíprocamente, apoyándose la una a la otra y, si fuere necesario, purificándose mutuamente de los extremismos ideológicos en que pueden caer. La sociedad europea entera sólo puede beneficiarse de una revitalizadora conexión entre los dos ámbitos, tanto para hacer frente a un fundamentalismo religioso que es sobre todo enemigo de Dios, como para objetar a una razón “reducida” que no honra al hombre”. (Discurso al Consejo de Europa, 2-11-2014)

¡Del fanatismo laicista y del fundamentalismo religioso, líbranos, Señor! ¡Y viva Cristo Rey que, de la orilla del Tajo, abraza Lisboa y esta tierra de Santa María, mientras que, del otro lado del Atlántico, sonríe para Río de Janeiro desde lo alto del Corcovado y bendice la tierra de la Vera cruz!

Sacerdote católico



sábado, 16 de mayo de 2015

“Somos este momento que dura” (Somos a cada instante)




                                                        Ilustração de Carlos Ribeiro

La vida es un viaje incluso para aquel que nunca ha salido del mismo lugar. Hay quien sale para descubrir todos los rincones del mundo sin darse cuenta que cada día, en un mismo punto, es diferente del día anterior… que todo cambia a cada instante. Al invierno sigue la primavera, pero siempre es una primavera nueva, única… auténtica.

Cuanto más deprisa nos desplazamos en el espacio, menos nos movemos en el tiempo. Es posible parar en un determinado lugar y ver el tiempo pasar por allí, por el mundo y por nosotros mismos… es posible pasar así por el tiempo. Profundizar en nosotros mismos y buscar allí un pasado o un futuro lejanos… es posible viajar en el tiempo, sin salir del lugar.

Hoy parece que todos tienen prisa. Se puede pensar incluso que será para aprovechar el tiempo que queda para algo valioso… pero no acostumbra a ser así. Las personas tienen prisa porque huyen sin saber siquiera de que… pero, intentan escapas de sí mismos.

Pocos de nosotros conseguimos estar a gusto en nuestra propia compañía. Mientras tanto, algunos creen que tienen derecho a imponer su compañía a otros… se cansan de sí mismos pero se creen agradables a los otros. Destruyen su tiempo y hacen perder el ajeno. A menos que los otros tengan para con ellos la paciencia que ni ellos mismos tienen para sí mismos.

Hoy se vive demasiado lentamente. A pesar de la agitación y velocidad, la mayor parte de los hombres gira sólo en torno a sí mismo. Como si el mundo fuese sólo yo. No hace nada a pesar de estar en constante ebullición. Pero es sólo apariencia. Por eso se aborrecen a sí… no se soportan porque nunca se perfeccionan. El tiempo los llama pero ellos no quieren ir. Los otros tienen mundos nuevos y maravillosos abiertos para los cuales ellos no quieren ir. Los otros tienen mundos nuevos y maravillosos para los cuales ellos no quieren siquiera abrir los ojos.

Las vacilaciones y precipitaciones son formas de perder el tiempo. Escoger el momento exacto, esperar con paciencia hasta que llegue, es garantizar que no nos contentamos con soluciones pasajeras y mediocres… se puede esperar una vida entera por el momento oportuno, pero un momento puede bastar para que toda la espera haya valido la pena… y, aunque no llegue, habremos sido vencedores en nuestro empeño de ser quien somos. Pero, muchos de nuestros sueños no son de este mundo.
  
Es sabio ser prudente, así como corajudo para arriesgar todo cuanto llega el momento. Pensar y sentir exigen tiempo y determinación. Esperanza y desprendimiento. Reserva y prontitud.

El que sabe lo que quiere se toma su tiempo. Sin prisas, porque la tarea de ser feliz no exige más que perfección… pueden pasar los años, pero la obra queda para siempre, el coraje y la fuerza de los que se entregaron a levantar algo más grande que ellos. No se hace un castillo o un palacio en un año, tampoco en un mes… pero hay quien los quiere en una semana o incluso en un minuto… no comprenden que parte de la belleza y la fuerza de las grandes obras es la manifestación del interior de quien las soñó y levantó.

¿Cuánto de nuestro tiempo es sólo nuestro?

Todo pasa. Lo mejor y lo peor. Pero si fuéramos capaces de abarcar el tiempo con nuestras manos, los buenos momentos serían más duraderos y los malos más pasajeros. Somos un tiempo. Un instante que dura. Un pedazo de eternidad.


Todo pasa. Pero nada vuelve a pasar.

viernes, 15 de mayo de 2015

Del “Discurso a DIOGNETO” (siglo II) (Homenaje a los cristianos perseguidos hoy)



Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su lengua, ni por sus costumbres. …La doctrina que les es propia no ha sido hallada gracias a la inteligencia y especulación de hombres curiosos. Habitan en sus propias patrias, pero como extranjeros; participan en todo como los ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros.

Se casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. Ponen mesa común, pero no lecho... Están sobre la tierra, pero su ciudadanía es la del cielo. Se someten a las leyes establecidas, pero con su propia vida superan las leyes. Aman a todos, y todos los persiguen... Son llevados a la muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos (/2Co/06/10)... Son calumniados, y en ello son justificados. «Se los insulta, y ellos bendicen» (1 Cor 4, 22). Hacen el bien, y son castigados como malvados. Ante la pena de muerte, se alegran como si se les diera la vida.

>>>  lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo.

…  están por todas las ciudades del mundo.
…  habitan también en el mundo, pero no son del mundo...
…  y el mundo aborrece a los cristianos sin haber recibido mal alguno de
     ellos, sólo porque renuncian a los placeres.
… los cristianos aman también a los que les odian. ..
… El alma inmortal habita en una tienda mortal,
…mientras esperan la inmortalidad en los cielos.
            … El alma se mejora con los malos tratos en comidas y                   bebidas, y los cristianos, castigados de muerte todos                   los días, no hacen sino aumentar: 
                tal es la responsabilidad que Dios les ha señalado, de la que no sería licito para ellos                   desertar.
  
>>> lo que ellos tienen por tradición no es invención humana:

·         el que es verdaderamente omnipotente, creador de todas las cosas y Dios invisible, él mismo hizo venir de los cielos su Verdad y su Palabra santa e incomprensible, haciéndola morar entre los hombres y estableciéndola sólidamente en sus corazones.
·         No envió a los hombres … a un servidor suyo, … sino al mismo artífice y creador del universo,  Aquel por quien todo fue ordenado, delimitado y sometido: … A éste envió Dios a los hombres.
·         Ahora bien, … lo envió con bondad y mansedumbre,…, como hombre lo envió a los hombres, como salvador, para persuadir, no para violentar…. Lo envió para invitar, no para perseguir; para amar, no para juzgar. Ya llegará el día en que lo envíe para juzgar, y entonces ¿quién será capaz de soportar su presencia?...


… Pero después que lo reveló por medio de su Hijo amado y manifestó lo que tenía preparado desde el principio, nos lo dio todo de una vez, a saber, no sólo tener parte en sus beneficios, sino ver y comprender lo que ninguno de nosotros hubiera jamás esperado.

…  nos permitió que nos dejáramos llevar a nuestro antojo por nuestros desordenados impulsos,... No es que tuviera en manera alguna complacencia en nuestros pecados, pero los toleraba (…) y habiendo quedado bien patente que nosotros por nosotros mismos no podíamos entrar en el reino de Dios, se nos conceda ahora la capacidad de entrar por el poder del mismo Dios (…) nos soportó, y compadecido de nosotros cargó sobre sí nuestros pecados. ÉI mismo «entregó a su propio Hijo» (Rm 8, 32) como rescate por nosotros: al santo por los pecadores, al inocente por los malvados, «al justo por los injustos» (1 Pe 3, 18), al incorruptible por los corruptibles, al inmortal por los mortales

>>> Si deseas llegar a alcanzar también tú esta fe,

No tienes idea de la alegría que te llenará cuando llegues a alcanzar este   conocimiento,
o del amor que puedes llegar a sentir para con aquel que primero te amó hasta tal extremo.
Y cuando llegues a amarle, te convertirás en imitador de su bondad…
la felicidad no está en dominar tiránicamente al prójimo, ni en querer estar siempre por encima de los más débiles, ni en la riqueza, ni en la violencia para con los más necesitados... Más bien el que toma sobre sí la carga de su prójimo, el que en aquello en que es superior está dispuesto a hacer el bien a su inferior, el que suministra a los necesitados lo que él mismo recibió de Dios, éste se convierte en Dios de los que reciben de su mano, éste es imitador de Dios.

 ·                    Entonces, aunque morando en la tierra, podrás contemplar cómo Dios es el Señor de los cielos; entonces empezarás a hablar los misterios de Dios; entonces amarás y admirarás a los que reciben castigo de muerte por no querer negar a Dios; entonces condenarás el engaño y el extravío del mundo, cuando conocerás la verdadera vida del cielo, cuando llegarás a despreciar la que aquí se tiene por muerte, cuando temerás la muerte verdadera, que está reservada para los condenados al fuego eterno que ha de castigar hasta el fin a los que a él sean arrojados. Entonces, cuando hayas llegado a tener conocimiento de aquel fuego, admirarás a los que por causa de la justicia soportan este fuego temporal, y los tendrás por bienaventurados.




jueves, 14 de mayo de 2015

De Cuba a San Fernando, mirando hacia Miami.



Hoy he conocido a A., otra víctima de la dictadura de los hermanos Castro. Lleva treinta años, ni más ni menos, en nuestro país, y no ha conseguido regularizar su situación legal ni hacerse ciudadano español.

Precisamente hoy, cuando todo el mundo se hace eco de la recepción del dictador Raúl Castro por el Papa. Está muy bien, pero a nuestro amigo, con setenta años, y sin papeles, no lo vi entusiasmado, más bien totalmente ajeno, y con la esperanza puesta en los cubanos de Miami, y poder contactar con algún familiar.

Comenzó a contarme cómo fue su llegada a España, hace treinta años, concretamente en el año ochenta y cinco, del siglo pasado. Es marino mercante, de carrera, y huyó de Cuba, de la atroz represión de los Castro. Llegó en avión a Barajas con otros cubanos, como tripulación que debía sustituir a otra en un barco mercante que zarpaba desde Canarias a Cuba. Huyó precipitadamente en un taxi hasta la embajada de Estados Unidos para pedir allí asilo, pero le respondieron que ellos no podían darle asilo ya que estaba en un país libre… Pero aquel gobierno era entonces amigo del gobierno Cubano, y no ayudaba precisamente a los que lograban huir de Cuba, porque no convenía a sus intereses políticos e ideológicos.

Al preguntarle cómo era la vida en Cuba y por qué se vino, me respondió emocionado, todavía, cómo lo peor era el aislamiento social, los insultos y el desprecio, con  que era tratado todo el que era declarado enemigo del régimen y del comunismo. Le pregunté si era creyente, y me respondió con una convicción envidiable, que claro, que él era bautizado. Pero entrar en una Iglesia suponía quedar señalado y marginado, por eso él no pudo entrar en la Iglesia, o visitar a nuestra Señora del Cobre, tanto como hubiera querido.

En España ha vivido siempre como persona sin hogar y sin papeles, ¡durante treinta años consecutivos!, y repite con asombro, moviendo la cabeza a un lado y a otro: “cómo puede existir un país como este, donde se pueda vivir sin papeles durante treinta años; aunque te pare la policía, no pasa nada, a no ser que cometas un delito…” Como él es un hombre tranquilo, pues eso, nadie se mete con él, ni para bien ni para mal.

Ahora quiere conseguir los papeles para poder salir algún día hacia Miami, donde viven algunos familiares suyos, y especialmente una sobrina, a la que esperamos que pueda localizar algún día, y compartir los últimos años de vida que le queden, que, a juzgar pos su aspecto, no serán pocos pues con setenta años no tiene una arruga, ni tampoco enfermedad alguna. Se ve que la calle no ha podido con él, y es, yo creo, por ese deseo tan fuerte de regresar con los suyos, y haber podido vivir en libertad.


¡Ojalá se la lleve con él pronto, la libertad,  para Cuba!

martes, 12 de mayo de 2015

NUEVA EDAD MEDIA. NUEVOS SEÑORES (Contra Vodafone)



Los nuevos Señores están convirtiendo de nuevo al mundo en un campo de intereses y luchas despiadadas. Parece esto  la caída del Imperio Romano, o algo así, aunque ahora las luchas son muy sofisticadas, desde luego, con las nuevas tecnologías y los nuevos medios de comunicación y de difusión instantáneos, llegando incluso a anticipar los acontecimientos…

Batallas tecnológicas, propagandísticas y virtuales, que les reportan pingües beneficios a costa de unos consumidores cada vez más frenéticos que conscientes; esclavos, diría yo, de las nuevas tecnologías, porque no nos aportan nada esencial ni tampoco nos hacen en verdad más felices, al contrario, nos generan una insatisfacción permanente.

Todo esto es para introducir un simple hecho:

Quería cambiar mi terminal de móvil, (después de tres años largos) con la nueva compañía Vodafone, que se ha tragado a ono, y parece que ahora nos quiere castigar a los antiguos clientes de ono por no haberlo sido de ellos antes…

 ¿¡Qué se yo!? ¡¡¡Que me explique alguien si es soportable, por un ser humano normal, tener que  estar una hora y tres cuartos al teléfono para llevar a cabo esa sencilla operación!!! Y no termina ahí la cosa, cuando llega la hora de la concreción del contrato, en los últimos minutos, nada de lo acordado en el proceso queda reflejado, sino lo que la empresa quiere, que es aumentar las cuotas y complicarte la vida otro poco más.

Bueno, eso sin contar que no tenía prevista la tardanza y he faltado a una cita…por no perder la comunicación que había estado intentando durante días… ¿¡Hay algo más absurdo!? ¿¡¡Nadie puede hacer nada contra estos nuevos “grandes señores”!!!? ¡¡¡Por favor!!!

Pido que me indemnice la compañía por el tiempo perdido, y los perjuicios ocasionados en mi vida particular, ¡¡¡ y todo por su inutilidad, su mal servicio y su falta total de consideración!!!, y por complicarme la vida tanto, ya que padezco del corazón y me han advertido del peligro que me suponen las alteraciones, los disgustos, o los sofocones.


¡¡¡Socorro!!! ¡¡¡Justicia, protección para los débiles!!!

domingo, 10 de mayo de 2015

La Mentira es la Base da Civilización Moderna



Por Teixeira de Pascoaes,

in "A Saudade e o Saudosismo"
http://www.citador.pt/textos/a-mentira-e-a-base-da-civilizacao-moderna-joaquim-pereira-teixeira-de-vasconcelos

La facultad de mentir es la que caracteriza a la mayor parte de los hombres actuales, que se basa en la civilización moderna. Ella se sustenta, como tan claramente demostró Nordau, en la mentira religiosa, en la mentira política, en la mentira económica, en la mentira matrimonial, etc… La mentira ha formado este ser, único en todo el universo: el hombre antipático.

Actualmente, a la mentira se le llama utilitarismo, orden social, sentido práctico; se ha disfrazado con estos nombres, creyendo así pasar de incógnito. La máscara le dio prestigio, volviéndola misteriosa, y por lo tanto, respetada. De forma que la mentira, en el orden social, puede practicar impunemente, todos los asesinatos: como utilitarismo, todos los robos; como sentido práctico, todas las tonterías y locuras.

¡La mentira reina sobre el mundo! Casi todos los hombres son súbditos de esta omnipotente majestad. Derrumbarla del trono; arrancarle de las manos el cetro ensangrentado, es la obra bendita que el Pueblo, virgen de cuerpo y alma, va realizando día a día, bajo la dirección de los grandes maestros de obras, que se llaman Jesús, Buda, Pascal, Espartaco, Voltaire, Rouseau, Hugo, Zola, Tolstoi, Reclus, Bakunine, etc. etc. …

Y los operarios que tiene trabajando en la obra de la Justicia y del Bien, fueron los parias de la India, los esclavos de Roma, los miserables del barrio de San Antonio, los Gavroches, y los moujiks de Rusia en los tiempos de hoy. ¿Por qué sólo la gente sincera, inculta y bárbara sabe realizar la obra que el genio anuncia?¿Qué intimidad existirá entre Jesús y los rudos pescadores de Galilea?¿Entre San Pablo y los esclavos de Roma? ¿Entre Danton y los hambrientos del barrio de San Antonio? ¿Entre los parias y Buda?¿Entre Tolstoi y los salvajes moujiks? ¿La azada llegará a ser hermana de la pluma?¿ El hambre de pan se transformará en hambre de luz?




sábado, 9 de mayo de 2015

¡Tal como la madre!



La explotación de las mujeres trabajadoras es una realidad en los ambientes laborales en que la maternidad es mirada con hostilidad por las entidades patronales

A la mesa estaban los tres hijos adolescentes cuando el padre los interrogó sobre sus planes profesionales. Mientras los pequeños se decidieron por las profesiones habituales en aquellas edades –futbolista, astronauta, bombero, etc.- la única niña se sumió en un enigmático silencio. Preguntada por segunda vez, con gran esfuerzo contestó:

- Nada.

- ¿Cómo nada!? Cuando seas mayor, ¿¡ No quieres tener ninguna profesión!?

- ¡No quiero no hacer nada, como la madre!

Ya pasaron los tiempos en que algunas mujeres eran preparadas para ser, obligatoriamente, las hadas del hogar, como entonces se decía, con cierto gusto. Esa imagen mítica de la tediosa dueña de la casa ya dio lo que tenía que dar y, felizmente, pocas serán las niñas que hoy tengan, para su vida, tal objetivo. Pero no siempre fue así.

Sé de una hija de un rector de la universidad de Lisboa que fue también presidente de la Academia de las Ciencias y distinguido matemático que, aunque nacida en Lisboa a principios del S. XX, no logró pasar de la instrucción básica, a pesar de su voluntad y gran inteligencia. Se entendía entonces que, una joven de su condición, sólo debía aprender lo que era conveniente para ser una buena ama de casa. Tocar el piano y hablar francés correspondía, de hecho, a un estereotipo de la época. Incluso la educación de los hijos era, muchas veces, relegada a amas de confianza, mademoiselles francesas, misses inglesas o alguna fraulein alemana.

En los campos y en las fábricas, por el contrario, muchas mujeres trabajaban de sol a sol con sus maridos y, a veces, también los hijos, en cuanto que les fuese posible aguantar el pesado yugo del trabajo agrícola o industrial. Por eso, un menor, aunque fuese una boca más que había que alimentar, era también una fuente de rendimiento familiar. Como los peones sólo tenían la riqueza de su respectiva prole, pasaron a la historia como proletarios.

Hoy en día, la ociosa existencia femenina de las damas de la burguesía y la casi esclavitud de las campesinas y operarias fabriles desapareció, afortunadamente. Las mujeres actuales, cualquiera que sean sus condiciones económicas o sociales, procuran tener una vida profesional intensa, con todos los derechos políticos y cívicos inherentes a su condición de ciudadanas que son de pleno derecho.

Tal vez no haya ya países que sean tiranías que, por prejuicios anacrónicos, no dejen a las hijas realizarse académica y profesionalmente. Tal vez también ya no existan capitalistas salvajes que exploten la mano de obra femenina con horarios inhumanos y salarios de miseria. Pero la maternidad continúa siendo vista con animosidad en algunos ambientes laborales en que un embarazo puede suponer la rescisión del contrato de trabajo, o su no renovación, o la congelación o el descenso en la carrera profesional. La explotación de las mujeres trabajadores es aún, no obstante la legislación formalmente favorable a su condición, una lamentable realidad en muchas sociedades modernas, en que la maternidad es vista con desconfianza y hostilidad.

Es cruel que la mujer tenga que prescindir, o renunciar, a una maternidad deseada, para así garantizar su puesto de trabajo. La realización humana del trabajador debería ser prioridad sobre su rendimiento laboral, porque el ejercicio responsable y libre de la maternidad y de la paternidad es siempre un nobilísimo servicio a la sociedad, sobre todo en países que, como Portugal, padecen una dramática carencia de crecimiento demográfico.

Por feliz coincidencia, este año el día de la madre tuvo lugar en la secuencia casi inmediata al día de San José, obrero. Y será importante que, si alguien pregunta a las hijas de las actuales jóvenes, qué serán las obreras y empresarias del futuro, lo que quieren ser, ellas ya puedan decir:

– ¡Todo, como la madre!


Arrepentimiento y perdón


9 de maio de 2015   
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                                                         Ilustração de Carlos Ribeiro

Más que un penoso recuerdo, el arrepentimiento es la amarga pena (duro castigo) que siente una buena conciencia después de darse cuenta de haber llevado a cabo un mal gesto. El arrepentimiento, más que un simple sufrimiento es, en su esencia, una voluntad de reparar de forma eficaz y diligente el mal del que fue protagonista. El pasado no se altera, pero el futuro siempre puede ser diferente. Impidiendo la repetición del error y haciendo lo posible por ser digno de perdón… todo esto, aunque el mal gesto haya sido resultado de una intención equivocada o de un simple desliz.

Hay quien acumula errores en forma de vicios. Llegando incluso a considerar como mera formalidad una sencilla petición de disculpa o un acto de cualquier otra penitencia más pesada, algo que supone un costo, pero que, ponderadas todas las variantes… vale la pena… realizan la maldad contando de antemano con la penitencia que (según creen) la anulará…

Todos tenemos algo de esta gran hipocresía. En vez de reparar nuestros errores, sólo los distanciamos en intervalos de tiempo con… aparente consciencia. Llega a  haber quien prefiere sentir pesados remordimientos a tener que decidir hacer alguna cosa para remediarlo.

Sólo el verdadero arrepentimiento puede poner fin a una serie de desgracias. Esas tienden a sucederse, en la medida en que después de la primera, todas las demás no acostumbran a ser , a los ojos de su autor, sino una forma de dividir la misma culpa en más de un gesto… se piensa que el mal no se multiplica, sino que,  través de esa repetición, se divide y hace menor. Pero en verdad, se acrecienta culpa tras culpa, en el intento de justificar una supuesta inocencia.

El arrepentimiento no hace las culpas peores, sólo las coloca al descubierto, tal como son: malas.

Uno de los efectos del arrepentimiento es la humildad que se introduce en la existencia de quien la asume. Después de todo, si cometemos un error una vez,
¿por qué razón no lo volveremos a hacer? Más que pesarnos el pasado, nos pesa también lo que podemos hacer aún peor… siendo que la delicadeza de esta sabia admiración de nuestra fragilidad permite evitar muchas faltas graves.

El arrepentimiento, por sí solo, no absuelve a nadie. Sólo la víctima de la maldad la pude perdonar. Pero tal cosa no tiene ninguna relación con la existencia del arrepentimiento… quien perdona puede hacerlo a quien está arrepentido o no. El que es perdonado, sólo lo es si estuviera arrepentido…

En buena parte de los casos, el perdón proviene de quien se reconoce incapaz de conocer los por qués del otro y así se obliga a no condenar, amándolo en vez de juzgar.

También hay quien no perdona para que al castigo del arrepentimiento se sume aún más dolor… una especie de condenación que hace evidente el daño causado… pero, claro, a veces, es sólo una venganza.

Hay incluso quien no se perdona a sí mismo, a pesar de saber la verdad de su propio arrepentimiento.

El arrepentimiento supone no sólo el sufrimiento de la culpa por la autoría del mal, sino también la voluntad consciente de entregar todo el futuro a reparar  la falta cometida… Al arrepentirme trazo un esbozo del ser en el cual me debo convertir.

El arrepentimiento nos hace mirar para  atrás a través del peso de la falta cometida. Sólo una tensión firme hacia delante nos puede hacer recuperar la verticalidad. Solamente un compromiso serio y determinado nos puede hacer mover en el sentido del bien futuro, a pesar del mal pasado.

Cuando fallamos debemos tender la mano y pedir perdón… pero, de la misma forma que un mendigo suplica una limosna sabiendo que no es una obligación para nadie, así también quien pide perdón nunca lo debe hacer como algo garantizado o justo… por más sincero y profundo que sea su arrepentimiento.


Perdonar es perdonar, conceder un don, dar más de lo que es corriente. Donar algo sublime. Gesto divino, hace sufrir a quien lo concede, mucho más que a quien lo recibe… Quien perdona acaba por compartir un sufrimiento que no era suyo… pero pasó a serlo.

domingo, 3 de mayo de 2015

Crónica de una muerte anunciada



http://observador.pt/opiniao/cronica-de-uma-morte-anunciada/

Un caso paradigmático de contra información, o la interrupción voluntaria, por vía administrativa, de un embarazo viable.

Primero, la noticia brutal: una niña de doce años fue violada por el padrastro y quedó embarazada. Al horror del abuso de la menor y del crimen del marido de la madre, se suma el drama de la vida que trae en su seno.

Después de forma aparentemente inofensiva, se anuncia que el hospital en que está internada la joven en cuestión- ¡sí, el hospital!- se va interesar paternalmente por el caso. La opinión publica queda, entonces, enterada de que dicha joven está sometida a supervisión por este benéfico organismo público, erigido, para el efecto, en padre y madre de sustitución.

En un tercer acto de este drama, tan bien orquestado pero tan mal contado, se viene a saber que la etérea e impersonal entidad caritativa que lleva por nombre el referido hospital lisboeta, decidió hacer abortar a la joven madre. Es, por último, sólo después se dice, como quien no quiere la cosa, que el niño había sido generado hace cinco meses.

Desgraciadamente la adolescente no es atendida ni tratada: cruelmente maltratada por quien abusó de ella criminalmente, vuelta a ser ignorada por quien, escondido bajo la aparente neutralidad de una inocua institución sanitaria, decidió por ella el aborto. No se entiende la abusiva intervención de dicho hospital, cuya reconocida competencia científica no le confiere, como es obvio, ningún poder decisorio en relación al aborto de la menor. Compete a las autoridades sanitarias el acompañamiento de un aborto de riesgo, como es el de una niña de doce años. Pero no decidir sobre su eliminación, bajo el subterfugio de un parecer clínico, ni mucho menos imponer, a una adolescente afectada por tan dolorosas circunstancias, una decisión éticamente muy cuestionable e irreversible.

Es también muy extraño que, en ningún momento de este oscuro suceso, se refiera al parecer de la madre o del padre de la niña en cuestión, porque ellos son, dada la minoría de edad de ella, sus legales representantes. Si les fue judicialmente retirada la tutela de la niña, no fue con certeza transferida la misma al el hospital. Aunque hubiese sido voluntad de la joven madre poner término al embarazo, la institución sanitaria no debería realizarla sin el expreso consentimiento de sus representantes legales, que aquí no fueron, o no parece, consultados.

La muerte de un niño aún no nacido, contra la voluntad de la madre, al margen de los requisitos previstos en la ley, es un crimen, compitiendo a las autoridades judiciales la imputación de las correspondientes responsabilidades criminales. No de la infeliz menor, que es también víctima de este aborto, como antes lo había sido de la violación, sino de quien abusó de su inocencia, de quien fue cómplice de ese atentado a su dignidad, de quien después decidió el aborto y de quien lo ejecutó.

No es insignificante que el acto del aborto haya sido voluntariamente provocado y aplicado a una niña que ya estaba en el quinto mes de su gestación. Sin embargo, desde el punto de vista científico, no haya ninguna duda de que es el momento de la concepción cuando se da el inicio  de una nueva vida humana, del mismo modo los más permisivos  defensores del aborto reconocen que los cinco meses o, mejor dicho, a partir de las 22-23 semanas, el nasciturus ya es viable. Veintiséis semanas tenía, por ejemplo, el hijo de Mariza cuando nació prematuramente: hoy es una criatura feliz y saludable, como su madre ahora confesó, en reciente entrevista. ¿Por qué razón este puede nacer y aquel no? ¿Tienen, los directores clínicos, poder sobre la vida y la muerte de sus pacientes? Es esto lo que queda por explicar y el país  necesita saber.

El presidente de la Conferencia Episcopal portuguesa recordó, en la última asamblea plenaria, que la cuestión del aborto no está cerrada y que los cristianos necesitan saber la posición  de los partidos en este particular. Los ciudadanos electores tienen derecho a conocer el parecer de los partidos sobre este caso en particular y sobre esta temática en general, para después poder votar en conciencia. El cómodo silencio en que algunos intentarán esconderse no será más que una confesión de su complicidad.

Ayer, 1º de Mayo, hace más de medio siglo que otra joven madre, entonces con 26 años y ya tres hijos, dio a luz a tres gemelos. El embarazo fue de alto riesgo y dos niños, aún prematuros, tuvieron que ir a la incubadora. Todos sobrevivieron hasta hoy, gracia a Dios, a sus padres y al extraordinario equipo médico que los asistió en esa emergencia. Soy uno de estos trillizos y agradezco lo que los excelentes profesionales de salud entonces hicieron por mi made, por mis hermanas y por mí. Desgraciadamente, el niño que ahora ha sido abortado y su joven madre no tuvieron la misma suerte.


sábado, 2 de mayo de 2015

¿Qué es dar la vida?

José Luís Nunes Martins 
https://www.facebook.com/jlmartins?fref=ts
2 de maio de 2015 



                                                      Ilustração de Carlos Ribeiro

Dar la vida es amar. Renunciar a sí mismo… en favor de otro. Vencer egoísmos y miedos con la convicción de que darse nunca es un exceso ni una cobardía.

Darla vida es perderse para encontrar. Entregarse para recibir… Es aparecer, salir de sí hasta el punto de poder verse bien ante los propios ojos.

¡Darla vida es vivirla tal como ella es en esencia: generosa! Ser más vida en la vida de algún otro. Cuidar de la existencia de otro con la suya… dar la vida es ser otro. Mejor. Mucho.

Dar la vida es ser una sonrisa sólo con mirar. Es ofrecer lágrimas a quien ya perdió las suyas. Ser silencio donde hay paz… y una melodía que revela que lo mejor del mundo descansa en nosotros… a la espera de nosotros.

Dar la vida es reconocer la belleza que hay en este mundo. En el otro y en el mundo del otro. Es contribuir al equilibrio y quedar en armonía… con todo y con cada cosa, comprendiendo que la verdadera alegría es la cosa más seria de la vida.

Dar la vida es guardarse para el momento oportuno, sabiendo que puede tardar, mucho. Dar la vida es no contar luchas, sufrimientos y pérdidas cuando llega el tiempo de darse.

Dar la vida es reconocer que ella no es nuestra. Que nos ha sido ofrecida, y que si no hacemos nada antes para merecerla, podemos hacerlo siempre, ahora.

Dar la vida es ser silencio y ser sencillo. No es estar presente. Es ser presente.

Dar la vid es entregar unas manos puras, aunque vacías.

Dar la vida no es  querer a las personas y las cosas para usar y desechar, sino para cuidar de ellas, a pesar de todo lo que les pueda suceder. Sino dejarse utilizar, ser instrumento y medio de otro, confiando que la vida nunca nos va a dejar fuera… aún cuando nadie la acompaña.

Dar la vida es crear alegría en nuestro corazón, despreciando siempre las injurias de quien nada hace sino intentar deshacer a los otros.

Dar la vida es saber que es mayor el contento de tener para dar… que el desasosiego de esperar por lo que los otros puedan traer.

Dar la vida es duro. Los sacrificios son siempre más amargos que la memoria que de ellos queda… pero pasan las horas y sólo quedan las acciones…

Dar la vida es crear. Ser libre es ser causa de la libertad de otro. Obedecer. Cumplir lo más difícil de todos los planes: hacer a alguien feliz en este mundo.

Dar la vida es abrir los brazos y dejar al espíritu salir… ser un viento que envuelve, protege y eleva al otro… hasta el cielo.

Dar la vida es ser origen de lo que no tiene fin.


Dar la vida es quedarse sin nada… que no sea con este deseo de ser Amor.