Para un cristiano, el ‘superhombre’ y la ‘mujer maravilla’
no son figuras legendarias o mitológicas, pero sí los santo como los que,
siendo casados, fueron siempre fieles a su compromiso matrimonial y fe.
¡En los siguientes términos
aeronáuticos ha sido insistentemente anunciada la nueva colección de superhéroes
DC: “Vuele hasta un banco para no perder Superhombre y mujer maravillosa: par
perfecto!”
Es curioso que, en estos
tiempos en que muchos no creen en la santidad matrimonial y familiar, que les
parece una utopía irrealizable, en los circuitos comerciales no se desiste, a
lo que parece, del ideal del ‘par perfecto’. El del anuncio es solo un producto
de la fértil imaginación de Charles Soule, autor del argumento, y de Tony S.
Daniel, que realiza los diseños. Pero hay un ‘par perfecto’, histórico y
verdadero: el de José y María, la madre de Jesús.
Es verdad que esta sagrada
familia era muy peculiar, no solo porque, según la fe cristiana, María fue
generada sin pecado original y concibió virginalmente del Espíritu Santo su
divino hijo, sino también porque José, su marido, tuvo conocimiento de la
filiación paterna del hijo de María por una revelación sobrenatural, por la cual
también se le hace saber que, como esposo que era de la madre de Jesús, debería
asumir el papel de padre del hijo de María.
Si no faltaron
acontecimientos de orden trascendente en tan especial familia, también es verdad
que, no obstante la eminente santidad de José y de maría, no le fueron ahorradas
las crisis matrimoniales por las que pueden pasar las familias humanas.
¡Por eso, este santísimo
matrimonio estuvo dispuesto al divorcio! José no solo ponderó la hipótesis de
repudiar a María, o sea, divorciarse de ella, sino que llegó a tomar esa
decisión. La razón de esa ruptura era clara y parecía muy legítima: ¡su mujer
estaba en cinta de un hijo que no era de él! De tres verdades incontestables – que María estaba casada, que estaba en cinta, y que el hijo no era de su marido – cualquier mortal
sacaría la conclusión obvia: la de la infidelidad de la esposa de José. No así
su marido que, siendo justo, no la quiso difamar, prefiriendo repudiarla en
secreto, o sea, sin divulgar la razón por la que se divorciaba de ella. Propósito
que no llegó a cumplir solo porque, in extremis, fue esclarecido sobre el origen divino del hijo de
María.
Igualmente después de saber,
por un ángel, que su mujer concebiría del Espíritu Santo, José podría haberse
sentido ofendido por su esposa al haber aceptado aquella concepción
extramatrimonial sin su conocimiento. Lo mismo que María pudiera entender, como
era razonable, que la voluntad divina no debía ser condicionada por la
aquiescencia de José, podría con todo
haberlo informado sobre lo que había ocurrido en ella, como más tarde hizo con
su prima Isabel, la madre de Juan el Bautista. Que no lo hubiese hecho, causando
así tan gran malestar a José, al extremo de sentirse tentado de dejarla, parece
haber sido, por parte de María, una grave infracción de los más elementales
deberes conyugales.
Era, por tanto, razonable que el marido ‘engañado’ por ella
se separase. También era comprensible que José no estuviese dispuesto a fingir
una paternidad ficticia, que no había sido consentida por él, ni conocida.
¡La forma extraordinaria
como José cumplió su misión de esposo de María y padre adoptivo de Jesús
permite considerarlo, sin exageración, un verdadero superhombre, como también
María es, sin hacerle favor, una verdadera mujer maravillosa! Pero, como ellos,
hay en el mundo, desde hace dos mil años, innumerables parejas de superhombres
y mujeres maravilla. Como dice G.K. Chesterton, nada hay más extraordinario en
el mundo que una familia: un hombre no extraordinario casado con una mujer no
extraordinaria y sus hijos no extraordinarios.
Si María y José fueron, como
tantos otros matrimonios cristianos, una ‘pareja perfecta’, no fue porque no
tuviesen imperfecciones -¡todos los seres humanos las tienen!- sino porque
supieron superar todas las crisis matrimoniales y familiares. Los casados
unidos no son los que no tienen problemas, sino los que los supieron superar
por amor, manteniendo la unidad conyugal familiar.
Para un cristiano, el ‘superhombre’
y la mujer maravillosa’ no son figuras legendarias o mitológicas, sino los
santos, principalmente los que, estando casados, fueron siempre fieles a su
compromiso matrimonial, proeza que solo es posible con la caridad. Este ‘super-amor-maravilloso’
es el tema de la reciente Exhortación Apostólica post sinodal Amoris Laetitia,
donde el Papa Francisco escribió: “para evitar cualquier interpretación
tendenciosa, recuerdo que, en modo alguno la iglesia debe renunciar a proponer
el ideal pleno del matrimonio, el proyecto de Dios en toda su grandeza” (307).
Un ideal de amor conyugal y familiar que solo un amor cristiano puede realizar
porque, como dice San Pablo, la caridad ‘todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo
espera y todo lo soporta’ (1Cor 13, 7)
http://observador.pt/opiniao/super-homem-mulher-maravilha-par-perfeito/