sábado, 28 de enero de 2017

¿A quién veo cuando me miro en el espejo?


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

La imagen que el espejo me ofrece es una sombra de lo que soy. Es visible, pero no se puede tocar.

La imagen es real. Puedo verla delante de mí. Pero es una verdad cruda y una mentira cruel, porque yo no soy solo lo que allí se refleja. Por eso, busco historias pasadas en cada detalle de mi rostro. Me surgen preguntas, muchas, y me pregunto ante aquel reflejo que nada me dice... y acabo por desesperarme por no oír nada. Me pregunto de nuevo, como si mi determinación pudiese intimidar al silencio... Y el silencio me responde con más silencio.

Tal vez yo mismo, aquel que pregunta, sea la respuesta que la vida me da.
Estoy aquí y siento la vida en mí. Tal vez yo necesite aprender y aceptar los silencios, no como vacíos de sentido, sino como espacios de tiempo que la vida reserva para sí misma, no para mí.
Cada uno de nosotros está obligado a pasar largas horas en los desiertos de la existencia. Son tiempos tan duros como importantes. Porque cuanto más cruda y dura es la verdad, más duele. Pero más nos purifica y perfecciona.

Es a mí a quien corresponde la decisión de ser, dentro del fruto ya maduro de mi pasado, la simiente del futuro que quiero crear.

Los que se dejan perder en los desiertos, mueren... y hay también muchos que se quedan presos en la relación de sí consigo mismos.

Comprender que hay una misión para cada día y que la vida tiene sentido a pesar de todos los dolores... mientras, tal vez me vuelva digno de la vida que me fue confiada, comenzando a mirar para los otros y dejando de mirar para mí.



(ilustração de Carlos Ribeiro)


http://rr.sapo.pt/artigo/74565/quem_vejo_quando_me_olho_ao_espelho


jueves, 26 de enero de 2017

LA ADORACIÓN



Pablo Garrido Sánchez

Cuentan que un maestro espiritual entró en un templo, no es importante especificar si era una mezquita, una catedral cristiana o un templo hinduista, y se tumbó en tierra con los pies hacia el altar dando una imagen irreverente a las miradas de los presentes, que consideraban el altar como un lugar donde la presencia de Dios estaba de forma especial. Algunos para resolver tal desacato intentaron mover al maestro espiritual y orientarlo de otra forma de manera que  los pies no estuvieran frente al altar, y en ese momento el templo comenzó a girar en el mismo sentido en el que pretendían mover al maestro espiritual. La lección estaba clara y sigue siendo necesaria: DIOS está en todas partes.

Esta verdad así desnuda es silenciosamente revolucionaria. Fue silenciosamente revolucionario el bautismo impartido por Juan Bautista en el Jordán, pues ponía en evidencia que el efecto espiritual de los sacrificios realizados en el Templo de Jerusalén no era superior al producido por su bautismo de confesión de los pecados llevado a cabo por él, y esto molestó en gran medida a los que ostentaban la postura oficial. Pero sobre todo la revolución silenciosa se produce con el ministerio público de JESÚS. ¿Puede ser público y silencioso a la vez? El profeta se encargó de anunciarlo: “No clamará, no gritará por las calles, la caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará (Is 42,2-3). De múltiples formas la voz del MAESTRO (VERBO), a lo largo de las generaciones, viene hablando en el silencio del corazón a personas de toda condición más allá de credos, razas y adscripción social. Sigue siendo revolucionaria la máxima de JESÚS a la samaritana: Los verdaderos adoradores adorarán en  ESPÍRITU y VERDAD; esos son los adoradores que el PADRE busca · (Cf Jn 4, 23).


La escena vivida entre JESÚS y la mujer samaritana sirve para extraer una lección magistral sobre la adoración. No sólo la adoración puede ser el objeto de meditación partiendo de este encuentro, pero entre las múltiples facetas que ofrece este texto aparece con suficiente entidad la adoración misma.
Tanto la Samaritana como nosotros heredamos una tradición religiosa recogida en la Biblia, a la cual tenemos que volver la mirada de forma reiterada. El libro revelado nos muestra que la adoración es el ser o no ser del pueblo elegido; que la desgracia original acontece cuando la adoración es suplantada por la propia deificación, seréis como dioses (Cf Gn 3, 5); que la idolatría es la causa de la dispersión, la destrucción y la muerte del pueblo en su conjunto y del hombre en particular. Son muchas las citas bíblica que podríamos aportar para justificar los asertos anteriores. La adoración construye, la idolatría confunde, divide y destruye; pero como en otras materias el panorama ofrece una escala de grises bastante amplia, pues la adoración no es nada sin el adorador, y este no es químicamente puro. Lo vamos a decir de otra manera: el sujeto que adora precisa de un proceso de transformación permanente para hacer del acto de adoración un momento de encuentro personal con DIOS de creciente significación; de ahí que la adoración se aprenda adorando, lo mismo que a hablar hemos aprendido hablando. La corrección es una faceta del aprendizaje a la que todos estamos sometidos en esta vida, por eso tenemos necesidad de volver de manera repetida a las fuentes donde están las claves del camino cristiano.

JESÚS nos informa, en el evangelio de Juan, que es una tarea permanente y urgente por parte de DIOS buscar adoradores. Teniendo en cuenta el mismo evangelio, a DIOS se lo estamos poniendo un poco difícil. JESÚS fue al Templo de Jerusalén y allí no encontró adoradores y se enfadó ostensiblemente (Cf. Jn 2, 13ss); y como Siervo sin dejar de ser el HIJO fue a buscar por los caminos y en Sicar, pueblo de Samaria, encontró una mujer que un rigorista habría excomulgado cinco veces o seis, pues había estado casada cinco veces, y el hombre con el que vivía no era marido suyo;  tampoco nos dice de quién era marido. Esta persona samaritana encarna muy bien a los que se encuentran en las encrucijadas de la vida, que DIOS llama (Cf Mt 22,9); pero que los que se creen de un nivel superior dan un rodeo y pasan de largo (Cf Lc 10,31-32,). El lugar en este caso era el pozo donde los vecinos del pueblo iban a sacar agua. Conocemos la escena, se inicia un diálogo que parte de una de las necesidades humanas más básicas: satisfacer la sed. Si era mediodía y verano la cosa podía estar en cuarenta y cinco grados, y beber un poco de agua es casi un imperativo. JESÚS el Siervo de DIOS se hace pobre y necesitado de aquella mujer que le había dado tres portazos a muchas cosas en la vida en busca de un amor que no encontraba, con cinco hombres había estado conviviendo y para colmo el actual era marido de otra. JESÚS conduce un diálogo que leído en el evangelio de Juan dura dos minutos, pero en la realidad pudieron ser dos horas o más. A la mujer no es que se le hubiera ido el santo al cielo, sino que a través de aquel intercambio personal despunta un fondo religioso de máximo nivel y hace la pregunta capital: por la adoración. Para la mujer samaritana la adoración estaba sujeta a unos rituales determinados, que debían realizarse en el lugar preciso: ese lugar era ¿el templo del monte Garizín o el Templo de Jerusalén? Pero JESÚS ofrece una alternativa absolutamente nueva: Ni en este monte, ni en Jerusalén. Llega la hora, y ya está aquí que los que adoran realmente son los que adoran en ESPÍRITU y VERDAD. Tales adoradores son los que el PADRE busca  (Cf Jn  4, 23)

Nos hemos saltado muchas cosas de este episodio, pero no son decisivas para el tema que nos ocupa que es la adoración. Sí procede, por otra parte, rescatar y ahondar en lo posible sobre la frase: Los verdaderos adoradores adorarán al PADRE en ESPÍRITU y VERDAD (Jn 4,23).  El espíritu del hombre tiene que estar unido al ESPÍRITU de DIOS, porque DIOS es ESPÍRITU (Cf Jn 4, 24). La adoración tiene una meta: “ABBA”. Este término fonéticamente pertenece al lenguaje universal, pues todos los niños de cualquier cultura hacia los seis meses de vida emiten una expresión similar para referirse a la persona más próxima que le ofrece amor, alimento y protección. San Pablo elevó este impulso humano inicial a la categoría de tendencia primaria hacia DIOS mismo: El ESPÍRITU se une a nuestro espíritu y clama: “¡ABBA!”(Rm8 15-16) de manera que alcanzamos la conciencia misma de los hijos de DIOS gracias a la unción que nos transfiere el ESPÍRITU SANTO nos resulta fácil afirmar con el salmista del salmo 138 la omnipresencia de DIOS:.. Otros salmos dilatan el alma de la persona orante a las dimensiones de lo inabarcable de DIOS y de su presencia totalizante, providente y amorosa. Sentirse siempre en la presencia amorosa de DIOS es paso decisivo y un objetivo prioritario para cualquier persona que discurra por la senda de la adoración.

JESÚS señala la adoración en “verdad”. En el propio evangelio de Juan hay que buscar su significado preciso. La verdad  en este caso no es una categoría ética con la que determinar si algo es cierto o falso, aunque el término “Verdad” no excluya ningún aspecto en ese sentido. La “Verdad” requerida por JESÚS para que la adoración resulte auténtica es el resultado de la unión vital con el “YO SOY”, que es la “VERDAD” misma: “YO SOY el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 5) Por tanto, el hombre para constituirse en adorador tiene que estar anclado en la nueva EXISTENCIA CRÍSTICA. Tengamos presente que el evangelio de san Juan habla de JESÚS de Nazaret con la perspectiva que se obtiene del Hijo del hombre RESUCITADO, ofreciéndonos al mismo tiempo la realidad actual del REDENTOR y la relación y visión que hemos de tener de ÉL.

En el JESÚS del evangelio de san Juan están de manera especial “las cosas nuevas”. La Redención hace nuevas todas las cosas y la verdad del hombre no es la condición humana anterior al YO SOY que se ha hecho carne y acampó entre nosotros” (Cf Jn 1,14). La revelación a Moisés en el Sinaí, en la que DIOS se manifiesta como la EXISTENCIA -YAHVEH-(cf. Ex 3,14) , adquiere una realidad totalmente nueva con la encarnación, muerte y resurrección del HIJO de DIOS. Si la dignidad humana antes de la redención era de máximo rango, después de la Resurrección el hombre entra de forma directa en la esfera divina de manera difícilmente imaginable. Toda esta sublime realidad está en cada uno de nosotros de forma incipiente, aún no manifestada; y por eso la adoración adquiere una importancia capital porque es la rendija que nos permite vislumbrar la grandeza de DIOS y su obra por nosotros.  Conocemos la escena en la que Pilato le pregunta a JESÚS con un desdén escéptico: “y qué es la verdad”. El silencio de JESÚS fue la contestación, porque el romano no apreció, ni escuchó lo anterior que le había expuesto JESÚS. “Que ÉL había venido para dar testimonio de la Verdad” (Cf Jn 18,37-38). JESÚS se estaba identificando con la Verdad, por lo que elevaba el concepto de la mera lógica formal o la categoría ética a la condición de persona. JESÚS es la Verdad del hombre para DIOS, y es la Verdad de DIOS para el hombre. DIOS contempla al verdadero hombre en su HIJO JESUCRISTO; y nosotros los hombres podremos contemplar a DIOS sólo a través del HIJO: “Nadie conoce al PADRE, sino el HIJO, y aquel a quien el HIJO se lo quiera revelar (Mt 11, 27)

La adoración se convierte en una acción TRINITARIA en el corazón del hombre: El PADRE busca adoradores y es la meta de la adoración; el HIJO nos reviste de la humanidad verdadera con la que podemos realizar un acto de adoración movidos por el ESPÍRITU SANTO. Esta breve síntesis no es una arquitectura caprichosa o artificial de la adoración; todo esto resulta de una vida en CRISTO iniciada en el bautismo sobre la que decidimos en un sentido o en otro a lo largo de los años. La adoración nos sitúa en el corazón del mundo y en el verdadero motor de la historia. Nunca la inteligencia artificial será capaz de adorar, aunque los avances técnicos puedan simular multitud de facetas humanas. La adoración no es un hecho insignificante en el conjunto de las manifestaciones humanas; es, por otra parte, la actuación más diferenciadora y específica del ser humano.


sábado, 21 de enero de 2017

Sin luchar, nadie merece vencer


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Cuanto más se huye del miedo, mayor peligro se corre. Agitación y cuidado no deben transformarse en precipitación o desesperación.

Quien no hace frente a sus miedos corre un enorme riesgo de, cuando fuere atacado, no se puede defender. Los amedrentados son las personas preferidas de los depredadores.

Es importante construir con consistencia nuestra confianza, de forma lenta y estable, a fin de preservar siempre una firmeza exterior que, mientras tanto, no endurezca el corazón, manteniéndolo siempre abierto, delicado y determinado. Es preciso coraje para mantener un corazón sensible.

Si acaso la derrota y la desilusión destruyen nuestra vida, entonces es tiempo de construir a partir de las ruinas. Las vidas más bellas casi no tienen extravagancias. Son historias de voluntades que se imponen a los miedos por medio de lo que muchos creen que son milagros, pero que en verdad son solo prodigios y maravillas de la voluntad de alguien que, a pesar de los miedos, dudas y fracasos, no desiste de sí mismo.

Son admirables los que atraviesan los abismos con fe y luchan como si supiesen que solo pueden vencer. Su grandeza se debe a enfrentarse al mal con los ojos abiertos. Del heroísmo de construirse siempre, aún cuando eso parece imposible.
Mirar y recono0cer los peligros y a los adversarios es decisivo para derrotarlos.

La fe no es una cobardía, antes bien un coraje reservado al corazón de los más fuertes... para enfrentarse a las peores circunstancias.

Solo quien tiene fe es quien puede vencer.



(ilustração de Carlos Ribeiro)


miércoles, 18 de enero de 2017

Tiempo de Navidad con un mundo en guerra


José Luís Nunes Martins

En las calles de nuestras ciudades hay muchas luces y sus escaparates nos llaman la atención hacia ilusiones fantásticas. Pero se trata solo de una llamada al consumismo que busca explorar nuestras emociones.

Aquí en casa, a veces también hay guerra, tal como en el mundo, pero hemos optado por no0 hacer decoraciones navideñas. El objetivo es que así nos acordemos de los millones de familias que no solo no tienen decoraciones, ni siquiera saben lo que es vivir en paz. Sufren y ni idea se hacen del verdadero significado de la Navidad.

La Navidad es algo profundo. Interior. Aquellos que tienen la escritura como profesión piensan y describen lo que pasa por su interior. Por eso, hay tantos y tan bellos cuentos de navidad, pero también hay otros tantos sobre miseria interior, que se manifiesta más en estas fechas, en que tantos se disfrazan de lo que no son... fingiendo que pueden ser felices olvidándose de los que sufren.
El mundo está en guerra. Hay, en todos los lugares cada vez más corazones vacíos, con cada vez menos paz... y con esperanzas cada vez más tímidas.

La familia, que se celebra en navidad, es el centro de nuestra vida. Es el espacio y el tiempo de donde partimos para realizarnos en cuanto personas, aprendiendo que nadie es feliz mientras hubiera un hermano suyo sufriendo.

La Navidad es tiempo de paz y de esperanza. Celebramos el nacimiento de Jesús, Alguien diferente que vino a enseñarnos algo muy simple: es amando como somos felices. Comenzando por los que están próximos a nosotros y acercándonos después a los que más lo necesiten.

Los bienes superfluos no contribuyen a la verdadera felicidad. Pero, hay muchos que no tienen siquiera lo esencial. Aunque tal vez no lo tienen  porque nosotros nos empeñamos en ignorar que ellos existen.

Si no podemos hacer nada más, entonces que nos acordemos de tantas familias a las cuales la guerra y el consumismo les quitan lo esencial. Acogiéndolos en nuestro corazón y no dejándonos llevar por los engaños de quien nos quiere vender felicidad.

¿Tenemos motivos para celebrar la Navidad? Sí. Incluso ya recibimos los mejores presentes: nuestra familia, nuestra paz y nuestra esperanza. Solo queda compartirlos.


Correio da Manhã - 24 dezembro 2016
(Suplemento especial de Natal)

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domingo, 15 de enero de 2017

Pies en la tierra, cabeza en el cielo


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

La fe no es cosa de viejas  beatas. Es algo que exige coraje, fuerza y valor. Está solo al alcance de los hombres y mujeres que deciden ser valientes, dispuestos para todo.

Estar dispuesto no es una voluntad, no es querer estar dispuesto. Es tener hecho todo lo necesario. No importa lo que cueste o se tarde.

En nuestros días, es extraño que la expresión hombre humilde sea sinónimo casi exclusivo de hombre miserable... alguien que los demás, siendo diferentes –o diferenciados, como se llaman a sí mismos- reconocen como digno de pena y compasión. Ahora bien, aquí parece existir una señal clara de que no conviene caer en esta condición, tan miserable a los ojos de la multitud.

Las alas de un águila le pesan, pero le permiten volar. Sin ellas, sería solo un ave más de corral. Más ligera, pero mucho menos libre.

La fe no es una venda que tapa los ojos, sino una ventana que abre horizontes más allá de lo que podría la razón, sólo por sí, contemplar. Tampoco es una verdad cómoda en que algunos se refugian para no tener que pensar, sin ningún desafío que incomode, porque impulsa siempre nuevas búsquedas, obliga al desasosiego de una lucha constante, exige que se camine al encuentro del otro lad0 de la existencia...

La humildad es la condición de la fe. Sin la cual nadie es elevado por encima del polvo y del fango.

Creer es volar, porque implica ir por donde y hacia donde no hay suelo. Pero no se piense que ahí se llega a través de la convicción en nuestro propio valor, no. Es, sí, por la conciencia de nuestra cobardía.

La fe nos da firmeza, pero sin tener donde posar los pies ni donde reclinar la cabeza. Hace como que creemos en una roca firme que existe sin que la podamos ver... a fin de que podamos existir sin tener que fingir.


 (Ilustração: Carlos Ribeiro)


viernes, 13 de enero de 2017

La ganancia es siempre ingrata


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


El deseo de tenerlo todo es insaciable, donde no hay espacio para cualquier tipo de dádiva. La persona codiciosa es ciega en relación a lo que ya tiene y a lo que ya es. Sólo mira para lo que no tiene. La avaricia es una tristeza que no reconoce las razones de lo que sería una alegría...

¿Cuántos de nosotros tenemos conciencia de lo que ya hemos conseguido tener y ser?

Esta destrucción de nosotros mismos se acelera cuando no nos reconocemos como seres humanos con valor suficiente, y buscamos fuera de nosotros cosas que supriman esos vacíos creados a fuerza de ser inconscientes. Claro, muchas veces la ganancia se esconde detrás de la caridad y gratitud que no son sino medios para alcanzar más y más. En verdad, solo se da como forma de inversión, del cual esperan elevados intereses.

La satisfacción de los deseos nunca los satisface. Nunca es suficiente y solo ven despertar y alimentar deseos aún más excesivos. La ira resulta de la conjugación del orgullo con la ganancia, por lo que no hay más que un paso de la ganancia a la violencia.

El tesoro de cada uno de nosotros no está en los bienes que poseemos. La riqueza y la miseria dependen de la capacidad de ser íntegros, generosos y agradecidos.

¿Quién sería yo sin aquellos que con su amor me ofrecieran ser mejor?

¿Quién soy yo cuando me creo pobre sin serlo?

Lo que hace brillar un corazón es la bondad y el dulce recuerdo de las ayudas recibidas.

Debemos amar. A pesar de todas las ingratitudes, el amor es el único camino para la paz de los que andan perdidos de sí mismos.

El amor no se retribuye. Inspira a amar.


(ilustração de Carlos Ribeiro)



domingo, 8 de enero de 2017

El Mayor amor y las Cosas que Se aman

Fernando Pessoa



Ojalá pudiera desprenderme, sin dudas ni ansiedad, de este mandato subjetivo cuya ejecución
por demorada o imperfecta me tortura y dormir descansadamente, fuese donde fuese, plátano o cedro que me cobijase, llevando en el alma una parcela del mundo, entre un recuerdo y una aspiración, la conciencia de un deber cumplido.

Pero, día tras día lo que veo a mi alrededor me asigna nuevos deberes, nuevas responsabilidades de mi inteligencia para con mi sentido moral. A una hora el (...) que escribe las sátiras surge colérico en mí. Ahora la expresión me falla. Ahora la voluntad flaquea. Ahora siento avanzar sobre mí el tiempo. Ahora me veo, con las manos vacías y mirar amargado, llevando a la tierra fría un alma con la que no supe contar, un corazón ya podrido, muerto ya y suspendida la aspiración indefinida, infructuosa.

No lloro. ¿Cómo llorar? Yo desearía poder querer (desear) trabajar, trabajar febrilmente para que esta patria que no conocéis fuese grande como el sentimiento que siento cuando en ella pienso. No hago nada. Ni a mí mismo me atrevo a decir: amo la patria, amo a la humanidad. Parece un cinismo supremo. Tengo para mí mismo pudor en decirlo. Sólo aquí lo dejo registrado sobre el papel, aún así tímidamente, para que en alguna parte quede escrito. Sí, quede aquí escrito que amo a la patria honda, (...) dolorosamente.

Queda dicho así, brevemente, para que quede dicho. Nada más.

No hablemos más. Las cosas que se aman, los sentimientos que se hagan se guardan con la llave de aquello que llamamos “pudor” en el cofre del corazón. La elocuencia los profana. El arte, revelándolos, los vuelve pequeños y viles. La propia mirar no los debe revelar.

Sabes con certeza que el mayor amor no es aquel que la palabra suave puramente expresa. Ni es aquel que la mirada dice, ni aquel que la mano comunica tocando levemente la otra mano. Es aquel que cuando dos seres están juntos, no mirándose ni tocándose los envuelve como una nube, que les (...)


Ese amor no se debe decir ni revelar. No se puede hablar de él.

Fernando Pessoa, 'Inéditos' 

sábado, 7 de enero de 2017

Los dos centenarios de 2017



En este centenario de las apariciones en la Cueva de Iría y de la revolución comunista  rusa, no se puede dejar de reconocer que la ‘conversión’ de Rusia, después de su consagración a María, impuso Fátima al mundo.

En 2017 ocurrieron muchas efemérides, pero tal vez ninguna sea tan significativa como el centenario de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima. Un aniversario que guarda una misteriosa relación con otro centenario que, seguramente, no será olvidado en el otro extremo del continente europeo: los cien años de la revolución comunista, en Rusia.

Según el relato escrito por Lucía, la vidente que puso por escrito, por orden del obispo de Leiria, el relato de las apariciones, el 13 de julio de 1917 fue revelado el ‘secreto’ en que se hacía una alusión a Rusia. Después de haber sido profetizada una nueva guerra mundial, fue dicho también a los pastorcitos que, “para impedirla, iréis a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados de mes. Si atendieren mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre consagrará a Rusia a mí, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

Las apariciones de Fátima ocurrirán en plena primera Guerra Mundial, que los pastorcitos conocían a través de varios soldados portugueses, coterráneos suyos, que estaban combatiendo en Francia. Pero, niños analfabetos como eran, ignoraban la existencia de la lejana Rusia que, por aquellas fechas, sufría un doloroso proceso revolucionario, que más tarde resultó la tristemente famosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. ¡Por eso, cuando en la aparición del 13 de julio de 1917, fue dicho que Rusia esparciría sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia y que varias naciones serían aniquiladas, nadie podía siquiera imaginar que “errores” serían esos, ni las naciones que serían aniquiladas, ni mucho menos por qué tendría el Papa que consagrar a Rusia a María para que esta se convirtiese! ¡Por eso, la aparición en que estas profecías fueron reveladas ocurrió el 13 de julio de 1917 y la llamada revolución de Octubre, que instauró el régimen comunista, tuvo lugar el día 25 de ese mes, pero corresponde al día 7 de noviembre del calendario occidental, o sea, cuatro meses después de la referencia a la necesidad de la consagración a María, para la conversión de aquel país!

Gracias al trabajo de José Milhazes (El mensaje de Fátima en Rusia, Aletheia, 2016), se sabe hoy que, en la prensa rusa, no fueron conocidas, en 1917, las apariciones de la Cueva de Iría, ni mucho menos la referencia a Rusia y a la necesidad de su consagración, como condición previa a su conversión. Mejor dicho, ante un periodo de gran turbulencia política, sería imprudente cualquier pronóstico en relación a su futuro a medio o largo plazo y, por eso, desproporcionado cualquier apelación a su cambio político, o sea, a su conversión. Como esta revelación formaba parte del “secreto”, la vidente que sobrevivió a los dos pastorcitos más jóvenes, solo a ella se refirió en 1942, por insistencia del entonces obispo de Leiria y porque para el caso se sintió autorizada por Dios.

Muchas fueron las consagraciones hechas a Nuestra Señora pero, según la propia vidente, solo la que el 25 de marzo de 1984 realizó San Juan Pablo II, en unión con el obispado mundial, fue válida. Es verdad que algunas personas cuestionaron esa última consagración, pero la hermana Lucía fue perentoria en este propósito, declarando que aquel “acto solemne y universal de la consagración correspondía a los deseos  de Nuestra Señora”, en carta de 8 de noviembre de 1989, víspera de la caída del Muro de Berlín... Por eso, como entonces expresa y formalmente declaró el cardenal Tarsicio Bertone, que iba a ser Secretario de Estado de la Santa Sede con el papa Benedicto XVI, “toda discusión, así como otro pedido posterior, carece de fundamento”.

Nótese que la caída del Muro de Berlín y el pacífico desmoronamiento de la URSS fue de forma absolutamente imprevisible y del todo sorprendente. Nadie había previsto entonces el desmoronamiento de la Unión Soviética, ni la liberación de todos los países del Pacto de Varsovia. Es irónico que esta alianza político-militar, constituida por la URSS y por sus satélites, tuviese por nombre la capital polaca, cuando fue Polonia el primer país comunista en librarse del yugo soviético, gracias a la acción pastoral y diplomática de San Juan Pablo II, así como a la valiente actuación de Lech Walesa y de su sindicato libre, Solidaridad. No deja de ser paradójico que el comunismo haya sido derribado por el proletariado, o sea, por aquellos que se suponía que serían protagonistas y principales beneficiarios del régimen...
  
En 1917, los principales enemigos de Fátima no fueron los ateos, ni los comunistas, sino los católicos, que solo tardíamente, después de una minuciosa y exhaustiva investigación, reconocieron la credibilidad de las apariciones marianas. Como decía el Cardenal Cerejerira, “no fue la Iglesia la que impone Fátima, sino que fue Fátima la que se impuso a la Iglesia”. En este centenario de las apariciones en la Cueva de Iría y de la revolución comunista rusa, ya nadie puede negar, aunque sea ateo o agnóstico, que la ‘conversión’ de Rusia, después de su consagración al Inmaculado Corazón de María, impone Fátima al mundo.

http://observador.pt/opiniao/os-dois-centenarios-de-2017/


Sólo hay un lugar donde puedo tener paz


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Todos tenemos un rinconcito en el mundo en el cual, protegidos y distantes del ruido y la prisa, descansamos y disfrutamos de la paz por la cual pasamos la vida luchando.

Ahí, no hay fiestas ni alegrías efusivas, solo una paz pura. Allí, solos, estamos en buena compañía.

Es un error enorme creer que nos realizamos solo fuera de nosotros, o que eso es una condición esencial para una realización plena.

Quien se deja guiar por el ansia de la aprobación de los otros, no tiene conciencia de que esa avidez conduce a tal exposición que impide el recato y la intimidad donde nuestras fuerzas se equilibran y fortalecen. Quien vive para la apariencia, pronto cambia la paz interior por una ilusión de fama, tan instantánea que muere nada más nacer.

Quien no tiene donde vivir en paz es miserable. En el sentido más profundo y absoluto de la miseria.
Sólo en este lugar, que no es un sueño, puedo dormir y despertar con una sonrisa.

¿Por qué razón no estoy siempre ahí? Tal vez porque tengo que pasar por lo peor para continuar mereciendo lo mejor.

En la vida siempre tenemos que hacer sacrificios grandes para continuar existiendo en ese lugar donde aprendemos a ver el mundo como es, donde nuestros planes comienzan a hacerse realidad, donde recargamos nuestras fuerzas, donde somos y nos sentimos amados.

Amar implica salir de la comodidad y hacer muchas cosas desagradables que es imprescindible para la defensa de mi felicidad.

Caminando siempre, como si el espíritu solo avanzase cuando las personas lo mueven, procurando sin cesar la paz del otro, sin el cual no puedo tener la mía.


Y es así que, mientras en la tierra mis pies se debaten con el fango y las trampas del mundo, mi corazón experimenta ya la paz de un cielo al cual no he llegado aún. 



http://rr.sapo.pt/artigo/72770/so_ha_um_lugar_onde_posso_ter_paz

lunes, 2 de enero de 2017

Por fin le llegó una cita de trabajo


Pero, antes de recibir esta grata noticia ocurrieron muchas cosas hoy. “La familia en España es un caos”. Con estas palabras comenzaba nuestra tertulia esta mañana. ‘Nadie se habla entre hermanos, padres e hijos’. “Yo, soy la oveja negra de la familia, pero que no se hablen mis hermanos, que son todos ‘gente normal’ eso no lo entiendo...”

La verdad es que estamos tan enredados entre nuestras propias redes y mentiras o medias verdades, sobreviviendo sin muchas luces en una sociedad cada vez más compleja, cuando no contradictoria, que no acertamos a ver para encontrar soluciones adecuadas para nosotros mismos. Algunos, después de muchas terapias y mucha voluntad,  encuentran su verdad, y con ella la salida y el fin de sus problemas. Pero, socialmente, es difícil sortear las trampas que nos tienden intereses múltiples, desde el capitalismo insaciable a la izquierda ideologizada e inútil. Al ataque a la familia tradicional, se suma un sistema educativo nefasto, sometido igualmente a la dictadura del buenismo y el relativismo, con desprecio absoluto del esfuerzo y el mérito, destruyendo así cualquier anclaje o modelo con autoridad intelectual y natural para avanzar seguros en la vida.

Ha vuelto a morir un sin techo en la calle. Los más sensibilizados nos alarmamos cuando alguien muere en la calle,  hasta nos manifestamos, no sin razón. Pero  igual nos sobrepasamos, por ‘buena voluntad’, sin duda, o sobreactuamos en otros casos.

Las personas sin hogar, a menudo son discretas, y no siempre están dispuestas a hablar de sí mimas, como si quisieran guardar su intimidad aunque esté maltrecha y herida; pero es ‘lo que les queda de sí mismos’. Esta persona, u otras, quizá no quisieran protagonismo, ni siquiera a la hora de la muerte. Otra cosa es que se le acompañe en el tránsito al último albergue, confiados en que la misericordia divina tiene siempre una morada para el que ha sufrido mucho en este valle de lágrimas.

Sí, yo he escuchado muchas veces de labios de algunos sin techo frases que lo prueban: ‘ya vais a hacer la foto... para que vean cómo dais de comer a los pobres’, esta fue la última que escuché, y se refería a nosotros mismos, que tratábamos de festejar muy sencillamente, creíamos que en familia..., la Navidad, y no teníamos intención de hacer fotos.

¿Pero quién está haciendo algo efectivo, serio, solidario al cien por cien, con el que sufre desamparo y cae en la exclusión social? ¿Los sindicatos, el gobierno, los políticos, los ‘empleadores’ con beneficios incalculables...?  Ayer llamaron a un amigo para una entrevista, y parecía casi un milagro, lo encontré optimista, animado, había recuperado por un instante su dignidad, su capacidad de soñar con un futuro prometedor... Daba gusto. Después de meses, años, semanas, días echando currículos por todas partes, un simple detalle le devolvió la dignidad de persona, de trabajador, la confianza en sí mismo.

De ahí, en conversación con otro amigo, sacábamos conclusiones, y decía él: ‘verdaderamente al gobierno, a los sindicatos, a los políticos, les importamos bien poco’, si no, ¡cómo es posible que permitan que haya cientos, miles, millones de desempleados, día tras día y año tras año! ¡Cómo es posible que no se les ocurra alguna forma de mantener a las personas en expectativa de algún trabajo próximo, aunque fuera por unos meses!

¡O nos salvamos todos, o no nos salvamos ninguno, porque desaparecerá la sociedad democráticamente entendida y caerá en manos del más fuerte!  La realidad es que cada día hay más personas viviendo en la calle, porque no se ha previsto el aumento de plazas en albergues, o en pisos tutelados, para esas personas que se ven abocadas a la dependencia absoluta, al desamparo total, de sus familias y del Estado. La exclusión social humilla al que la sufre y a quienes la provocan o son causa consciente o inconsciente de ella.


Si todos nacemos iguales, hijos del mismo Padre, todopoderoso y dueño de la vida, Señor de la muerte, los que fallamos somos nosotros, que no seguimos los mejores impulsos de nuestro corazón, la voz de nuestra conciencia que, si no padecemos algún trastorno mental, distingue caramente lo que está bien y lo que está mal, y aún así preferimos procurar la seguridad propia por encima del bien común.