JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
La imagen que el espejo me ofrece es una sombra de lo que
soy. Es visible, pero no se puede tocar.
La imagen es real. Puedo verla delante de mí. Pero es una
verdad cruda y una mentira cruel, porque yo no soy solo lo que allí se refleja.
Por eso, busco historias pasadas en cada detalle de mi rostro. Me surgen
preguntas, muchas, y me pregunto ante aquel reflejo que nada me dice... y acabo
por desesperarme por no oír nada. Me pregunto de nuevo, como si mi
determinación pudiese intimidar al silencio... Y el silencio me responde con
más silencio.
Tal vez yo mismo, aquel que pregunta, sea la respuesta que
la vida me da.
Estoy aquí y siento la vida en mí. Tal vez yo necesite
aprender y aceptar los silencios, no como vacíos de sentido, sino como espacios
de tiempo que la vida reserva para sí misma, no para mí.
Cada uno de nosotros está obligado a pasar largas horas en
los desiertos de la existencia. Son tiempos tan duros como importantes. Porque
cuanto más cruda y dura es la verdad, más duele. Pero más nos purifica y
perfecciona.
Es a mí a quien corresponde la decisión de ser, dentro del
fruto ya maduro de mi pasado, la simiente del futuro que quiero crear.
Los que se dejan perder en los desiertos, mueren... y hay
también muchos que se quedan presos en la relación de sí consigo mismos.
Comprender que hay una misión para cada día y que la vida
tiene sentido a pesar de todos los dolores... mientras, tal vez me vuelva digno
de la vida que me fue confiada, comenzando a mirar para los otros y dejando de
mirar para mí.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
http://rr.sapo.pt/artigo/74565/quem_vejo_quando_me_olho_ao_espelho
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