José Luís Nunes Martins
En las calles de nuestras ciudades hay muchas luces y sus escaparates nos llaman la atención hacia ilusiones fantásticas. Pero se trata solo de una llamada al consumismo que busca explorar nuestras emociones.
En las calles de nuestras ciudades hay muchas luces y sus escaparates nos llaman la atención hacia ilusiones fantásticas. Pero se trata solo de una llamada al consumismo que busca explorar nuestras emociones.
Aquí en casa, a veces también hay guerra, tal como en el
mundo, pero hemos optado por no0 hacer decoraciones navideñas. El objetivo es
que así nos acordemos de los millones de familias que no solo no tienen
decoraciones, ni siquiera saben lo que es vivir en paz. Sufren y ni idea se
hacen del verdadero significado de la Navidad.
La Navidad es algo profundo. Interior. Aquellos que tienen
la escritura como profesión piensan y describen lo que pasa por su interior.
Por eso, hay tantos y tan bellos cuentos de navidad, pero también hay otros
tantos sobre miseria interior, que se manifiesta más en estas fechas, en que
tantos se disfrazan de lo que no son... fingiendo que pueden ser felices olvidándose
de los que sufren.
El mundo está en guerra. Hay, en todos los lugares cada vez
más corazones vacíos, con cada vez menos paz... y con esperanzas cada vez más tímidas.
La familia, que se celebra en navidad, es el centro de
nuestra vida. Es el espacio y el tiempo de donde partimos para realizarnos en
cuanto personas, aprendiendo que nadie es feliz mientras hubiera un hermano
suyo sufriendo.
La Navidad es tiempo de paz y de esperanza. Celebramos el
nacimiento de Jesús, Alguien diferente que vino a enseñarnos algo muy simple:
es amando como somos felices. Comenzando por los que están próximos a nosotros
y acercándonos después a los que más lo necesiten.
Los bienes superfluos no contribuyen a la verdadera
felicidad. Pero, hay muchos que no tienen siquiera lo esencial. Aunque tal vez
no lo tienen porque nosotros nos empeñamos
en ignorar que ellos existen.
Si no podemos hacer nada más, entonces que nos acordemos de
tantas familias a las cuales la guerra y el consumismo les quitan lo esencial.
Acogiéndolos en nuestro corazón y no dejándonos llevar por los engaños de quien
nos quiere vender felicidad.
¿Tenemos motivos para celebrar la Navidad? Sí. Incluso ya
recibimos los mejores presentes: nuestra familia, nuestra paz y nuestra
esperanza. Solo queda compartirlos.
Correio da Manhã - 24 dezembro 2016
(Suplemento especial de Natal)
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