viernes, 23 de junio de 2017

Con los ojos en el infierno


OPINIÓN  DE  JOSÉ  LUÍS  NUNES  MARTINS

Las lágrimas son gotas de pasión pura que explotan de forma lenta en los ojos de quien sufre.

En nuestro corazón, damos morada a personas, lugares, tiempos y cosas... recuerdos de lo que es, de lo que fue y de lo que podría haber sido... sueños de lo que queremos, de lo que todavía deseamos y de lo que esperamos que venga a ser.

Se sufre porque se ama, se llora cuando se ve esta vida tan frágil como es ella, en esta tierra en que los males intentan, sin cesar, destruir todo aquello que el bien ha construido.

Un infierno es una tierra donde la creación es destruida. Casi siempre como resultado de la voluntad de alguien que prefiere la guerra a la paz, la oscuridad a la luz, el humo a una brisa de aire puro.

El bien se renueva sin fin. Es siempre más fuerte. Puede el mal arrasar, en un solo día, lo que el bien lleva construyendo durante años... pero todo será edificado de nuevo, con el mismo espíritu, la misma fuerza y la misma finalidad.

Las emociones no son solo el motor de la mayor parte de nuestros gestos, son también parte esencial de los propios pensamientos más complejos. A veces nos llevan al desánimo, de la misma forma que, en otros momentos, nos insuflan de un poder capaz de levantarnos y hacer volar por encima de cualquier abismo.

Del peso bruto de nuestro luto a la alegría de una conquista dura... necesitamos llorar por muchas razones y emociones. Y si necesitamos, por eso mismo, debemos.

Con los ojos en el infierno... se llora.

Pero quien ama y llora se mantiene siempre bien cerca del cielo.



(ilustração: Carlos Ribeiro)


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