Jul 19, 2019 - 15:53
José Luís Nunes Martins
Amar es aceptar y respetar. Más que esperar cambios o intentar que los haya, amar es recibir al otro como él es, no como alguien que podría ser mejor, pero sí como alguien que es bueno como es.
Amar supone humildad, una gran humildad, ya que nunca me puedo juzgar mejor que nadie, incluso porque, en realidad, no lo soy.
¿Qué debo hacer entonces? Dar espacio y tiempo para que quien yo amo pueda ser quien es. Amar no es imponer condiciones, es lo contrario, aceptar sin exigencias.
Amando, proporcionamos aire puro a la vida del otro. Amando, proyectamos luz sobre la elecciones de quien amamos, no para censurarlas, sino para intentar comprenderlas. Y, aunque no las comprendamos o, aun comprendiéndolas, no estemos de acuerdo con ellas, jamás el amor nos permitiría interferir en las opciones del otro.
El ser humano concreto es siempre libre. El que no respeta esta verdad no estará capacitado para amar.
Amar no es admirar todo en el otro, si en cambio es entregarme a alguien que, tal como yo, vive una vida auténtica. Con miedos, errores y otra forma de elegir los mejores caminos.
¿Pero qué puedo hacer? Con sencillez y de manera sincera, expresar mi punto de vista y mis conclusiones. Pero también tengo el deber de declararle, una y otra vez sin límite, lo que siento: el amor, revelando siempre el hecho de ser incondicional.
Escoger un camino es escoger sus consecuencias. Quien decide amar, y el amor es también una elección, consiente la existencia del otro, diferente de sí mismo, en su vida. Eso implica muchos desencuentros, pero si se respetan, entonces han de ser felices. Porque se encuentran uno a otro y a sí mismos.
Dos iguales no se aman. Siempre es malo intentar cambiar al otro, cuando luchan para que el otro se vuelve más semejante a sí o, incluso, cuando creen que amar es instruir al otro. Amar es aceptar a alguien, defender y promover su ser. Aunque sea en las cosas en que se diferencia de nosotros.
Amar es reconocer la más profunda dignidad que hay en cada ser humano. Su absoluta originalidad. Todos somos muy parecidos, pero no habrá, en toda la humanidad, dos personas iguales. Y eso es bueno. Nos hace a todos más fuertes, porque nos podemos ayudar mutuamente.
¡Y todo esto lo hace quien ama, no para ser amado, sino para ser feliz!
Hay una verdad absoluta respecto del amor: La humildad es el precio del cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario