domingo, 12 de enero de 2020

El amor es discreto y sincero



José Luís Nunes Martins



A las personas parece que le gustan mucho los fuegos de artificio, en todo. Sin embargo, el verdadero amor es modesto en su forma, a pesar de la fuerza  en su interior.

Cada vez somos más impacientes, queremos alcanzar nuestros fines sin demora. Nos volvemos incapaces de esperar y, menos todavía, de sacar beneficios de cada espera. Al final, a pesar de no ser evidente, el amor necesita tiempo, trabajando de forma recatada, pero firme, en cuanto que admira la fe de quien lo espera con certeza y sosiego. Querer todo ahora es una inquietud que no respeta el valor real de los sueños.

La paciencia del amor implica saber esperar, buscando las señales sutiles de su llegada en los más ínfimos pormenores de lo que nos rodea. Sin dejarnos perturbar cuando no vemos nada.

Cada primavera, los jardines se llenan de flores, sin que nadie las vea llegar.

La sensatez del amor nos pide que seamos siempre verdaderos.

La falta de sinceridad, aun en las cosas más pequeñas, es causa de enfriamiento en las relaciones humanas. Quien falta a la verdad tiende a distanciarse. Son muchos los que mienten como forma de dar inicio interior al proceso de acabar con la relación, siendo que algunos lo hacen antes de haber comenzado de hecho la relación. Una especie de traición a sí mismos y al otro, antes de que eso se crea posible.

La sinceridad implica que confiemos en el otro, que valoremos lo que parece ser insignificante pero que es mucho mayor de lo que parece.

El que ama evita  exageraciones.

La presencia del otro, la simple comunión del mismo silencio, bastan.

El milagro profundo es que alguien está ahí, me ve con ojos bondadosos y me quiere escuchar con atención. Esta es la certeza firme que me anima, consuela y guía mi vida.

Amar no es ser más de lo que se es, pero tampoco es ser menos.

Amar es estar y ser, no es hacer.

Porque quien camina en busca del amor ya camina en el amor.








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