sábado, 4 de enero de 2020

Las extrañas opiniones de la multitud



José Luís Nunes Martins



Con poca voluntad de pensar con su propia cabeza, la mayor parte de las personas prefieren tomar como suya una que ya haya pensado alguien. El problema es que esa adopción no es inocente, trae ganancias a quien fabrica esas opiniones públicas.


El mundo cambia, el conocimiento evoluciona y también nosotros  podemos aprender a mirar de forma sabia para todo. Sin embargo, es poco común que las opiniones cambien, porque se cree que eso no es coherente, cuando, en verdad, es poco inteligente mantener como bueno lo que ya dio pruebas de poder ser mucho mejor.

Más que de los hechos, lo que mueve a la multitud es la opinión que tienen sobre los hechos. Esto significa que, más que la verdad, son las apariencias las que determinan la mayor parte de las elecciones.

Así, las opiniones más comunes son poco sensatas, toda vez que son muchos más los que no se entregan al trabajo de pensar como debe ser lo de aquellos que buscan la verdad, a pesar de que eso implique trabajo, paciencia y humildad, incluso porque lo más probable es que no se llegue a una conclusión consistente.

¡Abundan las certezas absolutas y escasean las honestas “no sé”! Una moda tan fuerte que hace que la gente inteligente se dispense de pensar.

Tendemos a escuchar solo lo que nos interesa, valorando solo las pruebas que soportan nuestras posiciones, ignorando lo que las contradice. A fin de cuentas, quedan solo los argumentos a favor.

La sabiduría aconseja ser prudentes y tener pocas certezas.

¡Las opiniones son sentencias precipitadas y superficiales, por lo que, cuantas menos tuviéramos, mejor!

Debemos escuchar el consejo de quien es capaz de decirnos la verdad que necesitamos oír, incluso aunque eso nos duela. Esos son nuestros amigos. Solo esos.

También nosotros debemos ser amigos de nosotros mismos y de los otros.





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