He tenido que repasar el mito de la caverna para justificar el título que le he dado al blog, y me ha parecido interesante seleccionar estos dos textos, que pueden ayudar a comprender por qué vemos las cosas de manera imprecisa si no tenemos una idea más amplia y firme, capaz de iluminar las cosas que percibimos con los sentidos.
El sentido común puede ser ese que nos ayuda a conservarnos, a no fiarnos de las apariencias y a no seguir el primer impulso. El Bien que imaginamos tan fácilmente, es el origen de todo, y hemos de descubrirlo en sus obras, para nuestro bien.
“Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mi me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público”.
“Pero si alguien tiene sentido común , recuerda que los ojos pueden ver confusamente por dos tipos de perturbaciones: uno al trasladarse de la luz a la tiniebla, y otro de la tiniebla a la luz; y al considerar que esto es lo que le sucede al alma, en lugar de reírse irracionalmente cuando la ve perturbada e incapacitada de mirar algo, habrá de examinar cuál de los dos casos es: si es que al salir de una vida luminosa ve confusamente por falta de hábito, o si, viniendo de una mayor ignorancia hacia lo más luminoso, es obnubilada por el resplandor. Así, en un caso se felicitará de lo que le sucede y de la vida a que accede; mientras en el otro se apiadará, y si se quiere reír de ella, su risa será menos absurda que si se descarga sobre el alma que desciende de la luz”.
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