No había pronunciado una palabra desde que llegó, sólo protestó un poco cuando entraban otros que habían llegado más tarde que él para hablar con la trabajadora social. Estaba un tanto inquieto, pero no por eso dejaba de escuchar atentamente lo que hablábamos los demás. Me sorprendió cuando al terminar su entrevista, cerca ya de la una de a tarde, se acercó a mí y me dice sin más preámbulo: “yo no soy como ese señor que decía que él no era católico, pero que sí era cristiano; yo soy católico y lo he sido toda la vida”, incluso se emocionó.
Esta ha sido otra lección que he recibido con enorme satisfacción, y que prueba una vez más lo diferentes que somos los humanos aún en las mismas circunstancias, por lo que no podemos acercarnos a nadie con prejuicios, haciendo ver que somos muy listos y ya sabemos lo que le pasa o lo que piensa, e incluso le ofrecemos una solución estupenda para él.
Lo difícil es ser creyente en las circunstancias en que vive Jaroslav. Hace poco tiempo que vino a España, y vino a España porque en Checoslovaquia no hay trabajo para los mayores de cincuenta años, él se aproxima a los sesenta; sólo hay trabajo para jóvenes y para emigrantes de todos los países y razas, dice con enorme tristeza. Qué portentosa es la fe que transforma la miseria en esperanza, cuanto más firme, más humilde, y es fuente de virtudes que hacen al hombre más comprensivo y más sabio para afrontar las adversidades de la vida.
Jaroslav no ha caído en la desesperanza, ya que en su país no le ofrecían un futuro digno se vino a España; ha trabajado de temporero en el campo, siempre sin contrato y cobrando una miseria. Así lleva más de dos años recorriendo España de norte a sur, y no le ha dado tiempo de dedicarse a conocer sus derechos y a conocer la sociedad española. Dice que lo han tratado mejor en el norte que en el sur, refiriéndose a los curas, allí siempre le han dado algo, aquí no, dice; incluso una señora le recriminó que pidiera en la puerta de una Iglesia, en vez de pedir ayuda en cáritas o buscar un trabajo, él le contestó amablemente que le diera ella un trabajo, que es lo que desea con toda su alma, para no tener que pedir y sentirse humillado. Todavía se producen estas escenas tan poco cristianas, en la misma puerta de una iglesia o incluso en algún equipo de cáritas, aunque por suerte sea una excepción.
Me dio mucho gusto hablar con Jaroslav, un buen hombre, muy honrado, muy trabajador; lleva poco tiempo en España y vive un poco automarginado, me dio la impresión, pero más por falta de conocimiento de la realidad y los españoles que por deseo propio; le preocupa enormemente el trabajo, no se mete demasiado en conversaciones y no le gustan los excesos verbales. Ya más relajado nos manifestó su deseo de encontrar un poco de sosiego para descansar y asearse, porque la calle trae demasiados inconvenientes con la ropa y el aseo. Salía satisfecho de la entrevista porque la trabajadora social le había dado un día para estar en el albergue donde se podía asear y descansar para emprender cuanto antes el camino en busca de trabajo. Todavía se alegró más cuando le dijimos que podía quedarse un tiempo, que aquí había un comedor social estupendo donde no sólo comería sino que tendría posibilidad de aseo y de mudarse de ropa. El hombre a penas daba crédito a lo que oía y respiraba aliviado.
Al día siguiente parece que ha cambiado el panorama para Jaroslav, se diría que ha recibido un premio, tan gozoso se siente por la ayuda recibida, exhibe con una alegría casi infantil la tarjeta de demanda de empleo, como si hubiera adquirido un salvoconducto para alcanzar una meta esperada, no se le había pasado por la imaginación que le serviría además para solicitar una ayuda de cuatrocientos euros, estaba loco de contento y agradecido a la trabajadora social que le había facilitado tan provechosa información, así como de que yo lo hubiera acompañado a la oficina de Empleo, lo cual le facilitó el entendimiento con la trabajadora.
No he visto mayores muestras de agradecimiento y tan sinceras, sin duda que es una inyección de ánimo para desechar cualquier duda que uno pudiera tener en la utilidad de este voluntariado, no exige muchos requisitos, basta con saber escuchar y actuar con naturalidad, sin esperar nada a cambio, que la recompensa llegará por sí sola.
Que descanses Jaroslav, y te repongas lo suficiente para encontrar ese trabajo que te lleva a mal traer por los caminos de España, sin darte tiempo a conocer el terreno que pisas, a conocer a la gente que tratas y a echar raíces en alguna parte, donde puedas disfrutar de la vida de nuevo. “Primavera eslava”, eso significa tu nombre, me dijiste, espero que tu nombre exprese la realidad de tu vida en estos momentos.
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