domingo, 27 de noviembre de 2011

Con la caravana a cuestas




Hoy, por fin, le toca el turno a T. aunque ya unos meses que nos visita, no había encontrado ni el momento ni el modo de comentar cómo son las visitas de T. No sé bien si será porque ella habla tanto y tan deprisa que no me permite asimilar cuanto dice, porque es en verdad un torbellino de sentimientos e imaginación, y como lo dice con tanta gracia, te distrae ella misma y no le das la importancia que tiene a lo que dice. Quizá ella misma no es consciente de la trascendencia de todo lo que dice. También protesta mucho de todo, y esto lleva a ser prevenido para no seguirle el juego, no sea que vaya a pensar que siempre tiene razón. Yo me he atrevido varias veces a pararle un poco los pies aconsejándole que no use un lenguaje tan agresivo, para no ganarse enemigos ni complicarse la vida. Baja el tono, murmura algo como si no se creyera del todo lo que le digo, pero acepta y sonríe un tanto descolocada.

T., es muy especial, es fuerte, con una voz tremenda, se esfuerza por caer bien y es muy generosa con cualquiera. Disfruta contándonos sus problemas, dándonos su opinión y contándonos numerosas anécdotas de su vida. Es todo un personaje, hay pocas cosas que no conozca y ha corrido mil aventuras, como legionario ha tenido que superar numerosas pruebas; ha pasado también por la cárcel, fruto de negocios y conductas peligrosas; ha tenido y tiene una vida agitada y dura, muchas peleas, físicas y verbales.

Ahora vive en una caravana desde hace tiempo, cobra una pequeña pensión que no le permite mantener el coche, la caravana, comer y vestir. Pero T. a toda costa quiere que le solucionen sus problemas, se queja constantemente de las pocas ayudas que se ofrecen a las personas de la calle. Tiene un corazón enorme, se preocupa por lo que pasan todas las personas sin hogar, yo creo que si le dejaran era capaz de atender ella sola a todas. El alcalde es el peor, los servicios sociales son poco o nada eficaces. No soporta que la gente ande pidiendo o pase hambre, acoge en su caravana a cualquiera que esté necesitado, vamos, que de lo que tiene da. Por este lado la entiendo, no le cabe en la cabeza que las instituciones, que tienen tanto, no sean capaces de socorrer a todos los necesitados.

Las reivindicaciones de T. son casi ilimitadas y se repiten un día y otro, señal de que no avanzamos; esto es motivo de que haya que contener a T., y a pesar de su energía he de confesar que se contiene para no explotar cuando viene agobiada por un asunto de juzgados o por el apremio del pago de un recibo. Sobre todo reclama el derecho a un camping barato donde pueda aparcar su caravana y disfrutar de unos servicios esenciales, sobre todo de una toma de corriente eléctrica para hacer funcionar el frigo, porque el generador le trae problemas de ruido y económicos. Cierto que su ingenio es también muy agudo y se vale para solucionar muchos pequeños problemas y es capaz de hacer cualquier chapuza, incluso se siente capaz de arreglar un coche. Como nos ha contado más de una vez es un auténtico superviviente, lo fue cuando estuvo de legionario y lo es ahora como persona sin hogar, bueno con un hogar móvil: su caravana. A esto añádele una dosis de buen humor y entonces tenemos también otra muestra de su capacidad de supervivencia y la facilidad que tiene para ganarse la simpatía a primera vista.

No he mencionado una de sus principales preocupaciones, incluso quiere denunciar a la Junta, porque no le concede el derecho a operarse para convertirse en lo que ella quiere ser, una mujer completa. En cualquier caso yo le deseo que encuentre la paz consigo misma primero y seguro que la transmitirá a los demás, así la vida será más amable con ella.

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