Hace ya algún tiempo, cuando yo era un voluntario principiante, me encontré con una persona especial, claro que especiales somos todos, pero sin que nadie se sienta discriminado, este era un personaje muy complejo, incluso con su ingrediente de suspense e intriga, que en parte se irá despejando a medida que nos vamos conociendo.
I. llegó de repente y a la fuerza, él vivía en C. y sin previo aviso y sin contemplaciones fue arrestado por no llevar la documentación consigo, e inmediatamente es deportado en el primer avión a su país de origen, España. Aquí llegó con lo puesto, como pudo llegó a San Fernando, donde él había estado antes, y de donde había salido para el extranjero porque aquí no encontraba una forma de vida a su gusto.
Su demanda era la habitual, alojamiento en el albergue mientras le llegaba la ayuda que precisaba para regresar a C., que no era poca; él confiaba en que algún amigo le ayudaría. Los días pasaban lentos, cargados de inquietud para I., pues allí había dejado una mujer y una niña de un año, de las que estaba muy enamorado. Su situación era complicada, peor aún, corrían peligro, porque él había sido denunciado por algún enemigo peligroso y podía vengarse con su familia. Cáritas no podía adelantarle el pasaje y sus gestiones con los amigos no le daban resultado; la comunicación con su familia no era fácil, cuando podía hablaba con su mujer a través del Messenger, incluso podía ver a su hija, pero esto con ser un consuelo tenía una contrapartida, lloraba de impotencia y de impaciencia porque enseguida le asaltaba el temor de que pudieran sufrir algún daño.
Los días iban pasando y nuestro amigo, que no era sólo un hombre sensible, sino un hombre de mundo y un hombre preparado, comienza a buscar por su cuenta el dinero que precisa, pero, no es fácil, incluso ha visto que puede meterse en algún lío que no le beneficiaría dada su situación. Él no es un cobarde, ni se asusta de nada, pues es un maestro de artes marciales, da cursos y prepara a guardaespaldas y mercenarios, pero su obsesión es volver cuanto antes con su mujer y su hija, y no quiere líos con nadie, como al parecer los tuvo en algún local donde pensaba obtener dinero rápido y suficiente para costearse el pasaje.
Él ha tenido una vida muy agitada, antes de salir por primera vez de España fue militar, luego probó sin fortuna otros oficios y es cuando decide ingresar en la Legión francesa, cosa que consigue con facilidad. A partir de aquí pasó a prestar servicios arriesgados en distintas partes del mundo, incluso ha logrado crear su propia escuela como maestro de seguridad y está muy bien considerado. Yo mismo pude comprobarlo leyendo los mensajes que le dejaban en su correo los alumnos, o cuando me regaló una medalla de lancero en señal de amistad y agradecimiento.
El país de donde viene es precisamente un país donde la violencia campa por sus fueros, por eso tiene tanto miedo por su familia, su mujer y su hija, a las que adora y le une un fortísimo instinto protector; porque I., con todos sus defectos, es un romántico y una buena persona, de lo mucho que gana en su oficio decidió compartirlo con su mujer, a la que él rescató de la calle y de la que se enamoró perdidamente. Yo le ofrecí mi casa para que pudiera conectarse los fines de semana, y así lo hizo; me conmovía ver cómo se echaban de menos, y me daba pena ver una familia así, separados y deseándose, atormentados por una separación inesperada y sin sentido, con un océano de dificultades por medio. Lo que más pena daba era la vulnerabilidad en que se encontraban las dos más débiles.
Por fin cambió su suerte y logró que su mujer saliera de su país y fuera a otro más seguro donde la protegería un amigo, el cual le ofreció también a él un trabajo; con esa promesa logró la ayuda que necesitaba para coger el avión a su nuevo destino y reencontrarse con su familia.
Quizá su gesto de salvar a una mujer de la calle y el enorme cariño que siente por su hija, le ha servido para poder seguir cuidándolas en circunstancias tan adversas y complicadas, y se ha ganado el reencuentro. Que sean muy felices.
Vaya... Sí, preciosa historia. Suena a películas épicas, un poco en plan un caballero a la antigua usanza pero en la época moderna. En la historia se siente la lucha, me alegro por él, de que consiguiera su objetivo, y si además ganaron más tranquilidad en otro país, doblemente mejor.
ResponderEliminarAdemás, sí que siento quizás cierta identificación con este muchacho...