lunes, 30 de enero de 2012

¡Y comienzan a suceder maravillas!


“¡Y comienzan a suceder maravillas!”, así titula la última página de su  blog  Guillermo Urbizu, y continúa:

“Cuando el mayor deseo en el corazón de un hombre es que Dios haga en él su Voluntad, cuando ese hombre se abandona con humildad en Sus manos, con la certeza plena de que es el buen Padre quien mejor nos conoce y quien mejor sabe lo que nos conviene, entonces comienzan a suceder maravillas.

Sólo hay que abandonarse por completo y dejarse llevar. Dicho así, ¡qué fácil parece! Pero enseguida nos tropezamos con nuestra realidad, y chocamos con nuestras limitaciones. Ese orgullo, esa vanidad, esa soberbia (que nos convence de que solos podemos), o cualquier otro defecto que nos impida presentarnos ante el Señor, con las manos vacías, llenos de humildad para decirle: “Haz de mí lo que quieras. No me fío de mi, Padre, sólo en Ti confío. Haz que en mi vida sólo se cumpla Tu voluntad y no la mía, porque yo soy un auténtico desastre y ando siempre tropezando en las mismas piedras. Arranca cualquier cosa que de mí te estorbe, hazme a tu gusto. En Tus manos me pongo. Me fío por completo de Ti.”
 
Reconozco que yo lo he intentado, y lo intento, con frecuencia. Lleno mi corazón de buenos deseos y dispongo mi voluntad para luchar contra lo que me impidiera ese abandono tan deseado. Pero uno está lleno de limitaciones, y resulta agotadora esa lucha permanente… e interminable. Al menos en mi caso no funciona. La voluntad flaquea. Mi debilidad. Un día, bastante cansado, así se lo dije a Jesús: “A ver, Señor, yo no puedo más, no me sale, no llego. YO SÓLO, NO PUEDO. ¿Acaso tú no podrías quitarme lo que me impida abandonarme por completo a la Voluntad del Padre? Porque querer sí que quiero, pero está claro que yo solo no puedo.” Y algo me dijo en mi interior que Él me había escuchado. Incluso con agrado. Y también en ese instante, supe que me iba a ayudar”.

Supongo que no se molestará Guillermo Urbizu porque hoy me valga de sus palabras para transmitir una idea que me parece extraordinariamente alentadora, y que yo mismo no sería capaz de expresarlo tan sencilla y claramente.

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