Imitando a la canción tendría que decir que “hoy no ha sido un gran día”. Pero no por lo
que me pueda haber afectado a mí, sino por lo que tiene de revelador de una
situación de desamparo absoluto.
Un hombre entra hoy en la oficina en un estado lamentable,
echando por la boca lo que no puede
llevar a efecto por falta de voluntad, o sencillamente quizá por miedo.
El miedo, mucho miedo, provoca una reacción desproporcionada. Este hombre
cumplía ayer sus tres días de estancia en el albergue, y tuvo que dormir en la
calle…
Estas son sus razones para esa actitud desproporcionada
contra aquellos que le pudieron haber hecho algún bien: “porque se va a enterar
(la trabajadora social), porque por su culpa estoy así, tuve que dormir en la
calle y…mira como estoy. Yo no puedo estar en la calle”
¿Qué le ha podido ocurrir? ¿Sólo miedo, tuvo alguna mala
experiencia con algunas personas por asuntos de dinero…? ¿Es miedo a las
sombras de la noche…? Porque no sólo éramos la trabajadora y yo mismo sus
peores enemigos…nos veíamos envueltos entre otros nombres que ni siquiera eran
de San Fernando.
Ante el tono que iban adquiriendo sus palabras y la forma en
que se presentó, descalzo, “¿por qué estas descalzo?, ve al Pan Nuestro que
allí te darán unos zapatos, le dice un compañero, y él responde: “ya lo sé,
mejor, y si me corto, mejor, además me los voy a cortar yo”… Abrió la
trabajadora ante las voces y se encaró con ella, yo entonces busqué ayuda en la
policía…
Por eso me siento mal, muy a disgusto conmigo mismo, y más
cuando comenzó a amenazarme por lo que había hecho…avisar a la policía…Con la
que, por otra parte, se vería después que tenía “cierta familiaridad”.
Quizá hubiéramos resulto el problema solos, quizá no, de
cualquier manera no consigo liberarme de una cierta incomodidad, superar un
sentimiento de incapacidad para ejercer el voluntariado con todas sus
consecuencias…pero, tampoco es que pretenda
ser ningún héroe.
Y, como dije, no cuento el incidente por lo que me pueda
haber afectado a mí, que poco importa, sino por lo que revela: la dureza de la
calle, las máscaras indescriptibles y engañosas que provoca la supervivencia,
la dificultad por tanto para el “sin
techo” para recibir ayuda y para los demás
dársela, al menos la adecuada y a su debido tiempo…
“Pobres los tendréis siempre con vosotros”…Pero la pobreza
de hoy es mucho más una pobreza de espíritu; la escala material de la pobreza
es abismal y ofensiva, y nos aleja a unos de otros injustamente, pero la
pobreza espiritual está en los corazones, en la cortedad de las expectativas,
en no querer ver los problemas, culpar a diestra y siniestra y buscar refugio
en fantasías o soluciones rápidas y placenteras.
Es como si el hombre de hoy se sintiera huérfano de Dios. La sociedad se tambalea, y
no tenemos una perspectiva despejada ni
halagüeña. Unos, aprovechando la decadencia, una decadencia extraña…porque
nunca el hombre ha disfrutado de tantos descubrimientos y comodidades como hoy,
pero todos percibimos una decadencia global, profunda, misteriosa, y no sabemos
qué va a pasar…esta misma tarde…y muchos, digo, aprovechan para culpar a Dios y
su iglesia de los males del hombre de hoy… Cuando la lógica parece ser
otra…estamos así porque ya no es Dios el que inspira las formas de gobierno, y
surgen así los nuevos señores, que se reparten el poder y compiten entre sí,
provocando daños irreparables en la
sociedad. No son señores compasivos, luchan por el poder. Es el momento
confuso que provocan los enfrentamientos entre rivales poderosos por lograr la
supremacía, no creen que haya nada ni nadie por encima de ellos…
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