José Luís Nunes Martins
jornal i
27 de dezembro de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/os-bens-tenho-bem-faco
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27 de dezembro de 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/os-bens-tenho-bem-faco
Ilustração de Carlos Ribeiro
Existen varias carencias. Unos están privados de bienes esenciales, otros, teniendo mucho necesitan cada vez más, sienten un enorme vacío que les exige más y más lujos, en una insatisfacción profunda y constante. Esta pobreza es malsana, porque destruye a la persona desde dentro.
Vivir sin sentir
necesidad es algo mucho más valioso que cualquier otro tesoro material. Es, por
tanto, la actitud cara a lo que se tiene, y a lo que no se tiene, lo que
determina la verdadera fortuna.
Hay quien se vuelve
esclavo de sus riquezas materiales, quien se convierte en un miserable por
causa de los muchos bienes que posee, de tan dependiente de ellos, de tan
preocupado con la posibilidad de perderlos.
En verdad, el dinero es
un medio excelente de revelarse las personas. ¡Para algunos es lo suyo desear
tener siempre mucho, al fin de que su miseria sea siempre evidente para todos!
La pobreza no quita la dignidad a nadie, en cambio la riqueza puede hacerlo con
facilidad.
El mayor peligro que
corre alguien que se expone a una vida de lujo es que puede dejar de apreciar las
cosas simples de la vida (¡que son las más bellas!). Se vuelve difícil de
agradar, pero, en vez de entristecerse por dejar de ser feliz con poco, cree precisamente
ser un don, el de no conformarse sino con lo mejor.
El lujo sólo crea
apetito de más lujo. Se trata de un deseo que, no siendo natural, es
insaciable. Lo mejor es no alimentarlo nunca, pues sólo se hará mayor y más exigente.
Cuanto mayor fuera una
casa o una fortuna, más inquietud y cuidado exigen… es raro encontrarse alguien
satisfecho con lo que tiene.
Se comienza por
preferir cosas innecesarias y en muy poco tiempo los pensamientos se tornan
esclavos de una especie de gula emocional, donde el corazón parece correr tras
las promesas de paz en una escalada de valores y refinamiento que es, en
verdad, una pendiente, una caída… a lo peor de sí. Vamos perdiendo la capacidad
de reconocer nuestro valor, aquel que está antes y después de cualquier posesión.
Invertir toda la vida
en luchar por tener más de aquello que se necesita es una pérdida de tiempo y
de vida, en la medida en que se podría (y debería) utilizar esos recursos al
servicio de las cosas simples de la vida, aquellas que hacen la verdadera
felicidad.
Debemos concentrarnos
en lo que tenemos, agradecer cuando tenemos acceso a lo esencial, y procurar que
aquello que excede nuestras necesidades pueda llegar a quien lo necesite.
Un hombre rico no es
mejor que un hombre pobre. Ni lo contrario. Porque, quien tiene más, puede dar más. Siendo que a
quien es feliz, le basta lo necesario.
En verdad, la pobreza
como la imaginan algunos ricos es mucho peor que la pobreza real, tantos pobres
consiguen ser felices… así no les falta lo básico. Algunos incluso con menos de
lo mínimo se contentan… O somos señores o esclavos de las cosas…
Es posible vivir en un
palacio sin dejarse corromper por eso. Hay quien se sirve de sus bienes para
ser una bendición en la vida de los otros, ese es rico, muy rico, en lo que
importa. ¡Se es feliz, por haberse hecho pobre para que otros sean ricos… se es
rico, por haber sido capaz de darlo todo!
¿Si es tan poco lo que
podemos vivir y disfrutar, por qué deseamos siempre tanto?
¡Es casi imposible
apreciar el dinero y la vida al mismo tiempo!
Quien sabe vivir bien
con poco, sabe vivir bien de cualquier forma. Lo poco nunca es escaso.
La verdadera riqueza no
resulta de los bienes que tengo, sino del bien que hago. La libertad más
profunda es pasar del apego al desprendimiento.
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