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Los portugueses saben
lavar dinero pero…¿saben lavar las manos?
Ahora sí, es en serio.
Y es oficial. Finalmente, al completo, el código de la operación “manos
limpias”. No, no se trata de ninguna metáfora de las que los celosos agentes
policiales, inspirados por aquellos
toques de inspiración con que las musas los favorecen, usan en las campañas de
prevención vial, tipo ‘Trenó em segurança’, en el tiempo de navidad, o ‘Não aos
ovos chocados’, en la Pascua.
¡¿De qué se trata
entonces?!Nada más, y nada menos, de “Cómo lavar las manos”!”: diez
mandamientos, que en este caso son once, o si no doce, de la “Divisão
de Saúde no Ciclo de Vida e em Ambientes Específicos (sic), da Direcção dos
Serviços de Promoção e Protecção da Saúde, da Direcção-Geral da Saúde.
Los recientes escándalos político financieros probaron que los portugueses
saben lavar dinero, pero… ¿saben lavar las manos?
Antes de las
disposiciones normativas, una advertencia previa: “lave las manos cuando
estuvieran visiblemente sucias”. Se supone, por tanto que las que no se ven
están dispensados de esta práctica sanitaria, así como los incapaces de una
depurada visión de la mugre manual. A estos se les permite sólo que usen una
“solución antiséptica a base de alcohol”. Nada mejor que una copa, para ahogar
la herida de la exclusión. Mas una sabia advertencia preliminar: “El lavado
correcto de las manos debe durar más de veinte segundos”, por lo que se supone
que una ablución menor prefigura un ilícito criminal, susceptible de sanción, a
determinar por la autoridad sanitaria competente.
El mandamiento cero es
igualmente un cero a la izquierda: “Moje las manos con agua”. La claridad de la
recomendación dispensa de más comentarios, excepto en regiones determinadas.
El primer principio
exige que se “Aplique jabón para cubrir toda la superficie de las manos”.
Después, “frote las palmas de las manos, una con la otra” (2º). ¿Cómo? “Palma
de la mano derecha en el dorso de la izquierda, con los dedos entrelazados y
viceversa” (3º). ¿No entendió? No se preocupe, que el Ministerio
explica: “Palma con
palma con los dedos entrelazados” (4º). Y todavía: “Parte detrás de los dedos
en las palmas opuestas con los dedos entrelazados” (5º). Esta insistencia en el
entrelazamiento de las falanges, falanginas y falangetas tiene algo de
romántico y puede significar un momento de gran tensión morosa, como es obvio.
El sexto y séptimo
mandamiento exige, por lo menos, un master en antropología termodinámica, dada
la complejidad de la ejecución prescrita: “frote el pulgar izquierdo en el
sentido rotativo, entrelazado en la palma derecha y viceversa” (6). Y después,
“frote rotativamente hacia atrás y hacia adelante los dedos de la mano derecha
en la palma de la mano izquierda y viceversa” (7º). Después de realizar estos
dos movimientos, haga una pausa para recuperar el equilibrio emocional.
Sigue un principio más
básico, que cuenta con el apoyo de la liga antialcohólica: «Enxagúe as mãos com
água» (“Enjuague las manos con agua”) (8º). Puede ser que el tribunal
constitucional, en su docta jurisprudencia, admita enjuagar con vino, o cerveza,
pero como aún no lastimó este precepto de inconstitucionalidad ortográfica, por
excusada redundancia, enjuague igualmente con agua.
“Seque las manos con
toalla desechable” (9º). Atención: ni toallón, ni toalla, ni toallita; sólo es
admisible una toalhete. Desechable, porque sólo “só o não é a Divisão de Saúde no Ciclo de Vida e em Ambientes
Específicos”.
Décimo mandamiento:
“Utilice la toalhete para cerrar el grifo, si fuera de acción manual”. Cuidado:
antes de interrumpir voluntariamente el chorro, debe verificar si el lavado ha
alcanzado el tiempo mínimo permitido. El uso de la toalhete para cerrar el
grifo es inédito en la rica tradición de la higiene nacional que, desde los
gloriosos tiempos del “¡Agua va!”, jamás conoció tal refinamiento, de dudoso
gusto. Como es lógico, si el grifo fuera de acción pedestre, debe cerrarlo con
un gracioso puntapié; si fuere de uso no especificado, cierre con un mordisco,
un puñetazo o un cabezazo, sin olvidar la imprescindible toalet.
Último mandamiento (11º
en este orden, pero 12º si se contabiliza también el cero): “Ahora sus manos
están limpias y seguras”. ¡Bravo! Ha consiguido: no gana ningún Audi, pero está
ahora, oficialmente, con las “manos limpias” y, como tal, después de estar
debidamente acreditado por el Ministerio de Salud, puede presentarse en el
DIAP, en la Procuraduría General de la República, en la Policía Judicial, etc.
Más aún: “¿sus manos
están ahora seguras!” Para no alarmar innecesariamente, el Ministerio no le
dice nada, pero la verdad es que, antes de la operación “manos limpias”, las
suyas estaban inseguras y podría no conseguir dominarlas si, dado su estado
inestable, se le escapasen para el bolso del vecino, para una cartera ajena,
para un saco azul o para un cofre del Estado. Gracias a la “operación manos
limpias”, están ahora, felizmente “¿seguras!”
Para nuestra salvación
Moisés nos dio el decálogo pero, para lavar las manos, el Ministerio de Salud
nos dio doce mandamientos. Bien podían ser de Poncio Pilatos, el gobernador
romano, tristemente célebre por haberse lavado las manos …mientras ensuciaba su
conciencia con el peor crimen de la humanidad. Y así anda desconcertado este
mundo. Se descuida lo que más importa, y se cuida mucho lo que importa poco.
Es de traca, decimos en España, es de traca. Yo creo que deja a salvo la cursilería insufrible de nuestro ZP, o la ineptitud de nuestra última ministra Ana Mato… Si es que todo esto es cierto… lo que demuestra que tampoco los portugueses tienen los mejores gobernantes. Lo siento, pero no voy a caer en el vulgar “mal de muchos…” Iba a decir que los tiráramos al mar, a los políticos, pero lo íbamos a echar a perder más todavía, así que lo mejor sería ponerlos a estudiar o a copiar mil veces “No debo ofender a mis ciudadanos…”
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