Intento escribir algo, no agradable, sobre la Navidad, porque así la que
sienten muchas personas, pero hay algo, que yo mismo he sentido, y que pocas
veces he expresado en voz alta, y es el exceso, me molesta el exceso que hacen
muchos, sobre todo los que más que celebrar el nacimiento del Niño Dios, se
aprovechan de tan magno acontecimiento para darse un banquete “dignos de
reyes”.
Este exceso desfigura el gran acontecimiento que el mismo Dios quiso que
sucediera de la manera más humilde posible. Siéndolo todo, porque es Dios,
nació en pobreza extrema, pero se convirtió en riqueza para todos, pues el
anuncio del ángel movilizó a los pastores hacia el portal, llevándole cada uno
su presente, ni tampoco le faltarán presentes, propios de un rey, cuando
lleguen los Reyes de oriente.
El exceso puede molestar a aquellos que no sienten ni celebran la
Navidad, y sólo ven el despilfarro. Molesta también a los que no pueden
celebrar la fiesta porque no tienen casa, ni con que hacer la fiesta, o ni
siquiera tienen con quien celebrarla…
Pero el exceso también desborda en migajas, y aún no sobrándole hay
muchos en estos días que dan cuanto pueden, para que los que no pueden
proveerse por sus medios, no se vean privados de celebrar la Noche Buena y
Navidad, sobre todo si hay niños. A estos también se procurará que le lleguen los juguetes de
los Reyes Magos.
Es la fiesta de la generosidad, mejor o peor entendida, más o menos
espléndida, y esto merece la pena, porque Dios ha sido espléndido con nosotros
enviando a su Hijo, nosotros nos sentimos agradecidos, aún no entendiendo ni
aceptando la Navidad, muchos se suman a esta corriente de generosidad.
El mismo Jesús dirá, más tarde, que él no vino a traer la paz, que vino
a traer la guerra, que por su causa habrá división entre unos y otros, incluso
en la propia familia. Entonces ya me parece más normal que la celebración de la
Navidad cause estos sentimientos opuestos y hasta enfrentados a veces. Y por
esto precisamente merece la pena que nos esforcemos en celebrarla dignamente,
sin excesos.
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