JOSÉ MIGUEL PINTO DOS
SANTOS
El abuso de la bondad y humanidad de quien ayuda ha sido
una constante a lo largo de la historia.
Hay muchas formas de co
quistar una ciudad, o Estado. Herodoto (485-420aC.), un escritor bastante
popular hoy, sea en Grecia, sea en Alemania, escribió hace dos milenios y medio
un manual, muy práctico, elaborando las mil y una maneras de hacer. En ellas se
incluye la acción política, las campañas militares, la estrategia económica y
el culto religioso. Pero la creatividad humana en poner la mano en lo ajeno no se
reduce a estas cuatro categorías. Es como él describe la conquista de Esmirna,
un Estado Eólico muy próspero:
“Los eolios perdieron Esmirna por una
perfidia. Habían dado refugio en la polis a algunos refugiados de Colofon, que
habían sido derrotados por una facción rival y expulsados. Los refugiados
esperaban una oportunidad y cuando el pueblo de Esmirna fue a celebrar, fuera de
los muros, el festival de Dionisos, cerraron las puertas y tomaron posesión de
la ciudad. Los eolios de las otras ciudades vinieron en ayuda de los expoliados.
Llegan finalmente al acuerdo que los jonios restituirían todos los bienes muebles
pero se quedarían con la posesión de la ciudad. El pueblo de Esmirna fue
entonces distribuido por las otras once polis de los eolios, donde se les dio
el derecho de ciudadanía.”
Aunque sea sobradamente
conocida la visión anti-jónica de Heródoto, no hay que dudar que las cosas sucedieron
más o menos como él las describe. El abuso de la bondad y humanidad de quien
ayuda ha sido una constante a lo largo de la historia, sea entre individuos,
sea entre las polis. Pero lo más lamentable es que los bondadosos dan mal
nombre a la bondad cuando no enlazan su sentimiento humanitario con la
prudencia. Pasan a la historia, no como benefactores, sino como tontos.
Professor de Finanças, AESE
https://www.publico.pt/mundo/noticia/esmirnados-1722926
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