domingo, 28 de agosto de 2016

Cristianismo y Juegos Olímpicos




Si es a la revolución francesa que se debe la restauración del olimpismo, ¡¿cómo explicar que los Juegos Olímpicos solo hayan recomenzado “moderna y definitivamente en 1896”, o sea... más de cien años después?!

En Público el 19 de agosto pasado, el historiador Rui Tavares, que también es el fundador del Libro, escribió: “lo que acabó con los juegos Olímpicos antiguos fue la llegada al poder del cristianismo. Teodosio, el primer emperador cristiano que gobernó el Imperio Romano   (Constantino fue el primero en convertiré al cristianismo, pero ya cerca de su muerte), emitió una serie de decretos aboliendo todo tipo de cultos a los dioses paganos, y fue así como los juegos Olímpicos, que eran tanto una fiesta religiosa como deportiva, se extinguirían más de mil cuatrocientos años después. Teodosio era orgullosamente intolerante con los rituales, las imágenes y la sensualidad del paganismo”.

Es curioso que este historiador, aunque reconozca que Constantino fue el primer emperador romano cristiano, no lo considere como tal, a efectos de los Juegos Olímpicos. ¿Por qué? Porque murió pronto, el hombre. La verdadera razón, con todo, parece ser otra: como daba por hecho que el primer emperador cristiano pudiese ser presentado como un fundamentalista enemigo del olimpismo, el fundador del Libro tuvo a bien suprimir a Constantino para, falseando la historia, presentar a Teodosio como “el primer emperador cristiano que gobernó sobre el Imperio Romano”. ¿Esclarecedor, no es así?

También omite –¿olvido, ignorancia o simple mala fe?- que Teodosio, en la fase inicial de su reinado, fue tolerante con los paganos y favorable a la conservación de sus templos y estatuas, aunque haya retirado, en 381, la prohibición de Constantino en relación a los sacrificios, estableciendo, diez años más tarde, los sacrificios de sangre. A pesar del fundador del Libro afirmar que el cristiano Teodosio era “orgullosamente intolerante”, la verdad es que, por ejemplo, cuando en 338 algunos cristianos incendiaron la sinagoga de Calínico, en Mesopotamia, Teodosio ordenó al obispo local que reconstruyese la sinagoga, disponiendo los recursos necesarios, y que castigase a los incendiarios. ¡Para “intolerante”, convengamos que no está nada mal!

¿Pero, sería Teodosio de hecho orgulloso? En el año 390, San Ambrosio de Milán excomulgó a este emperador, por haber ordenado la masacre de Salónica, como represalia por el asesinato del gobernador militar de esa ciudad. Sólo después de que Teodosio hubiese manifestado su arrepentimiento y hecho, durante varios meses, penitencia pública, fue levantada la excomunión y el emperador, que los ortodoxos veneran como santo, fue admitido en la iglesia. A este propósito, Teodosio diría más tarde: “Sin duda, Ambrosio me hizo comprender por primera vez lo que debe ser un obispo”. ¿¡Un todo poderoso emperador romano que se humilla hasta este punto, ante un obispo indefenso católico, sería entonces tan orgulloso?!

Más sorprendente es, con todo, la originalísima tesis de este historiador en relación al renacimiento de la práctica olímpica: “Después de Teodosio, solo se volvió a hablar del restablecimiento de los Juegos Olímpicos con la Revolución Francesa” (con mayúscula en su texto, al contrario de Cristianismo, que escribe siempre con minúscula, vaya a saber por qué...). ¡Por lo tanto, según este cronista, durante un milenio nadie siquiera habló de los Juegos Olímpicos!
¿¡Pero, si se debe a la revolución francesa la restauración del olimpismo, cómo explicar que, como dicho historiador reconoce, los Juegos Olímpicos solo hayan recomenzado “moderna y definitivamente en 1896”, o sea... más de cien años después?!

Además, es curioso que se omita la obligatoria referencia a Pierre de Frèdy, que fue, de hecho, el restaurador de las Olimpiadas y que, por más señas, no solo no tiene nada que ver con la revolución francesa, sino que, por el contrario, era un aristócrata, que fue bautizado en la Iglesia católica, estudio en un colegio jesuita, pidió y obtuvo, para el olimpismo moderno, la bendición del papa San Pío X y era amigo del padre dominico Henri Didon, que fue el autor del lema olímpico. ¡Si el mismo fuese revolucionario y ateo, ciertamente que habría tenido derecho, por parte de este historiador, a una mención honrosa, pero siendo baron de Coubertin y, aún peor, cristiano, nada de eso!

Tampoco se refieren los Juegos Olímpicos de Berlín, cuando Hitler aprovechó ese acontecimiento deportivo mundial para exaltar la raza aria y hacer propaganda del régimen nazi. ¿¡Si un jefe de Estado entonces hubiese rehusado la participación de su país en esos Juegos, el fundador del Libro también lo condenaría por ser “orgullosamente intolerante”? ¿¡ No es verdad  que, si algún estadista lo hubiese hecho, para no colaborar con el nazismo, habría merecido el respeto y la admiración de todos los verdaderos humanistas cristianos?!

Igualmente se omiten otras diversiones de la antigüedad greco romana a la que los emperadores romanos cristianos también pusieron término, como son los combates circenses, en los que tantos cristianos fueron bárbaramente asesinados. Es verdad que la revolución francesa no restauró esos degradantes espectáculos paganos, pero sí retomó la persecución a muerte de los cristianos, la que el comunismo, a su vez, ha llevado a cabo, desde 1917 hasta la actualidad (China, Corea del Norte, etc.), generosa continuidad.

Este cronista de Público, más allá de historiador, fue también fundador del Libre. Es, de hecho, -¡honra le sea hecha!- un historiador libre, no de los antiquísimos prejuicios marxistas y anticristianos, sino de la realidad de los hechos. A fin de cuentas, ¿¡quién es el que es “orgullosamente intolerante”?¡

http://observador.pt/opiniao/cristianismo-e-jogos-olimpicos/


sábado, 27 de agosto de 2016

Yo creo en los milagros


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS


No comprendo por qué razón los milagros suceden, ni qué sentido puedan tener, ni por qué parece que suceden solo a unos y no a otros... ¿O será que les  ocurren a todos?

Admiro la simplicidad de los milagros. Pasan siempre desapercibidos a la mayor parte de las personas. Incluso también a quien los recibe. A veces, se dan solo con una mirada. Con una palabra. Con un gesto. Otras veces, con una tempestad que llega o en una ventisca que desaparece... ¡poco importa!

Es sorprendente la fe de los que los niegan... creen que todo es mera obra de la casualidad. ¡Si se dieran cuenta de que eso sería incluso un milagro mayor!
Los milagros suceden... y son tantos como los misterios de la vida.

Hay un suelo suave, pero seguro que impide que la caída en el abismo no tenga fin... una luz que ilumina el camino de vuelta... y unas alas que nos hacen volar hasta casa... y hay una sonrisa en los ojos de quien llora. Y hay siempre mucha gente que no se da cuenta de nada de esto...

Un breve instante es suficiente para que nos llegue lo que durante mucho tiempo nos fue negado.

Los milagros tienen siempre una historia. Son un encuentro difícil y demorado entre dos voluntades libres, que, de repente, se da.

No importa si lo consideramos imposible o que incluso lo podamos tener olvidado... si fuera el momento, sucederá. Siempre de forma sutil. Discreta. Escondida, paciente y perfecta.

Hay noches y días, dolores y alegrías... Hay puertas que no necesitan cerradura y ventanas que  nunca cierran.

Sé que es lo mismo cuando me callo, tú oyes... y, hasta puede ser que antes que yo, tú ya lo sepas.

Y es que en un silencio sin fin alguien me dice: Llora, pero no te destruyas. Yo te amo.

                                           (ilustração de Carlos Ribeiro)


http://rr.sapo.pt/artigo/62242/eu_acredito_em_milagres

martes, 23 de agosto de 2016

Espiritual pero no Religioso



Quiero dar las gracias al hermano Ireneaus Dunlevy O.P. por permitirme traducir y publicar su excelente artículo Spiritual but not Religious de la muy recomendable revista digital Dominicana Journal.

Espiritual pero no Religioso

Durante la defensa de la Tesis de una amiga, ella estaba de pie ante el tribunal, jugueteando nerviosamente con su collar entre los dedos índice y pulgar. Recuerdo claramente sus palabras: “Me considero espiritual, pero no religiosa”. Con esas palabras estaba tratando de expresar el razonamiento y significado que había detrás del diseño que había realizado. Confiaba en que su diseño inspiraría algo más allá de la materialidad y superficialidad pero sin tener que recurrir a motivos o símbolos tradicionales.

La mayoría de nosotros se ha topado con esas palabras en una u otra ocasión. Alguien puede reflexionar diciendo “Vale, creo que hay algo más elevado, algo espiritual en nosotros, en nuestro mundo, pero no creo que la religión lo entienda plenamente. La Religión trata de llegar a ello, pero creo que en última instancia termina por restringirlo o abusar de ello”. De esta manera lo expresa el famoso exponente del Nuevo Ateísmo, Sam Harris:

Nuestro mundo está dividido peligrosamente por doctrinas religiosas que toda persona instruida debería condenar y, aún así, para entender la condición humana se necesita algo más de lo que la ciencia y la cultura secular generalmente admiten.



Leyendo entre líneas, Bélgica.
Podemos ver la evidencia de esta aspiración construida de forma irónica en el proyecto arquitectónico anterior. Comúnmente conocido como “la iglesia que se desvanece”, este proyecto ha sido galardonado con un premio. ¿De que tipo? Un premio de arquitectura religiosa. “Leyendo entre líneas”, el título oficial del proyecto, fue el más votado por los lectores de Archdaily – un famoso blog de arquitectura.

Encuentro irónico que se le considere una edificación religiosa, puesto que el único elemento realmente religioso que posee es que su forma imita a la iglesia cristiana del pueblo en que se enclava. La construcción evoca la imagen tradicional de un edificio de culto cristiano, únicamente para desvanecerse delante de los propios ojos hasta fundirse con el paisaje y desaparecer. El espacio no sirve para el culto, sino para observar el paisaje. Sugiere que la desaparición de la Iglesia le permite a uno volver a ver el mundo de nuevo, en un sentido espiritual (incluso aunque esa idea necesite algún punto de partida, es decir, la Iglesia).

Creo que este proyecto es un ejemplo perfecto del espíritu del Movimiento Moderno en la arquitectura. Este movimiento alaba la abstracción y simplificación en la arquitectura, asemejándose a la secularización en el ámbito de la religión.

“Menos es más” (Mies Van der Rohe)
“Dios está en los detalles” (Mies Van der Rohe)
“La forma sigue a la función” (Louis Sullivan)
“Liberarnos de los ornamentos es un signo de fortaleza espiritual” (Adolf Loos).

Estas citas de arquitectos de comienzos del siglo XX ilustran el espíritu del tema. El pensamiento moderno cambió el rumbo de nuestro entorno constructivo. La tradición y la sutileza en el diseño dio paso a la primacía de la originalidad y la invención. Los nuevos materiales tales como el acero, las grandes láminas de vidrio y el hormigón armado se convirtieron en los nuevos juguetes para construir una utopía abstracta. (Dato curioso: leyendo entre líneas se compone de 30 toneladas de acero).

A medida que comenzaron a producirse en masa los materiales, los diseños se volvieron modulares, y los edificios se convirtieron en máquinas. “La forma sigue a la función” pronto degeneró en “la forma es aleatoria respecto de la función”. En lugar de entender la forma de un edificio como parte integral e inseparable de su función, los arquitectos modernos diseñaron edificios simplemente para cumplir con los requisitos del programa. Pasamos de la escuela tradicional a la Bauhaus.

Los edificios se volvieron similares a cajas, sin ornamentaciones, blancos. Fuera éste o no el principal interés de los diseñadores, la realidad es que los trabajos de arquitectura moderna se convirtieron en lienzos en blanco, dejando que fuera el observador quien los dotara de significado. Se suponía que se liberaba la mente para ver lo espiritual en la abstracción (si quitamos el crucifijo ¿qué es lo que queda de religioso o espiritual?). Sin embargo, creo que a menos que a alguien se le guíe (por ejemplo: esto es una iglesia, piense en cosas de iglesia) o se le indique con algún signo (por ejemplo el crucifijo), no hay ningún significado presente. La espiritualidad de un diseño es proporcional a su presentación del diseño religioso tradicional y pensamiento. La abstracción es una privación de la tradición.

Philip Johnson dijo en una ocasión: “No entiendo cómo alguien puede entrar en la nave central de la Catedral de Chartres y no romper a llorar”. Mientras disfrutaba de la tranquila soledad del interior de la Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, mi contemplación silenciosa fue rota por el sonido de la respiración entrecortada de un hombre. Entró, apretó su pecho, y miró hacia arriba sobrecogido. En ese momento pude ver literalmente cómo la belleza le arrebató la respiración a ese hombre.


Nave central de la catedral de Chartres.
Las iglesias verdaderamente religiosas emanan trascendencia. Las vidas verdaderamente religiosas emanan trascendencia. Cualquier intento de alcanzar la trascendencia sin la religión sólo llevará a la frustración. Esto sucede porque toda la discusión y compresión de lo espiritual está profundamente enraizada en la religión, y su forma, expresión y existencia más verdaderas se encuentran en Jesucristo.

San Pablo predicó que la infinita variedad de la sabiduría de Dios podía ser dada a conocer a través de la Iglesia (Carta de San Pablo a los Efesios 3:10). Esa sabiduría (específicamente Jesucristo), que es anhelada por todo deseo espiritual, se encontrará en el Iglesia. El diseño permanece oculto en la mente del arquitecto hasta que el edificio se construye. De la misma forma, en su Comentario sobre la Carta a los Efesios, Santo Tomás explica que la infinita variedad de la sabiduría de la revelación de Dios permanecía oculta en las mentes de los Apóstoles hasta que predicaron. Tomás escribe:

“Así como una casa o la idea de hacerla nadie puede conocerla mientras está en la mente del artífice, sino sólo Aquel que penetra en las almas, es a saber, Dios; pero después que la idea ha salido ya a la vista  en el efecto extrínseco, porque la casa ya está hecha; de la misma manera llega uno al conocimiento de la casa ya hecha, que primero estaba escondida en la mente del artífice, mas no por la casa, sino en la casa.”

Esa casa es la Iglesia Católica, protegida por los sucesores de los Apóstoles. El mundo no está “peligrosamente dividido por doctrinas [Católicas]”, como Sam Harris diría. El mundo está guiado hacia la auténtica belleza y trascendencia por esa doctrina. Uno sólo tiene que estar dispuesto a recibirla y a dejarse enseñar en la casa.

“Soy espiritual pero no religiosa”. Mientras mi amiga decía aquellas palabras, ella encontraba consuelo agarrándose a su medallón. Lo que desconocía la sala era que ese medallón era en realidad la Medalla Milagrosa que colgaba sobre su corazón. Ella estaba buscando refugio en la imagen de María, Madre de la Iglesia.

Ireneaus Dunlevy O.P. (Traducción de Luna Vallana)

Sobre el autor:
El Hermano Irenaeus Dunlevy entró en la Orden de Predicadores (Dominicos) en 2013. Se graduó en Arquitectura y obtuvo el Máster en Arquitectura de la Universidad Politécnica de Virginia (Virginia Tech) y antes de entrar a la orden, trabajó como arquitecto en Arlington, Virginia.


La ‘subsociedad’



Daniel Medina Sierra


Hace unos días estuve escuchando un programa de radio. Un chico que estuvo cinco años en la calle y que actualmente se encuentra en un centro, explicaba su experiencia; de eso no os voy a hablar porque de eso ya he hablado bastante al respecto.
Una frase sí que me llamó considerablemente la atención, decía denominarnos como ‘subsociedad’, y hete aquí que empecé a pensar sobre ello y a reflexionar sobre esta singular manera de llamarnos a todos los excluidos sociales.
‘Subsociedad’, o así lo entendí, como si estuviésemos debajo de la sociedad, en el subsuelo, en las alcantarillas de lo que hoy seria la sociedad actual; merece la pena ampliar este tema.


Cuando las personas hablan de los pobres, es cierto que lo hacen como si fuera una especie de tribu, otra raza distinta a ellas, algo lejana e incomprensible para ellos. La distancia, o mejor dicho, el distanciamiento con que las personas hablan de la pobreza es signo inequívoco de que hay una barrera infranqueable entre clases sociales.
A veces no puedo dejar de pensar en la ignorancia voluntaria de muchas de estas persona; me explico, cuando se habla de compromiso, de dignidad, de responsabilidad, de verdades y mentiras, de engaños, de lucha y esfuerzo... ¡ ja! eso lo dicen personas que ni siquiera saben lo que es el significado verdadero de estas palabras, es más, muchas de ellas jamás se lo han aplicado a ellos mismos.


Parece ser que cada persona sin hogar tiene que pasar un examen de consciencia, un juicio de honor, una sentencia ya dictada y prefabricada con todos los tópicos y perjuicios pasados, presentes y futuros. Cualquier canta mañanas del tres al cuarto juzga tu situación y te mira por encima del hombro, como el que mira a un insecto agonizando. Tal vez por eso diga este señor que llamó,  que somos una subsociedad, no lo tengo muy claro.




¿ Y si yo dijera que la subsociedad es la que vive al margen de la pobreza? si yo dijera que todo el sufrimiento causado por estas personas me han hecho ver la verdadera naturaleza de las mismas, la oscuridad de su alma, la estupidez en grado superlativo, la falta de fuerza para afrontar la mínima parte de esta batalla. Daría igual, ya lo creo, pero a mí no. Me hice hombre, niño, fuerte, sensible, real, luchador, perdedor, ganador. Soy un alma libre, no dependo de nada, si mañana muero moriré siendo nada más que un hombre. ¿Quién puede decir eso? Que te juzguen y que te de igual porque sus juicios morales y éticos no están a la altura de los tuyos.


Dudar de la superación de una persona, subestimar su fuerza, sentenciar a muerte a un ser que ha caído y creer que no se levantará jamás. Yo he vivido eso en primera persona, como nadie creyó que me levantaría y renacería de mis cenizas. Sus miradas antes esquivas, con resignación, ignorando mi presencia al pasar. Todos ellos y muchos más reflejaron su verdadero ser cuando caí a las profundidades del desconsuelo, lobos con piel de cordero. Hoy ya nadie se atreve a mirarme así. No le he vuelto la espalda, no los he ignorado, simplemente renací, sin dinero, sin techo seguro, pero renací y eso hace que se tambaleen todos los cimientos de una sociedad vacía e inerte, incapaz de ver la transformación de un ser distinto al de su recuerdo, en definitiva, mejor.


Esta es mi definición de subsociedad, la de la falta de empatía, falta de valores básicos, falta de honor y compromiso, una sociedad con desgana de todo, nada les llena, nada les interesa realmente, viviendo en la inopia, sin proyectos, sin metas, sin amistades verdaderas. El precio de este desinterés es aún más caro que el que yo pagué por mi pobreza económica. A mí me ampararon mis valores, mi consciencia, mi autocrítica ¿ pero que los va a amparar a estos que ni en una situación buena conocen valores, ni consciencia de sí mismos y, por lo tanto, incapaz de autocriticarse?.





domingo, 21 de agosto de 2016

La muerte como acto de consumo


JOSÉ MIGUEL PINTO DOS SANTOS 


Nadie sano de cabeza quiere anticipar ni muerte, ni impuestos

Impuestos y muerte son dos hechos desagradables de la vida. ¿Quién es el que, dentro de los límites de la ley, pudiendo pagar menos impuestos paga más? Los distraídos y los estúpidos. ¿Quién es el que, dentro de os límites de lo natural, pudiendo vivir más prefiere morir antes?  Los deprimidos y los enfermos y los locos. Es sano procurar evitar lo que es penoso y molesto, respetando naturaleza y ley positiva, y querer muerte querer impuestos es molesto y penoso.

Por esto mismo, impuestos y muerte explican muchos comportamientos aparentemente aberrantes y, a veces, hasta inducen a conductas realmente insanas. Son impuestos que llevan a automovilistas patriotas más ahorradores a hacer cuarenta kilómetros, “desperdiciando combustible”, solo para ir a abastecerse a España. Es el distante espectro de la muerte el que hace ciudadanos ahorradores pero sedentarios a pagar un gimnasio para poder correr sobre una cinta, “para quemar calorías”, como si fuesen hamsters. Siendo pues muchas y variadas las anormalidades que se hacen para evitar, o retrasar, impuestos y muerte, podemos imaginar cuantos problemas personales no dejarán de existir, y cuántos males sociales no se resolverían si, si no la muerte, por lo menos los impuestos, fuesen completamente abolidos.

Una de las principales causas de la crisis económica que  Japón atraviesa hace dos décadas está en la falta de consumo interno. Dicho de otro modo, el consumo de las familias es muy inferior a su rendimiento disponible; y solo una fracción de ahorro que de ahí se genera es utilizada por las empresas en inversión productiva. Este es un problema japonés desde hace mucho. El hecho de que las familias procuren ahorrar más de lo que las empresas pretenden invertir, en una situación en que el presupuesto del estado y la balanza exterior están en equilibrio, provoca siempre una recesión y desempleo. Para evitar estos males, sin eliminar el exceso de población, hay dos soluciones posibles: o se pasa a exportar más de lo que se importa, o el sector público pasa a gastar más  de lo que cobra en impuestos. El Japón adoptó con éxito la primera solución a partir del inicio de los años sesenta del siglo pasado. Cuando, en los años ochenta, esta primera válvula de escape dejó de expandirse, debido al choque con los principales mercados de exportación , el gobierno japonés pasó a usar también la segunda solución. Los déficit públicos se volvieron cada vez mayores y se fueron acumulando  una deuda pública tan grande (cerca del 230% delPIB) que parece no poder permitir más expansión en el uso de esta segunda válvula de escape.

Más allá de la política comercial y de la política fiscal, la política monetaria también fue utilizada. Con la expansión de la masa monetaria y el descenso de de las tasas de interés a cero,  y menos de cero por ciento, se pretendían conseguir dos efectos. El primero era hacer tan fácil y tan barato cuanto fuera posible la inversión privada (¡cuando las tasas de interés son negativas, a quien pide prestado se le paga por llevar el dinero!). El segundo era desincentivar el ahorro de las familias. De este modo se pretendía disminuir el exceso de ahorro en relación al de inversión. Pero así como se puede llevar el burro al bebedero pero no se le puede obligar a beber, se puede incentivar la inversión y el consumo, pero no es posible obligar a las empresas a invertir ni a las familias a consumir. Pocos dudan de que estas políticas ya dieron lo que tenían que dar en el Japón y no resolvieron el problema del exceso de ahorro y del consecuente estancamiento económico.

En esta difícil coyuntura, y dado el agotamiento de soluciones macroeconómicas, no solo de las tradicionales, sino también de las no convencionales, alguien dejó, el verano pasado, en una de las famosas cajas de sugerencias japonesas, en este caso en una shingikai, una idea que, dice, merece ser considerado seriamente por la burocracia gubernamental. Desarrolla una curiosa aplicación del impuesto sobre el consumo, de un modo poco ortodoxo. El impuesto sobre el consumo japonés, el shohizei, es, a todos los efectos relevantes, un impuesto semejante a nuestro IVA. Considerando que, “al lado de los ciudadanos cuales, entre la idea de la reforma a los sesenta y la muerte esperada a los ochenta y cinco años, contribuyan a la recuperación del crecimiento económico de la nación, consumiendo con ahínco y denodadamente sus ahorros, pensiones y reformas, y pagando también la parte que les toca del IVA”, propone que, “los ahorros de todos los que mueren, ricos y pobres, sean tasados a tasa de IVA”, actualmente ocho por ciento.

Repárese que este no es un impuesto sobre herencias, pagado por los herederos, como tasa progresiva sobre el montante que heredan (y que en el Japón asciende a solo el 4% de las herencias). Es la aplicación del IVA no solo al consumo realizado de hecho, sino también a todo el consumo potencial, pues ahorro es rendimiento aún por consumir. Mientras el IVA, en los moldes actuales, apenas tributa el consumo en la medida que este es hecho y deja escapar el consumo no realizado, la propuesta ahora en consideración pretende que se considere que, la muerte, el consumo potencial no realizado sea dado como consumado y, consecuentemente, sea tributado y cobrado al fallecido. La muerte pasaría a ser, a efectos tributarios, como el momento en que todo el consumo con retraso es realizado. La propuesta anota aún que, en los moldes en que está para ser aplicada, el IVA incentiva el comportamiento anti social del no consumo al conceder una exención fiscal de hecho al rendimiento no consumido.

Se prevén varias consecuencias positivas con el alargamiento de la aplicación del IVA al consumo en muerte. Una de ellas sería la anticipación del consumo aún en vida por muchas personas, con el consecuente estímulo económico. Esto permitiría disminuir el consumo público, lo que, conjugado con el aumento del cobro del IVA, haría disminuir el déficit. Permitiría además la descongestión  de los hospitales públicos. ¿Cómo? Nadie sano de cabeza quiere anticipar ni la muerte, ni los impuestos...

Professor de Finanças, AESE

https://www.publico.pt/economia/noticia/a-morte-como-acto-de-consumo-1726679?page=2#/follow


Las Jornadas mundiales de la Juventud: una Olimpiada de Fe




El Papa Francisco criticó los "couch potatoes", o sea a los sedentarios, jóvenes o viejos, que pasan varias horas al día echados en el sofá, delante de la televisión o frente al ordenador.

Hace dos mil años, escribía el apóstol adolescente a los primeros cristianos: “¡Yo os escribo jóvenes, porque sois fuertes, porque la palabra de Dios permanece en vosotros y porque vencisteis al maligno!” (1Jo 2,14).

El mismo mensaje, pero con otras palabras, fue el desafío que el Papa Francisco hizo a los jóvenes que participaron, en Cracovia, en las XXVIII Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Según Damián Muskus, el obispo coordinador general de la JMJ, participaron 200 mil jóvenes en la misa de apertura; en la Vía Sacra, los peregrinos eran ya 800 mil; el sábado, la organización contabilizó 1,6 millones de participantes en la celebración del Campo de la Misericordia; y, el domingo, en la Eucaristía final, participaron más de 2,5 millones de fieles.

Pensando sobre todo en los adolescentes que tienen una existencia cómoda y despreocupada, el sucesor de San Juan Pablo II –a quien se debe la libertad de Polonia y del Este europeo, así como las Jornadas Mundiales de la Juventud- hizo una apremiante apelación: “¡Queridos jóvenes: no venimos a este mundo para vegetar, para pasarla vida cómodamente, para hacer de la vida un sofá en el cual nos dormimos. Al contrario, venimos para dejar una huella!”

Para quien aún piensa que la religión es el opio del pueblo, las palabras de Francisco no podrían haber sido más realistas, ni más incisivas, movilizando a los jóvenes católicos para una presencia más activa en la sociedad mundial: “El tiempo que estamos ahora viviendo no necesita jóvenes-sofá, sino de jóvenes con zapatos, mejor aún, con los chuteadores calzados. Solo acepta jugadores titulares en el equipo; no hay lugar para suplentes!”

La apelación del Pontífice era, sin embargo, innecesaria, para aquella gran multitud de jóvenes que, para llegar al Campo de la Misericordia, en los alrededores de Cracovia, habían peregrinado ya, por lo menos, 12 kms. a pie. Muchos dormirían después a cielo raso, mientras algunos fueron acogidos en instalaciones  más que precarias, a veces en medio del lodazal en que la lluvia transformó el recinto de las jornadas. Con todo, nada que disminuyese el entusiasmo o la alegría de millares de jóvenes que participaron en la JMJ. Muy significativa fue también la presencia de bastantes religiosos, sobre todo jóvenes, y a la de muchos padres, que acompañaban a los jóvenes, los atendían en confesión y los preparaban para la Eucaristía final, la misa del envío. Por eso, cada JMJ no es solo una meta de llegada, sino también de partida, para una renovada misión apostólica y... para las próximas Jornadas, a realizar en Panamá, en 2019!

Bajo el lema de la misericordia, el Papa Francisco aprovechó la multitudinaria asamblea para llamar la atención sobre los actuales dramas humanitarios, que no pueden ser reducidos a una mera noticia dela prensa internacional, o hacia las chocantes imágenes de apertura de cualquier telediario: “¡Seamos conscientes de la realidad. El dolor, la guerra en que viven muchos jóvenes no puede continuar siendo anónima, tiene que dejar de ser una mera noticia de prensa, porque hay muertes, tiene rostros, es una historia que tiene que tener proximidad”. Y, para que sus palabras fuesen corroboradas por el ejemplo, Francisco quiso escuchar, en compañía de todos, el impresionante testimonio de Rand, un joven sirio de Alepo. El Papa argentino comentó después: “Nuestra respuesta a este mundo a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad”.

El Papa Francisco no pretende convocar una nueva cruzada, ni una especie de intifada cristiana, al hecho de la jihad musulmana. Como él mismo declaró: “Nosotros no vamos a gritas ahora contra nadie, no vamos a luchar, no queremos destruir. Nosotros no queremos vencer el odio con más odio, ni vencer la violencia con más violencia, ni mucho menos vencer el terror con más terror”.

Pero, si los objetivos son pacíficos, como pacíficos  han de ser también los medios a utilizar en esta nueva evangelización, todos los cristianos, especialmente los más jóvenes, tienen que tener conciencia de la exigencia de la misión a que son llamados, la cual es del todo incompatible con la parálisis del ‘sofá’. Una parálisis que nace cuando se confúndela ‘felicidad’ con el ‘sofá’. Un sofá contra todo tipo de dolores y temores. Un sofá que nos deje en casa encerrados, sin cansarnos, ni preocuparnos”.

En este gesto tan particular de motivar a los jóvenes católicos a los desafíos del tercer milenio de la era cristiana, el Papa Francisco criticó los llamados ‘couch potatoes’, término usado por los americanos para referirse a los sedentarios, jóvenes o viejos, que pasan varias horas al día echados en el sofá, delante de la televisión o frente al ordenador.

En un mundo lacerado por tantas guerras y persecuciones, especialmente contra los cristianos, la presencia de más de dos millones de jóvenes en las Jornadas Mundiales de la Juventud es, sin duda, un motivo de alegría y una señal de esperanza, porque “¡esta es la victoria que vence el mundo: nuestra fe!” (1Jo 5, 4).



No sé cuantas almas tengo


Fernando Pessoa



Não sei quantas almas tenho

Não sei quantas almas tenho.
Cada momento mudei.
Continuamente me estranho.
Nunca me vi nem achei.
De tanto ser, só tenho alma.
Quem tem alma não tem calma.
Quem vê é só o que vê,
Quem sente não é quem é,
Atento ao que sou e vejo,
Torno-me eles e não eu.
Cada meu sonho ou desejo
É do que nasce e não meu.
Sou minha própria paisagem;
Assisto à minha passagem,
Diverso, móbil e só,
Não sei sentir-me onde estou.
Por isso, alheio, vou lendo
Como páginas, meu ser.
O que segue não prevendo,
O que passou a esquecer.
Noto à margem do que li
O que julguei que senti.
Releio e digo: “Fui eu ?”
Deus sabe, porque o escreveu.

Poema de Fernando Pessoa

No sé cuantas almas tengo

No sé cuántas almas tengo
A cada momento mudé.
Continuamente me extraño.
Nunca me vi ni encontré.
De tanto ser, sólo tengo alma.
Quien tiene alma no tiene calma.
Quien ve es sólo lo que ve,
Quien siente no es quien es,
Atento a lo que soy y veo,
Me vuelvo ellos y no yo.
Cada sueño mío o deseo
Es de lo que nace y no mío.
Soy mi propio paisaje;
Asisto a mi pasaje,
Diverso, móvil y solo,
No sé sentirme donde estoy.
Por eso, ajeno, voy leyendo
Como páginas, mi ser.
Lo que sigue no imaginando,
Lo que pasó olvidando.
Anoto al margen de lo que leí
Lo que creí que sentí.
Releo y digo: ¿”fui yo?”
Dios sabe por qué escribo.

Poema de Fernando Pesoa




sábado, 20 de agosto de 2016

Cumple lo que prometes


JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS

Las palabras no son viento que sale de nosotros. Con ellas se dice la verdad, a través de ellas se construyen realidades, pero también con su poder se crean mentiras –  trampa donde se quiere que los otros caigan.

Una promesa que cumplo es una garantía que doy a los otros –y a mí mismo- de que la confianza en mí depositada no se puede perder, fructifica. Una mentira –o una simple promesa hecha – hace lo contrario, corroe los pilares de lo que soy, me destruye... cuando miento, soy yo mismo quien asume que no merece la verdad, que no soy digno de mi misma confianza. Es así porque es casi irrelevante que una determinada mentira sea descubierta por los otros: cuando alguien miente, sabe que miente. Quiere mentir. No quiere la verdad. No quiere ser auténtico.

Creer que las propias palabras son pasajeras es despreciarse. Reconocer un error es bueno, intentar disculparse, alegando que todos cometemos errores, ya es una excusa para la irresponsabilidad... porque es posible que la mayor parte de los otros no cometan los mismos errores que nosotros.

Es esencial tener presente que el eco de la palabra dada con honra quedará para siempre en el corazón de aquel a quien se destina, pero marcará aún más el suelo del alma de quien decidió pronunciarla.

Quien quiere ser mejor, se levanta temprano. No quiere soñar con mundos fáciles y posibles. Quiere vivir lo mejor de todos los posibles, por más difícil que sea.

Importa cuidar mucho del silencio en que envolvemos nuestras palabras. Él dice siempre más que las propias palabras. Puede ser señal de presencia o de ausencia. La verdad o también una mentira. El bien o un mal. El silencio puede ser una armadura que protege o una espada que mata...

Prometer a alguien nuestro silencio bueno será uno de los más bellos gestos que podemos realizar, no la promesa en sí, sino lo que hiciéramos para cumplirlo.

Uno de los designios más altos de la existencia será el de hacer de la propia vida una certeza de bien.

                                                    (ilustração de Carlos Ribeiro)


viernes, 19 de agosto de 2016

CONDICIÓN

CONDIÇÃO

Guiado pelo fio dos seus versos,
Entra no labirinto
Dos próprios sentimentos,
Mata o monstro sangrento,
E sai, sedento
Doutras aventuras
De mais universal inquietação.
Mas o homem é o centro do infinito
Que procura...
E quando julga andar longe de si,
A combater dragões impessoais,
É sempre a mesma luz
Que o conduz,
É sempre o mesmo dédalo quc encontra,
E é sempre o Minotauro
Que enfrenta e que domina.
— O mesmo Minotauro que devora
Cada hora
Que o secreto destino lhe destina.

Miguel Torga
Câmara ardente (Coimbra, 1962)

CONDICIÓN

Guiado por el hilo de sus versos
entra en el laberinto
de los propios sentimientos,
mata el monstruo sangriento,
y sale, sediento
de otras aventuras
de más universal inquietud.
Pero el hombre es el centro del infinito
que busca...
Y cuando cree andar lejos de sí,
Combatiendo dragones impersonales (imaginarios)
es siempre la misma luz
que lo conduce,
encuentra siempre el mismo laberinto,
 y es siempre el Minotauro
Al que se enfrenta y domina 
-el mismo Minotauro que devora
Cada hora
Que el secreto destino le destina.

Miguel Torga

Câmara ardente (Coimbra, 1962)

domingo, 14 de agosto de 2016

La banalización del mal


Una cosa erala violencia en los dibujos animados de los años 60. No había internet ni centenares de canales por cable. Ahora, la vida de muchos adolescentes se hace entre móviles, consolas y computadoras. Estar con las personas, la familia o en las aulas es el 2intermedio” del gran recreo que es estar 2enchufado” con el ojo en la pantalla  (a veces en dos). Después no nos quejemos...

Hannah Arendt, la filósofa que cubrió en Israel el juicio del nazi Adolf Eichmann, colocó la cuestión del bien y del mal, y de la banalización del mismo, que puede llegar al punto de cometer las mayores barbaridades “sólo para cumplir órdenes superiores”. El individuo deja de pensar y pierde la ética y la moral. Se convierte en una máquina que solo pretende un objetivo –en el caso de los nazis los campos de concentración, era cumplir las órdenes: exterminar.

Pasemos al presente. La descripción del juego dice, en la webpage: “¿Está preparado para atropellar personas con el coche? En este juego usted habrá de tener sangre fría para conseguir atropellar el máximo de personas en el menor tiempo posible. Pero no se preocupe, pues si usted choca con el coche contra los muros, edificios y otros carros, su ‘Health’ va disminuir y cuando llegue a cero usted perderá el juego! Son varios los niveles de dificultad y usted tendrá que correr detrás del tiempo y detrás de las personas que estuvieran en la calle, pero no se olvide de golpearlas cajas de remedio que estuvieran en el camino, pues en ellas le (sic) ayudarán a ganar más ‘Health’  y continuar el juego.” Y termina con un desafío: “¿Vamos a jugar a golpear y atropellar personas con el carro?”

Hace muchos años, más de quince, escribí un artículo sobre un juego que entonces  existía, el Armageddon –que hoy los adolescentes considerarían una taberna en términos gráficos, pero que ya era suficientemente realista – “se pilotaba” un coche y se saltaba al paseo, intentando atropellar el mayor número de personas. Zigzagueando era más eficaz. Al final, cuantos más muertos, más puntos, con un aspecto “interesante”: atropellar embarazadas, bebés y viejos valía el doble.

Hoy, la ‘alegría de la chiquillería’ es, entre otros de igual calibre, manifiesta por el éxito del GTA –no, no es una sigla de un Grupo Terrorista Armenio o Anatolio o Árabe. No fue creado por ningún Ali ni ningún Ahmed. Fueron David Jones y Mike Daily, y unos cuantos amigos más, y GTA quiere decir Grand Theft Auto, lo que, en lengua inglesa, se refiere (en la vida real, es preciso decir, porque en determinados momentos ya no sabemos dónde estamos y a cuantas andamos) a robos de automóviles de valor superior a 40 mil dólares ( cerca de 35 mil euros) Carjacking, al final...

Al jugar, el adolescente (o el niño...) asume la personalidad de un criminal que comete todo tipo de actividades ilegales –violencia, tráfico de droga, asesinatos, explotación de prostitutas -, todo a través de mucha acción, aventura y conducción en dicho coche robado. En las primeras 24 horas, el videojuego alcanzó mil millones de dólares, recibiendo los mayores elogios por sus escenas “casi reales”.

En una mezcla de acción, aventura y dirección, el juego se dedica a temas con violencia, asesinato, drogas, incitaciones y manifestaciones sexuales, tortura, mutilación, etc. Pero lo que es más ‘llamativo’ es la gran libertad que el juego da en relación a lo que el personaje puede hacer: agredir y matar personas, robar vehículos, producir caos, saltar al paseo y atropellar transeúntes, entre otras muchas cosas, todo motivado por un deseo de ‘venganza’ que lo lleva a ‘hacer todo para conseguir los objetivos’, aunque sea asociarse a gangsters y matar inocentes. Finalmente, aún existen la fuerzas de la autoridad, pero el gran jugador es aquel que es capaz de burlarlas y abatirlas, en una escalada en que se ve envuelta la policía, después la CIA, después el FBI, en que el propio Estado es el enemigo a combatir.

Se dice que la serie causa controversia, pero para mí, debo decir, no veo ninguna controversia, porque me parece que los niños y adolescentes están horas al hilo ‘metidos’ en un escenario con gran realismo, practicando y ejercitando atropellos, asesinatos, haciendo uso de armas y de droga, cometiendo crímenes sexuales y otras cosas, no da lugar a dudas. Además, la xenofobia forma parte de los juegos, como no podía dejar de ser, y la frase ‘Kill the Haitian dickheads’ (dick se refiere a los genitales masculinos...), ahora sabiamente retirada, era dicha con frecuencia. El jugador puede, en la escena, tener relaciones sexuales con la enamorada y ganar puntos si llega al orgasmo.

El lector que vea cuantos GTA existen en su casa, en las pantallas de las consolas y de los ordenadores de los hijos. Después, piense en Nice, e Daesh, en las primeras páginas de los periódicos que tanto lo resaltan, en los inicios de los telediarios, y piense en Hannah Arendt y en el concepto de banalización del mal.

No se trata de moralismo, no... porque si hay una cosa que no me guste son los fundamentalismos y visión simplista de los fenómenos complejos. Se trata, en mi opinión, de la defensa de una civilización y de un modelo educativo que se base en la paz y en una resolución pacífica de los conflictos. No basta decir “Je suis quelque chose” o contar histriónicamente la historia de los portugueses que escaparon  a la matanza de Nice, conmoverse con la portera de París o decir que “hace años que estuve en la estación de metro de Maelbeek, imagina de lo que escapé!”, o “incluso estuve cerca del centro comercial Olympia cuando fui a ver el estadio del Bayern”, y después dejar que nuestros hijos se habitúen en el mundo virtual/real en el que viven gran parte de su vida –a manipular el mal y, peor, ‘ganar puntos’ con eso.

O entonces, si renunciamos por inercia, pereza o cobardía, caemos en la trampa de pensar que es solo un juego y que los niños  y adolescentes son unos pobres ingenuos y no están en fase de formación ética, y podremos entonces gritar, como José Millán-Astray, fundador de la Legión Española y uno de los militares de extrema derecha, ‘¡viva la muerte!’ Yo, personalmente, prefiero que las ideas de Hanna Arendt me provoquen dudas, inquietud y hasta irritación, como las que vosotros comunicáis hoy, y pensar que, aunque sea en un juego de consola, no se salta a los paseos con el objeto de atropellar el mayor número de personas...

Pero probablemente soy yo que soy pesimista y no entiendo ya el mundo de los niños...