Peor que refrendar un derecho fundamental sería permitir
que, por la eutanasia, se negase el derecho a la vida a los pobres, viejos y
enfermos, por arbitraria decisión de una ocasional mayoría palamentaria.
En el artículo de opinión,
en PÚBLICO de 1 de Agosto, algunos promotores de la eutanasia se rebelaron
contra Maria do Céu Patrão Neves, autora del libro O admirável horizonte da
bioética, por ser contraria a la despenalización
de la eutanasia y del suicidio médicamente asistido.
Son ya muchas las
personalidades que se manifiestan contra esta tentativa de imponer, en la
sociedad portuguesa, lo que algunos designan como ‘derecho a una muerte digna’
pero que, en realidad no es más que la prepotencia de los más fuertes sobre los
débiles, como son, en este caso, los enfermos y los viejos y los enfermos
terminales. También el decano de la Ordem dos Médicos, Dr. José Manuel Silva,
en extenso y documentado artículo contra la eutanasia, sea por motivos
clínicos, sea también por razones de orden moral.
En su valiosa ‘contributo
para o debate’, José Manuel Silva llama la atención sobre un hecho
significativo: la escasa receptividad que tuvo, hasta la fecha, el manifiesto
eufemísticamente titulado ‘Direito a morrer com dignidade’. Después de haber
constatado “el profundo desconocimiento” de la sociedad portuguesa sobre el
tema, el decano de la Ordem dos Médicos afirma: “el reducido número de 8.300
firmas de petición de la eutanasia, muy lejos de poder ser considerado un
éxito, no obstante su enorme politización es, con todo respeto, una señal clara
de ausencia de movilización de la sociedad para esta materia fracturante. Como
referencia, la petición contra la eutanasia del can Zico sobrepasó las 83.000
firmas, mientras que la petición pública recientemente lanzada por la orden dos
Medicos ‘Por el derecho a la reducción del horario de trabajo[...]’ya sobrepasó
las 14.600 firmas”.
Esta exigua adhesión –¡diez
veces inferior a la que opuso al sacrificio, o eutanasia, del perro Zico!- no
obstante toda la propaganda política y mediática, explica el nerviosismo del
Movimiento Derecho a Morir con Dignidad en relación a una eventual consulta
popular sobre un tema de tan poco consenso en la sociedad portuguesa. Al
parecer, desearían ver resuelta esta cuestión por el parlamento, sin necesidad
de un referéndum. Pero, como es obvio, esta causa de división sobrepasa las
competencias de los diputados, no solo por ser del ámbito de la conciencia, sino
también porque excede la legitimidad de sus mandatos, una vez que la cuestión
no fue aclarada en la campaña electoral que precedió a su elección.
El miedo al referéndum
parece evidenciar un fundado recelo de que la mayoría de los portugueses no
esté, de hecho, a favor de que los defensores de la eutanasia la quieran
imponer a todos. Pero también parece indicar una actitud que, en realidad, es
antidemocrática. Recuerda incluso hasta el falso argumento –muy usado por el
Estado Nuevo y por el MFA, cuando intentó evitar las primeras elecciones libres
después del 25 de abril- de que la población no estaría preparada para votar
una materia tan compleja... A su entender, sería más juicioso que el parlamento
tomase esa decisión, lo que, en realidad, significaría que la mayoría de
izquierda, al juzgar incompetente al electorado, llevando a un estado de
minoría cívica, o de imbecilidad, a todo el pueblo portugués, en el mejor
estilo del fascismo y del social fascismo, como se decía en el PREC-
Como no está bien evidenciar
sentimientos tan anti democráticos, los defensores de la eutanasia prefieren
decir que “los derechos fundamentales no
son refrendables” y añaden, en tono de provocación: “Alguien defiende que se
consulte el derecho a la vida[...]?”
Por lo tanto, el derecho a
la vida, siendo un derecho fundamental, no debería ser sometido a referéndum,
pero... ¡la verdad la verdad es que ya lo fue, por dos veces, en Portugal! El
hecho de tratarse de un derecho fundamental no impidió la realización de dos
referendos, en 1998 y 2007, ni obviamente podrá, en el futuro, impedir un
tercero, incluso porque los resultados de las dos consultas populares ya
realizadas fueron contrarios. Nótese que el segundo referendo fue exigido por
los partidarios del aborto que, de forma nada democrática, no aceptaron el
resultado del primero, porque les fue desfavorable. Como pista, son los mismos
que ahora dicen que los derechos humanos no son refrendables...
Tienen razón los promotores
del Movimiento Derecho a Morir con Dignidad, cuando dicen que “los derechos
fundamentales no son refrendables”. Siendo así, el texto constitucional debería
defender el derecho fundamental a la vida, sin limitaciones ni restricciones, o
sea desde la concepción hasta la muerte natural, sin tampoco admitir la
hipótesis de poder refrendar el aborto, la eutanasia o el derecho asistido.
Pero, si se puede refrendar dos veces el derecho a la vida de los nascituros,
también se puede (¡si es que no se debe!) hacer lo mismo en relación al derecho
a la vida de los ancianos y enfermos terminales. Pretender aprobar tan polémica
medida en la ‘secretaría’, o sea sin consultar al electorado, sería ciertamente
un hábil golpe, una indecencia desde el punto de vista ético y democrático. ¡Para
jerigonzas, ya basta la que tenemos!
De las dos, una: o se
defiende que los derechos fundamentales no son refrendables y se exige que la Constitución
consagre el derecho a la vida, desde su concepción hasta su extinción natural; o
se entiende que los derechos fundamentales son refrendables y, en ese caso,
habría que refrendar la eutanasia, como ya se hizo, por dos veces, con la “interrupción
voluntaria del embarazo”. ¡Lo que ningún demócrata podrá jamás aceptar –sea él partidario
de la ‘muerte asistida’ o defensor de la vida hasta la muerte natural- es la
aprobación de la eutanasia sin consulta popular!
Los derechos fundamentales
deben ser reconocidos por normas constitucionales no revocables, ni
refrendables. ¡Pero, mucho peor que refrendar un derecho fundamental, sería
permitir que, por la eutanasia, se negase el derecho a la vida a los más pobres,
viejos y enfermos, por arbitraria decisión de una escasa y ocasional mayoría
parlamentaria!
http://observador.pt/opiniao/a-eutanasia-e-o-referendo/
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