Una cosa erala violencia en
los dibujos animados de los años 60. No había internet ni centenares de canales
por cable. Ahora, la vida de muchos adolescentes se hace entre móviles,
consolas y computadoras. Estar con las personas, la familia o en las aulas es
el 2intermedio” del gran recreo que es estar 2enchufado” con el ojo en la pantalla
(a veces en dos). Después no nos quejemos...
Hannah Arendt, la filósofa que
cubrió en Israel el juicio del nazi Adolf Eichmann, colocó la cuestión del bien
y del mal, y de la banalización del mismo, que puede llegar al punto de cometer
las mayores barbaridades “sólo para cumplir órdenes superiores”. El individuo
deja de pensar y pierde la ética y la moral. Se convierte en una máquina que
solo pretende un objetivo –en el caso de los nazis los campos de concentración,
era cumplir las órdenes: exterminar.
Pasemos al presente. La
descripción del juego dice, en la webpage: “¿Está preparado para atropellar personas
con el coche? En este juego usted habrá de tener sangre fría para conseguir
atropellar el máximo de personas en el menor tiempo posible. Pero no se
preocupe, pues si usted choca con el coche contra los muros, edificios y otros
carros, su ‘Health’ va disminuir y cuando llegue a cero usted perderá el juego!
Son varios los niveles de dificultad y usted tendrá que correr detrás del
tiempo y detrás de las personas que estuvieran en la calle, pero no se olvide
de golpearlas cajas de remedio que estuvieran en el camino, pues en ellas le (sic)
ayudarán a ganar más ‘Health’ y
continuar el juego.” Y termina con un desafío: “¿Vamos a jugar a golpear y
atropellar personas con el carro?”
Hace muchos años, más de
quince, escribí un artículo sobre un juego que entonces existía, el Armageddon –que hoy los adolescentes
considerarían una taberna en términos gráficos, pero que ya era suficientemente
realista – “se pilotaba” un coche y se saltaba al paseo, intentando atropellar
el mayor número de personas. Zigzagueando era más eficaz. Al final, cuantos más
muertos, más puntos, con un aspecto “interesante”: atropellar embarazadas,
bebés y viejos valía el doble.
Hoy, la ‘alegría de la chiquillería’
es, entre otros de igual calibre, manifiesta por el éxito del GTA –no, no es
una sigla de un Grupo Terrorista Armenio o Anatolio o Árabe. No fue creado por
ningún Ali ni ningún Ahmed. Fueron David Jones y Mike Daily, y unos cuantos
amigos más, y GTA quiere decir Grand Theft Auto, lo que, en lengua inglesa, se
refiere (en la vida real, es preciso decir, porque en determinados momentos ya
no sabemos dónde estamos y a cuantas andamos) a robos de automóviles de valor
superior a 40 mil dólares ( cerca de 35 mil euros) Carjacking, al final...
Al jugar, el adolescente (o
el niño...) asume la personalidad de un criminal que comete todo tipo de
actividades ilegales –violencia, tráfico de droga, asesinatos, explotación de
prostitutas -, todo a través de mucha acción, aventura y conducción en dicho
coche robado. En las primeras 24 horas, el videojuego alcanzó mil millones de
dólares, recibiendo los mayores elogios por sus escenas “casi reales”.
En una mezcla de acción,
aventura y dirección, el juego se dedica a temas con violencia, asesinato,
drogas, incitaciones y manifestaciones sexuales, tortura, mutilación, etc. Pero
lo que es más ‘llamativo’ es la gran libertad que el juego da en relación a lo
que el personaje puede hacer: agredir y matar personas, robar vehículos,
producir caos, saltar al paseo y atropellar transeúntes, entre otras muchas
cosas, todo motivado por un deseo de ‘venganza’ que lo lleva a ‘hacer todo para
conseguir los objetivos’, aunque sea asociarse a gangsters y matar inocentes.
Finalmente, aún existen la fuerzas de la autoridad, pero el gran jugador es
aquel que es capaz de burlarlas y abatirlas, en una escalada en que se ve
envuelta la policía, después la CIA, después el FBI, en que el propio Estado es
el enemigo a combatir.
Se dice que la serie causa
controversia, pero para mí, debo decir, no veo ninguna controversia, porque me
parece que los niños y adolescentes están horas al hilo ‘metidos’ en un
escenario con gran realismo, practicando y ejercitando atropellos, asesinatos, haciendo
uso de armas y de droga, cometiendo crímenes sexuales y otras cosas, no da
lugar a dudas. Además, la xenofobia forma parte de los juegos, como no podía
dejar de ser, y la frase ‘Kill the Haitian dickheads’ (dick se refiere a los
genitales masculinos...), ahora sabiamente retirada, era dicha con frecuencia.
El jugador puede, en la escena, tener relaciones sexuales con la enamorada y
ganar puntos si llega al orgasmo.
El lector que vea cuantos
GTA existen en su casa, en las pantallas de las consolas y de los ordenadores
de los hijos. Después, piense en Nice, e Daesh, en las primeras páginas de los periódicos
que tanto lo resaltan, en los inicios de los telediarios, y piense en Hannah
Arendt y en el concepto de banalización del mal.
No se trata de moralismo, no...
porque si hay una cosa que no me guste son los fundamentalismos y visión
simplista de los fenómenos complejos. Se trata, en mi opinión, de la defensa de
una civilización y de un modelo educativo que se base en la paz y en una
resolución pacífica de los conflictos. No basta decir “Je suis quelque chose” o
contar histriónicamente la historia de los portugueses que escaparon a la matanza de Nice, conmoverse con la
portera de París o decir que “hace años que estuve en la estación de metro de
Maelbeek, imagina de lo que escapé!”, o “incluso estuve cerca del centro
comercial Olympia cuando fui a ver el estadio del Bayern”, y después dejar que
nuestros hijos se habitúen en el mundo virtual/real en el que viven gran parte de
su vida –a manipular el mal y, peor, ‘ganar puntos’ con eso.
O entonces, si renunciamos
por inercia, pereza o cobardía, caemos en la trampa de pensar que es solo un
juego y que los niños y adolescentes son
unos pobres ingenuos y no están en fase de formación ética, y podremos entonces
gritar, como José Millán-Astray, fundador de la Legión Española y uno de los
militares de extrema derecha, ‘¡viva la muerte!’ Yo, personalmente, prefiero
que las ideas de Hanna Arendt me provoquen dudas, inquietud y hasta irritación,
como las que vosotros comunicáis hoy, y pensar que, aunque sea en un juego de
consola, no se salta a los paseos con el objeto de atropellar el mayor número
de personas...
Pero probablemente soy yo
que soy pesimista y no entiendo ya el mundo de los niños...
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