Como ya
es costumbre Cáritas acudió a la convocatoria del Banco de
Alimentos para una recogida de alimentos el viernes y el sábado
pasados. Para satisfacer esta demanda, hace falta una buena
organización, tanto en el propio Banco como en los equipos y
organizaciones que se prestan para llevar a cabo la tarea de la
recogida de los alimentos en los centros comerciales señalados,
dentro de sus horarios de atención al público, desde la apertura
por la mañana hasta la hora de cierre por la tarde.
Nuestra
parroquia acudió, como todas las demás, fiel a la cita. Y no solo
fiel, yo diría que fiel y solícitamente, ya que nuestro director ha
conseguido un número de voluntarios suficientes para que resultara
más llevadera la recogida, consiguiendo hacer turnos de una hora.
Para ello, indudablemente, ha contado con la colaboración de las
benditas cofradías, que cada día se implican más en la vida de la
parroquia en todas sus actividades y necesidades; recuerdo que
incluso hizo un llamamiento general desde el ambón el domingo
anterior para que cualquier feligrés pudiera colaborar como
voluntario en dicha recogida.
No cabe
duda que la 'necesidad' se ha instalado entre nosotros, en esta
sociedad, que cada día va acumulando más deficiencias crónicas. Al
punto de que es el mismo Estado, y lo es en toda Europa, el que se
encarga de lo que se llamaba antiguamente la 'beneficencia', la
atención gratuita a las familias y personas carentes de lo necesario
para disfrutar de una vida digna. Es cierto que son muchas las
organizaciones, las ongs, que dedican su actividad a esta urgente y
noble tarea, pero hoy, todas son colaboradoras del B. de A., tanto
en la recogida como en la recepción de los productos para su
distribución entre las personas necesitadas, cada una en su esfera o
campo de actividad, de manera que así se puede atender prácticamente
a la totalidad de la población marginada y necesitada.
Como
digo, esta actividad, mendicante y samaritana, merece toda
consideración y respeto, pero también debiera hacerse de manera que
suponga una crítica constructiva a estos Estados, incapaces de hacer
realidad el pleno ejercicio del derecho al trabajo de todos sus
ciudadanos en sus plenas facultades, que es la base de la dignidad de
cualquier persona, aunque luego, cada uno deba hacerse merecedor del
respeto a su dignidad y sus derechos por parte del Estado y los
demás ciudadanos, cumpliendo sus deberes como ciudadano.
Esta
colaboración exige de las organizaciones una adaptación en sus
métodos y formas de funcionamiento, así como el tener que rellenar
multitud de documentos, fichas... convirtiéndolas, forzosamente, en
'meras' oficinas de distribución, que tienen que justificar cada
kilo, cada lata, cada potito que recibe del Banco y a quien se lo
entrega.
Es aquí
donde se pone a prueba la esencia de cada organización. Deben
colaborar, por supuesto, pero también exigir que se respeten las
características propias de su manera de hacer llegar a las personas
que atiende los productos que recibe. Cáritas es una organización
'pionera', tan antigua como lo es la Iglesia (2017 años), y se ha
ido adaptando para hacer frente a las necesidades de cada época.
También ha supuesto un modelo de filantropía para muchas
organizaciones, de diferentes culturas, que han ido surgiendo a lo
largo de los siglos.
Debiéramos
sentirnos orgullosos de que hoy haya, por decirlo así, una
'competencia' entre instituciones y organizaciones por ver quien
atiende más y mejor... Pero quizá esto es también una prueba de
que, a pesar de haber alcanzado un grado de desarrollo tecnológico
extraordinario, aplicado a todos los campos de la actividad humana,
son cada vez más los marginados y excluidos de los beneficios de
este desarrollo. El bien común ya no es el objetivo máximo que
defiendan los que ejercen el poder en la sociedad: los bancos, los
partidos, incluso los sindicatos (que fomentan en estos momentos la
división social y los privilegios de una parte del Estado y de la
sociedad...).
Cáritas
es mucho más que una entidad colaboradora del B. de A., lo es
principalmente a nivel de las parroquias, pues no cabe otra
alternativa, vivimos en medio de esta sociedad, son muchas las
necesidades, y los ingresos que se reciben regularmente por medio de
los socios y colectas, así como por otros donativos puntuales, no
alcanzan para satisfacer las demandas de ayuda y socorro. Pero
Cáritas es una organización muy compleja y lleva a cabo otras
muchas actividades, como la promoción de la dignidad a través de la
formación para la búsqueda de empleo, atención a las personas sin
hogar, ancianos, etc. Y como es una organización universal, como la
Iglesia, pues está al lado de la Iglesia Necesitada en cualquier
lugar del mundo.
Por eso,
nuestra cáritas parroquial colabora con otras organizaciones de la
localidad: el comedor social 'El Pan Nuestro', el albergue para
personas sin hogar; a nivel diocesano, con Cáritas Diocesana; y
nivel nacional, con Cáritas Española. Pero Cáritas española
colabora a su vez con Cáritas Internacional en numerosos proyectos
de desarrollo en el tercer mundo, en las numerosas catástrofes
naturales allí donde se produzcan, y, por supuesto, en los inmensos
campos refugiados repartidos por el mundo.
Merece
la pena que tengamos todo esto presente para que nuestra
colaboración, sea económica, en especie o dedicando una parte de
nuestro tiempo, sea lo más generosa posible, en la seguridad de que
es dinero, tiempo o bienes, muy bien empleados, que contribuyen al
bien común, porque atienden a personas necesitadas, pero es una
contribución a la paz y al desarrollo de todos, siempre movidos por
el deseo de colaborar en la construcción del Reino de Dios en la
tierra, Reino de paz y justicia, reino de amor y verdad, siendo
fieles a su Espíritu que nos inspira, nos alienta y nos sostiene en
los momentos bajos, para no caer en la desesperanza, cuando las
situaciones malas se prolongan.
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