José luís Nunes Martins
Ninguna persona
está hecha para sí misma. Necesitamos unos de los otros y el amor, que es mayor
y vale más que la propia vida, tiene que formar parte de nuestra existencia, si
queremos llegar a vivir plenamente.
Más que la prisa
o divagar, es importante, cuando caminamos junto con otra persona, que nos
empeñemos en que ese tiempo sea bello e intenso. Nunca es algo que sucede sin
ningún esfuerzo, depende de la conjunción de las voluntades.
La existencia no tiene dos lados, no hay un lado bueno y otro malo, porque todo es vida. Todo puede ser compartido. Hasta la vida entera.
Hacer un camino a
dos es duro, porque implica que yo tenga que luchar contra mi inclinación
egoísta e interesada. Es necesario que yo sea capaz de olvidarme de mí mismo,
que mire y escuche al otro y lo que nos rodea. Respetado al otro, porque si me
aproximo demasiado al otro acabaré por destruir su autenticidad, por anular mi
identidad a través de esa hambre de fusión que la desprecia.
Que siempre haya
espacio y tiempo para cada uno. Que el camino sea muy largo. Que ambos sepan
que casi nunca andarán de lado a lado, el paso es diferente, los momentos son
desiguales y, por eso, unas veces tienes que ser tu quien empuja al otro y, otras,
tendrás que aceptar la ayuda de él siguiéndolo, algunos pasos por detrás. Estas
distancias forman parte de la proximidad perfecta.
La tristeza de
uno toca al otro, pero el principio de la alegría se da cuando uno de los dos encuentra
el coraje para empujar por los dos, muchas veces a partir de nada.
No, no es equilibrado,
al final de la vida uno habrá empujado más, porque sí, porque la vida no es
justa, y porque … al final, ¿Qué es mejor? ¿Tener el coraje para encontrar las
fuerzas donde no existen, dar lo que tiene, incluso cuando es solo un deseo, o
vivir en constante desasosiego y necesidad? ¿Prefieres dar poco o necesitar
recibir mucho?
Es importante
aceptar que de nada sirve hacer una contabilidad sobre lo que hice yo y sobre
lo que hizo el otro… vivir a dos ya es difícil, por lo que la existencia de
conflictos innecesarios puede acabar siendo un factor decisivo de frustración… doble.
Que yo sepa
servir. Que yo sepa llevar al otro por el camino donde llegara a lo mejor de
sí. Que yo acepte mi fragilidad, incluso cuando me parece que estoy mejor sin
nadie cerca.
Entre dos, nunca
habrá garantía de felicidad… pero si nos comprometemos, por lo menos es cierto
que nos perfeccionamos, cada uno a sí mismo.
Que no llegues al
final de la vida antes de haber amado lo que puedes y lo que debes.
Que al estar próximo a la muerte le puedas decir: mi vida valió la pena.
¡No mueras sin a
ver vivido!
https://agencia.ecclesia.pt/.../como-fazer-um-caminho-a.../
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