Me parece un texto interesante este que encontré en la revista Avivir245, del Teléfono de la esperanza:
Acabo
de leer lo que un alumno de 2º de Bachillerato, Carlos Mateos
Sánchez, ha escrito en su trabajo El
valor de la Filosofía: el vagabundo se hace peregrino,
primer premio en el “Concurso de Redacción Filosófica”, y
realmente me ha gustado su clarividente diagnóstico de la realidad
en la que vivimos, y la llamada entusiasta de un joven estudiante a
la búsqueda del sentido y de la ilusión:
“En
nuestras calles y calzadas hay pocos peregrinos y muchos vagabundos.
Hay gentes que van y vienen sin rumbo, sin nada por qué luchar, sin
sentido, sin metas, sin coraje, sin ánimos, meros vagabundos… Hay
otros, sin embargo, que, aunque parecen idénticos a los otros, no
son iguales, porque saben por qué y para qué viven y no se cansan
nunca de buscar su camino: son a los que yo llamo peregrinos…
Si
los vagabundos sin rumbo se transformaran en peregrinos con sentido,
el mundo cambiaría y todos recobraríamos la alegría”.
Yo
estoy convencido de que la juventud de nuestros días, a pesar de su
aparente atonía y tibieza, está esperando mensajes claros,
actitudes honestas y convincentes, voces que proclamen alto y claro
que, a pesar de la oscuridad, hay que seguir en el surco del trabajo
bien hecho, de la preparación constante, de la exigencia, de la
esperanza. Porque, al final, aparecerá la luz.
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