DECLARACIÓN FINAL
Los
representantes de las 68 Cáritas Diocesanas de todo el país, reunidos en la 69ª
Asamblea General de la Confederación Cáritas Española celebrada en El Escorial
del 22 al 24 de junio, queremos compartir con toda la comunidad cristiana y el
conjunto de la sociedad nuestra reflexión sobre los signos de los tiempos y
nuestra escucha del clamor que nos lanzan, en esta encrucijada de nuestra
historia, los pobres, de manera especial los más vulnerables:
- Hemos podido
ver los graves problemas de nuestro tiempo (…) comunes a una humanidad que se pregunta sobre su
futuro, sobre el significado y orientación de los cambios en curso” (Octogésima
Adveniens 2).
- Asistimos al
aumento de los índices de pobreza –hasta más de un millón de personas en
2011—, a la cronificación de muchas
situaciones de precariedad, al retroceso de los sistemas de protección
social y al desgaste de los mecanismos de protección familiar.
- La actual
coyuntura está consolidando
estructuras de injusticia y de sufrimiento, donde los ciudadanos con
mayor desventaja social soportan las
consecuencias de la crisis, que está
disparando la desigualdad y expulsando a muchas personas a los márgenes de
la sociedad.
- Desde Cáritas queremos optar por acciones
auténticamente significativas, que activen la solidaridad entre personas,
comunidades y pueblos, y que sirvan para denunciar las situaciones de
opresión y de sufrimiento a las que nos acercamos cada día.
- Frente a un
modelo social tiranizado por lo económico, renovamos nuestra apuesta por un modelo de desarrollo globalizado, basado en
la promoción, el acompañamiento y la denuncia profética, cuyo centro sea
la persona, que garantice el ejercicio de los DDHH, la participación,
la creatividad social, la justa distribución de la riqueza y el desarrollo
armonioso con el medio ambiente.
- Tal y como muestran
la Comisión Europea y las Naciones Unidas, se está produciendo un claro retroceso
en materia de derechos sociales y una merma de recursos públicos, lo cual supone
la quiebra de muchos procesos de
acompañamiento a personas excluidas, así como la desaparición de organizaciones
sociales, precisamente cuando son más necesarios los procesos de acogida y
de integración.
- Reiteramos que
es el Estado quien tiene el mandato
de garantizar el acceso de todos a los derechos constitucionales básicos:
alimentación, empleo, vivienda, sanidad y educación. Para ello, volvemos a
reclamar con urgencia la puesta en
marcha de un sistema de garantía de ingresos mínimos.
- Asistimos,
también, a una escandalosa política
de cooperación que se aleja cada vez más de los compromisos del Pacto
de Estado contra la Pobreza y del Pacto Mundial por los Objetivos de Desarrollo
del Milenio, lo que contribuye a
ensanchar la brecha entre los países y los pueblos.
- Por estas
razones, cuando somos testigos de múltiples rupturas --personales,
familiares, sociales y globales--, apostamos
por una presencia de Cáritas en la vida pública, para transmitir unos valores
diferentes a los imperantes, que nos impulsen como servicio organizado
de la caridad en el seno de la Iglesia. Debemos estar con y para quienes
más sufren, y denunciar también las estructuras de pecado que generan este
sufrimiento.
- Concluimos
nuestra Asamblea con una llamada a
la acción y a la esperanza, y con una invitación a “vivir sencillamente
para que otros, sencillamente, puedan vivir”. Y agradecemos la
corriente de gratuidad, silenciosa y admirable, de tantas personas voluntarias
y donantes de Cáritas.
El Escorial, 24 de junio de 2012.
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