Son varios los males que hoy me
es imposible pasar por alto, el primero es ese desparpajo con que algunos
llaman denuncia profética a meterse con los obispos, o a militar en movimientos
de izquierda como el 15M. Pues bien, anoche leía la introducción al libro de Josué y allí dice bien claro cómo
los profetas denuncian tanto al rey como al pueblo infiel a la alianza con el Señor,
es más, la denuncia profética es especialmente judía cuando denuncia la idolatría
y el sincretismo religioso.
Es de lo más triste que he vivido
en mi vida, este ataque furibundo a la Iglesia desde dentro, que a menudo sigue
las consignas de los enemigos exteriores, abandona el campo y anima a otras
creencias, aunque sean más intolerantes. Yo, como tantos, me dejé llevar por la
rebeldía juvenil hasta una edad adulta, acepté las nuevas ideas, atractivas por
ser tolerantes e ingenuas en su apariencia; pero, poco a poco te van
adormeciendo en la molicie y el
relativismo, abandonas cualquier compromiso y así se produce el desmoronamiento
de la persona, sin seguridad interior, sin lazos de unión con el pasado y sin
saber a donde mirar.
Otro de los males que hoy nos ha
hecho perder la paciencia y ha provocado nuestra indignación es el “papeleo” a
que la administración somete a los parados, en este caso el INEM para conseguir
un certificado de no recibir ninguna prestación; en vez de facilitarlo
amablemente un funcionario para aliviar el sufrimiento del parado/a (y más si
es madre de uno o más hijos), pues te dan una clave y un usuario para que lo
busques en Internet por ti mismo, sepas o no manejar un ordenador; en más del
ochenta por ciento de los casos que hemos atendido dichas claves no son válidas,
con lo que tienen que volver a que le den otras y volver al día siguiente para
entregar un papel que no tiene más valor
en sí mismo que cumplir el baremo más exigente para solicitar una ayuda procedente de la caridad.
El tercero de los males que me es
absolutamente imposible pasar por alto tiene que ver con esa denuncia profética
que decía al principio, pero con la denuncia del profeta al pueblo infiel y
desagradecido con su Dios, idólatra hasta sacrificar a sus propios hijos a
dioses de madera y de piedra, y a defender el sincretismo religioso para ser
como los demás pueblos, perdiendo con ello su identidad.
Para no caer en el personalismo
ni en exageraciones voy a relatar brevemente otro caso, paradigma del mal que
quiero denunciar en tercer lugar. Tenía hoy una acogida delicada, pero sobrepasó
mis expectativas. Esta señora, llora para empezar, porque tiene que venir a cáritas,
porque a su marido no le dan una pensión por faltarle escasos días de cotización;
ha trabajado más de veinticinco años. Nadie se lo explica, el médico que le ha
practicado la operación, muy delicada, no se lo explica, es que este hombre no
puede trabajar en absoluto, sin embargo, lo único que le ha conseguido su
abogado es la ayuda para mayores de cincuenta y dos años.
Con este ingreso, ya que su mujer
está en paro, tiene que hacer frente a la hipoteca y la alimentación y cuidado de
su mujer y un sobrino que vive con ellos. El sobrino es el hijo de la hermana de
la mujer, la cual falleció cuando el sobrino tenía tres años y desde entonces,
hace doce años, lo acogieron.
El padre, por ahí; este es el mal
que me saca de quicio, el mal que no puedo por menos de denunciar: un padre que
se desentiende de su hijo y se refugia en la droga; comparado con otros males
es de los mayores. Este hombre no sólo
no cuida de su hijo, es que además es el hijo el que cuida de él ya que se
aprovecha de la ayuda que la administración le da por el hijo. Y pienso que es uno
de los comportamientos más crueles con
nuestros niños por parte de sus padres, el abandono completo, pero hay otros muchos comportamientos que sin llegar a este extremo muestran rechazo
y falta de afecto, porque los niños no permiten a esos padres divertirse o realizarse; o porque es
caro mantener un niño. Por desgracia hoy
muchos niños estorban, y lo saben y lo
sufren.
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