El hecho
de que varias personas sin hogar que han pasado por esta oficina en
los últimos tiempos hayan conseguido tener un techo, bien
mediante alguna pensión o ayuda, o bien por su cuenta, me lleva a
pensar que se le podía sacar más provecho a esta nueva situación
y garantizar de alguna manera la estabilidad para evitar posibles
recaídas.
Merecería
la pena mantener una relación permanente, crear una red de apoyo
mutuo, organizar una oferta de voluntariado diverso para ocupar el
tiempo y evitar el aburrimiento, y por qué no, para dar una
oportunidad de agradecer las ayudas recibidas. También se podría
pensar en alguna actividad que les reportara
algunos ingresos para mejorar su calidad de vida, implicando a
distintas instituciones civiles y religiosas. Lo mismo se podía
intentar con las familias acogidas en las parroquias.
Es una
idea que expongo en voz alta por si alguien con más voluntad que yo
y mayor capacidad organizativa puede llevarla a la realidad.
De todos
modos pienso que esta idea, al ritmo que va la crisis, podía
llevarse a cabo entre las familias que sobreviven a la misma y evitar
la caída en la pobreza total; las personas necesitadas hoy son
millones, y los gradados de pobreza numerosos, si bien atenuados por
la preparación y las capacidades de dichas personas, que han sido
obreros cualificados, estudiantes, empresarios, etc.
Haría
falta un espacio, una mínima estructura y financiación, una idea
clara y gente dispuesta a comprometerse para ayudarse y ayudar a
otros, claro está.
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